El 17 de septiembre de 2011, una madre de dos hijos y embarazada de un tercero, desapareció sin dejar rastro. Ese día, a las 18.46, Paula Perassi, salió de su casa de la localidad santafesina de San Lorenzo y nunca más se la volvió a ver.
“Si no me ves más es porque pasó lo peor”, le había escrito Perassi a un amigo en un mensaje a través de Facebook. Pero desde el inicio la causa ya tenía líneas de investigación que no concordaban con las pistas: hubo condenados, absueltos, personas que fueron imputadas nuevamente y la sospecha de una red de encubrimiento
“Es un dolor que no podemos sellar, pero mientras tenga sangre voy a buscar la verdad”, dijo Alberto Perassi, el padre de la mujer desaparecida, quién aún alberga la esperanza de hallarla con vida por más que hayan pasado diez años. Con gran esfuerzo logró reunir 100 mil pesos para llevar su queja ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por los dos civiles y cinco policías, partícipes para él del plan criminal, que aún están libres: “queremos ver si se logra reabrir la causa”.
Según detalla la investigación, el llamado que recibió esa tarde Paula fue desde una cabina pública y de alguien con quien nunca había hablado. Alegando que salía a buscar la tarea de uno de sus hijos, salió y nunca más volvió. Los secretos detrás del embarazo convirtieron su desaparición en un posible móvil para su asesinato.
Según se supo tres días después de su desaparición, el bebé que llevaba en su vientre no era de su esposo sino de Gabriel Strumia, un empresario con el que mantenía una relación extramatrimonial. En 2019, la causa fue encabezada con su amante como principal sospechoso, acusado de “privación ilegítima de la libertad coactiva agravada por tratarse la víctima de una mujer embarazada” y su esposa como “partícipe secundario”.
Para los investigadores, tanto Strumia como su mujer, Roxana Michl, obligaron a Paula a hacerse un aborto que salió mal y con la ayuda y encubrimiento policial hicieron desaparecer el cuerpo y las evidencias. Sin embargo, solo se consiguieron dos condenas y en la actualidad solo queda una persona presa.
Durante el juicio salió a la luz la última conversación que la víctima mantuvo con José Luis Freijomil, un amigo de Strumia, el empresario metalúrgico con el que ella tenía una relación clandestina y del que había quedado embarazada. En aquel entonces, él le había sugerido que interrumpiera el embarazo pero ella estaba molesta además de asustada, y respondió: “No voy a poner en riesgo mi vida para dejar felices a otros”. Paula se refería al resultado de los estudios ginecológicos que se había hecho, según los cuales no solo había dos embriones sino que también se observaban dos quistes en el útero. “Tengo un riesgo alto. No puedo abortar. Me recomendó que lo tenga”, cerró tajante.
La familia Perassi recién supo del vínculo entre ambos tres días después de la desaparición de la mujer. “Había 48 llamados de Paula hacia Strumia”, precisó su papá y agregó: “se comprobó la presencia de la camioneta de Strumia frente a la cabina telefónica desde donde llamaron a mi hija”.
“Era una relación que tenían muy escondida, cuando se descubrió se desmadró todo”, se lamentó Perassi. Para él, no obstante, no fue el empresario la cabeza del plan que terminó con la vida de su hija sino la esposa del hombre. “Ella es la que armó ese sistema perverso, la llevaron a Paula a un lugar clandestino y no salió de ahí”, afirmó.
Los presuntos encubridores que fueron absueltos por la Justicia son los policías Daniel Puyol (ex jefe de Cuerpos de San Lorenzo); Jorge Krenz; Gabriel Godoy; María José Galtelli y Aldo Gómez; y de los civiles Mirta Rusñisky –acusada de practicarle un aborto clandestino a Paula– y Antonio Mario Díaz, un chofer de camiones que trabajaba para Strumia.
La Justicia condenó a 17 y 7 años de prisión a Strumia y Michl respectivamente, sentencia que fue confirmada en diciembre de 2020. En el caso de la mujer, sin embargo, se ordenó el cese de prisión hace un mes, tras haber cumplido los dos tercios de su pena. “Detrás de bambalinas todo se sabe con lujo de detalles, pero oficialmente no”, señaló el padre de Paula, y argumentó: “Por eso necesitamos que se reabra la causa, para ver si se puede romper el pacto de silencio que hay entre estas nueve personas”.
“Yo no quiero meter preso a nadie, yo busco los huesos de Paula”, subrayó. Apenas se produjeron las primeras detenciones por el caso Alberto Perassi empezó a recibir las primeras amenazas. “Me robaron cuatro veces, me rompieron una camioneta en el patio”, enumeró sobre el inicio de la investigación, aunque aclaró: “Hicieron de todo para amedrentarme, pero querían apagar el fuego con cinco litros de nafta”.
“Cuando terminó el juicio los eché a todos, me di cuenta que estaba todo pensado para controlarme a mí y no para defenderme”, apuntó. Rodolfo Ortíz, su marido y padre de los dos chicos que en ese momento tenían dos y seis años, fue el primer sospechoso lógico del caso: la última persona que la había visto. Pero el avance de la causa lo desvinculó rápida y definitivamente.
“Lo investigaron de arriba a abajo, pero no había nada”, recordó Perassi sobre su ex yerno. Entonces surgió lo del embarazo de Paula y la existencia de un amante, y la investigación giró en esa otra dirección. El foco de atención ya no estaba sobre ellos, pero el hogar que habían sostenido hasta ese momento con Rodolfo se terminó de quebrar.
Aproximadamente un año y medio después de la desaparición de Paula, apareció en la vida de su ex yerno otra mujer. Eso, sumado al trabajo lo retenía en Rosario, hizo que se fuera alejando de sus hijos hasta que dejó de verlos. “Los tenemos nosotros porque el papá los dejó”, resaltó el abuelo de esos nenes que ahora tienen 13 y 17 años.
La Justicia después oficializó la guarda que habían asumido de hecho de los nietos. “Están muy bien ahora, pero hay cierta tensión con el padre porque saben todo”, dijo. Según contó, la hermana mayor de Paula, que nunca se casó, se convirtió un poco en la madre de esas dos criaturas y entre los tres lograron sacar la situación a flote. “Falta cerrar esta herida que sigue abierta”, expresó Perassi, “ellos tienen la verdad escondida, pero todo llega”, cerró.|