“Que sepan los fiscales y políticos corruptos que esto tiene consecuencias” – Negocios & Política
 

Enríquez Ominami sobre Lawfare |“Que sepan los fiscales y políticos corruptos que esto tiene consecuencias”

“Basta un hecho para que luego cambie todo el guion de la historia”, respondió el excandidato presidencial chileno en una extensa entrevista exclusiva con N&P, luego de la gran repercusión que tuvo el informe de este medio en la prensa y la política transandina. Un repaso por la guerra jurídica como estrategia política en el continente. Los paralelismos con el proceso que atravesó Lula, la afectación sobre el sistema democrático y las maneras de enfrentarlo.
El Mundo
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La semana anterior, Negocios & Política publicó un informe que detallaba las maniobras de guerra judicial que se hicieron de manera explícita contra Marco Enríquez-Ominami, el dirigente de la centroizquierda chilena que en 2015 aparecía al tope de las encuestas y prometía desbancar a Enrique Piñeira. Desde ese momento y durante ocho años, una deliberada estrategia de lawfare logró poner fuera de contienda, al menos por ahora, a este candidato, quien en las últimas elecciones sólo sumó medio millón de votos y terminó en sexto lugar.

El informe de N&P hizo públicos los chats entre los fiscales que investigaron los casos contra Enríquez-Ominami, demostrando el claro direccionamiento de la investigación con la sola intención de afectar su caudal electoral. La publicación tuvo importante repercusión del otro lado de la cordillera. Más de una decena de medios de Santiago de Chile se hicieron eco del informe, que fue comentado también en medios radiales y televisivos. Daba la impresión de que, quizás sin darse cuenta, finalmente “alguien” había corrido el velo.

-¿Habrá sido como aquel niño en el cuento de las nuevas prendas del emperador?

“Creo que sí. Finalmente alguien señaló con el dedo lo que estaba pasando y gritó: ¡El rey está desnudo! Y todos terminaron dándose cuenta”.

El que responde al teléfono es el propio Enríquez-Ominami, contactado por este portal luego de la repercusión del informe publicado. “La nota ha tenido gran impacto aquí en Chile; la han tomado los medios, algunos portales muy prestigiados, me la ha enviado mucha gente, incluso algunos adversarios políticos con quienes nos tenemos respeto. Pero además, ha sido un informe muy bien fundado, imposible de desmentir. Por eso algunos comunicadores de aquí están avergonzadísimos, porque saben que se equivocaron muy mal.

El emperador está desnudo y ha tenido que venir alguien de afuera a que lo señale.

La entrevista se extiende durante casi una hora. Durante la charla, el dirigente traza un panorama abarcativo de lo que ha sido la guerra judicial como estrategia en el continente, y los paralelismos entre los casos que han debido enfrentar dirigentes como Lula, Dilma Rouseff, Rafael Correa y Cristina Fernández.

"A la hora de que llega la verdad, ya está zanjada la democracia. Eso es exactamente lo que pasó en Chile", consideró el líder político.

-¿Qué es lo que ha quedado a la vista con estas comunicaciones entre los fiscales que lo investigaron?

Creo que ha quedado al desnudo todo el proceso judicial. El emperador está desnudo y ha tenido que venir alguien de afuera a que lo señale. Creo que ha tenido gran impacto porque el periodismo argentino es muy respetado. En este caso permitió que quedara muy dibujada la operación política, descripta de una manera neutral, distante, objetiva. Particularmente me ha impactado porque se demostró que Chile, que se creía una isla por su estado de derecho, finalmente se entera de que es parte de América Latina, tanto en lo bueno como en lo malo.

-Volvamos por un momento a 2015, cuando se empezaba a desplegar la causa por financiamiento ilegal de la política en Chile. ¿En qué momento se dio cuenta de que en realidad esa causa estaba específicamente direccionada en contra de usted?

La verdad, es que esto tiene una historia previa. En 2009 soy el candidato más joven de la historia de Chile. Y el independiente más votado. En un episodio, el equipo de Piñera, que era el contendor mío, me amenaza. Me dicen que en segunda ronda electoral yo me tengo que mantener neutral. De lo contrario, ellos destruirían mi reputación digital. Recuerdo perfecta la amenaza. 

-¿Cómo le hicieron llegar esa amenaza?

Fue a través de sus mensajeros. Un hombre de su ministro del Interior. Enviaban recados a través de su equipo. Entonces me di cuenta de que tenía un problema serio en esta materia. Por eso, cuatro años más tarde, cuando explotan los primeros casos de financiamiento irregular de la política, noto que rápidamente el sistema mediático y político hacía foco sólo en mí y no en los demás señalados, que eran senadores, ministros, autoridades públicas. No; se fijaban en mí, que siempre he mantenido un liderazgo por fuera del sistema, y que no soy diputado desde 2010. Pero entonces en 2015, cuando triplicaba en las encuestas la intención de votos de Piñera que buscaba su segunda elección, toda la prensa se iba en contra mía, y me parecía extraño si es que se quería transparentar el financiamiento de la política. Lo lógico hubiera sido que les generara más interés un ministro de economía, un regulador, un senador, un diputado, presidente de un partido, la autoridad pública. Pero no. Todos se fijaban en mí.

-¿Cómo era el trato de la prensa chilena?

¡Me llevaban todos los días a la portada! Un diario de derecha me dedicó once portadas. La última, la más insólita de todas, decía: “Porqué Marco no baja en las encuestas a pesar de las denuncias”, con varios analistas políticos, explicando cómo es que yo no me derrumbaba. Ahí me di cuenta de que la operación era decidida. Podía ser esperable en la prensa conservadora, pero nunca imaginé la ferocidad del sistema judicial, que me cayó encima con trece fiscales.

-¿Cuánto de independiente resultó esa justicia?

Realmente no imaginé que los que me interrogaban en ese momento, dos meses después confesaron que recibieron ofertas de trabajo de Piñera, en el mismo momento en que me interrogaban. Es que había un matrimonio entre los fiscales y Piñera. El fiscal que llevaba la causa en contra mía, Pablo Gómez, era el marido de la ministra de Justicia de Piñera, Patricia Pérez Goldberg. Y el fiscal Emiliano Arias, que es el que me interrogó y el que le entregaba información sesgada a la prensa, reconoció luego que durante esa misma semana Piñera le ofreció trabajo si era elegido presidente. Mientras tanto, no había ningún periodista, ningún medio, ningún comunicador que tomara actas. No le importaba a nadie.

-Lo que relata tiene mucho de paralelismo con lo que sucedió en Brasil en el proceso contra Lula…

¡Pero claro! Mientras yo vivía todo esto en solitario, Lula en Brasil era noticia mundial porque le aplicaban lo mismo. Tenías a un político enorme como él, gritando que era víctima de un sistema acusatorio corrupto y nadie lo quería escuchar, imagínate qué me esperaba a mí en un país pequeño, y sin haber sido presidente, y sin tener ni cerca la talla de Lula, padeciendo lo mismo. Si a Lula no lo escuchaban, ¿por qué me iban a escuchar a mí?

Si a Lula no lo escuchaban, ¿por qué me iban a escuchar a mí?

-Pero además, la causa Lavajato en Brasil fue casi un “fuero de atracción” para el resto del continente, y hacia el juzgado de Moro viajaban fiscales de todo el continente. ¿También viajaron los fiscales chilenos?

¡Claro que viajaban! Los fiscales de la derecha investigaban a Bachelet y a mí. Pero cuando volvían de cada uno de esos viajes, no les preguntaban por Bachelet. Les preguntaban por mí.

-¿En qué medida todo esto fue impactando en el electorado chileno?

En 2017 fui de nuevo a elecciones y fue mi peor desempeño. Era esperable. El electorado me sancionó. Es muy grande la crisis de representatividad, entonces a cualquier político que sea denunciado, por definición el votante lo condena. Todo es parte de la gran crisis democrática en América Latina.

-En definitiva, el lawfare y la persecución mediática resultaron muy efectivas en el caso de usted…

Es que, por un lado, los fiscales habían logrado mentir arteramente y esconder su filiación política, y encima aparecían como los héroes en ese momento. Es lo mismo que pasó con  el fiscal Deltan Dallagnol en Brasil. Eran los que investigaban a los políticos que supuestamente recibían financiación irregular. Y aquí está la parte delicada de la guerra jurídica, la que hemos denunciado desde el Grupo de Puebla. Es que nosotros, como hombres de la democracia, tampoco nos podemos oponer a la investigación. La investigación en sí misma tiene que estar garantizada. El punto es cómo le explicas al electorado que tú no quieres ningún privilegio. Lo que tú quieres es ni más ni menos que lo mismo que cualquier ciudadano, que es la vigencia del principio de inocencia. Yo no pedía ningún privilegio, simplemente pedía que sacaran de escena a un fiscal vinculado a Piñera, mientras tenía evidencia suficiente de que esto era una operación del sistema político en contra mía.

La investigación en sí misma tiene que estar garantizada. El punto es cómo le explicas al electorado que tú no quieres ningún privilegio. Lo que quieres es ni más ni menos que lo mismo que cualquier ciudadano: la vigencia del principio de inocencia.

-En el caso chileno se fue más allá, con la aplicación de lo que en Argentina llamamos el requisito de la “ficha limpia” y que algunos intentan implementar. Es la que determina que ningún candidato con un procesamiento firme se puede presentar a una elección. ¿Es un mecanismo tramposo?

Aquí en Chile va más allá todavía, porque la Constitución del dictador estableció un artículo que sostiene que cualquier persona acusada de un delito que prevé más de X años de cárcel pierde su derecho a voto. “Acusada”, dice la Constitución aún vigente. Y si tú no puedes votar, tampoco puedes ser candidato presidencial, porque otro artículo de esa Constitución dice que para ser candidato a presidente tienes que poder votar y a ser elegido. Por eso lamentamos tanto la derrota del proceso constituyente en Chile, que preveía muchas reformas que eran tan necesarias. Y se perdió. Por distintas razones, pero se perdió. Y por lo tanto Chile, aunque parezca increíble, sigue hoy en día teniendo la Constitución del dictador, que aún después de todas las protestas y los movimientos sociales más importantes de los 210 años de su historia, continúa rigiendo.

Aunque parezca increíble, Chile sigue hoy en día teniendo la Constitución del dictador, que aún después de todas las protestas y los movimientos sociales más importantes de los 210 años de su historia, continúa rigiendo.

-Es que resulta muy sencillo: usted no me gusta como candidato, yo lo acuso de un delito grave y en el acto saco de la contienda…

Esa fue la otra gran batalla que tuve el año pasado. Porque en pleno proceso constituyente, cuando se quería sacar la Constitución de la dictadura, me hacían valer ese artículo ilegal para dejarme fuera. Entonces, lo paradojal es que tuve que ir al Tribunal Constitucional para hacer valer mis derechos, y ahí gané por unanimidad: 10 a 0. Y se hizo la primera excepción constitucional sobre esta materia, diciendo que la Constitución no se podía aplicar porque atentaba contra un derecho de la Carta de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

-Además de esa, tuvo otras instancias judiciales a su favor ¿Fueron en el mismo sentido?

Claro. Además del 10 a 0, también gané 3 a 0 el juicio penal, gané en el Tribunal Constitucional, gané en el Tribunal Electoral… Gané en todas las instancias porque la causa se cayó a pedazos. El problema es que yo podría haber sido absuelto desde un inicio. Los tipos vienen 8 años después y te dicen: “totalmente inocente”; pero me terminé comiendo 8 años de proscripción política. En el fondo, este proceso terminó afectando la democracia para mis compatriotas en dos elecciones presidenciales: la de 2017, para la cual yo iba primero y la perdí estrepitosamente, y la de 2021.

-Uno observa lo que pasó en Chile, lo que pasó con Lula y Dilma en Brasil, lo de Correa en Ecuador, lo de Argentina… ¿podemos considerar que el modelo del lawfare ya está completamente desplegado en el continente, o cree que faltan otros capítulos?

No sé si faltan capítulos. Pero no deja de ser asombroso que las consecuencias de estas operaciones de fiscales corruptos con algunos medios de prensa son inconmensurables. En Bolivia, producto de esto es que Evo Morales terminó proscripto. Rafael Correa, lo mismo en Ecuador, con el agravante de que fue condenado en ausencia por una denuncia falsa en la que el denunciante se retractó, y permanece exiliado en Bélgica. Y el caso de Bolsonaro, que fue presidente sólo porque lo habían metido preso a Lula. Basta un hecho para que luego cambie todo el guion de la historia.

-El famoso “efecto mariposa”…

Exacto. Cambiaste un dato y modificaste la historia de toda América Latina. Y lo peor es que esto no es de fácil solución.

-Era mi siguiente pregunta…

Claro, porque ¿cómo le pides a un fiscal que no investigue a un político? El problema es la formación de los fiscales, porque tienen que entender que tienen el monopolio del poder persecutorio y deben usarlo en el nivel más alto de ética. No pueden ser pequeños corruptos e incompetentes, que se demoran 8 años en llevar una causa a juicio. Entonces, no es tan fácil la solución, y por eso valoro mucho las investigaciones como la que publicó tu medio.

Los tipos vienen 8 años después y te dicen: “totalmente inocente”. Pero me terminé comiendo 8 años de proscripción política. En el fondo, este proceso terminó afectando la democracia para mis compatriotas en dos elecciones presidenciales.

-Da la sensación de que, además de ser una batalla desigual, hay una coordinación superior, que orquesta las mismas acciones en todo el continente. Quizás allí una de las razones de ser del Grupo de Puebla. ¿Qué más se puede hacer?

Buen. Primero que nada: está super-demostrado que hubo una coordinación de los fiscales para preparar esto, y sucedió al darse cuenta la derecha de que perdía todas las elecciones. Esto comienza con Zelaya en Honduras, en 2009, continúa con Dilma Rousseff con una destitución delirante a partir de un asiento contable, y va avanzando con Lula, Correa, Evo, Cristina, quien te habla, y Jorge Glass, preso todavía en Ecuador. Que ellos están coordinados, no hay dudas. ¿Qué se puede hacer? Bueno, coordinarse también. Que sepan los fiscales y los políticos corruptos de derechas que esto tiene consecuencia. Y es lo que guía al Grupo de Puebla a crear el Observatorio Judicial y con gran éxito, encabezado por la jurista brasilera Karol Proner. Y esto ya ha tenido triunfos y acciones muy positivas, en las que hemos demostrado que juegan de manera muy orquestada.

-¿Y la batalla cultural, también juega?

Mira. Actualmente estoy dirigiendo un documental sobre esta cuestión para los franceses, y están muy impactados por el modus operandi, porque ser repite a la perfección en todos lados. Primero, mato tu reputación digital, comienzo con acusaciones por las redes y los medios de prensa; después te denuncio, te declaro investigado, te imputo por muchos delitos, con grandes títulos en los diarios. Lavado de activos, cohecho, corrupción y llego muy lejos. Te acuso, te proscribo, demoro el juicio, y a la hora de que llega la verdad, ya está zanjada la democracia. Eso es exactamente lo que pasó y necesitamos saber comunicarlo.

-En el fondo, más que una pelea política termina siendo económica, una disputa por quién se lleva la mayor parte de la torta. ¿Coincide?

Es que es lo mismo. Porque la economía no es mera matemática. Ese es su gran problema. Los medios de producción, los medios de desarrollo, la sociedad, son políticos. Es una disputa de poder. Lula era una amenaza en un mundo multipolar, con Estados Unidos fragilizado. Entonces hay que recordar que, previo al Lavajato, EEUU tuvo que reconocer que espió las comunicaciones de Dilma. Eso se conoció a través de las filtraciones de Snowden. Pasa que ya nos hemos olvidado. Obama tuvo que pedir disculpas públicas por el espionaje ilegal de su país a un jefe de Estado. Por eso después armaron lo del Lavajato.

-¿Tiene pensado seguir dando la batalla política? ¿Volverá a ser candidato a presidente?

Para mí la política no es un hobby, es mi combate. He tenido a mi familia torturada, asesinada, exiliada y exonerada por la política. Mis padres, mis tíos... Pero tengo la convicción de que Chile tiene que cambiar, y lo veré siempre desde esa lógica. Es una batalla que va mucho más allá de un resultado electoral. Estoy en la batalla de ideas y soy muy crítico del secuestro al que tienen sometida a buena parte de mi país. Un secuestro comunicacional, un pensamiento único que es super dañino: Chile es el país con PBI per cápita más alto de la región, pero uno de los más desiguales. Al político estándar chileno, que desprecia tanto el modelo argentino, sólo basta recordarles que en tu país la educación pública superior es gratuita. Y hasta donde yo entiendo, es un pacto nacional. No hay que ser peronista para defender eso. Los argentinos valoran su sistema. En Chile, la matrícula de la universidad pública cuesta lo mismo que la universidad más cara de tu país. Entonces es una batalla que vale la pena dar.

-No lo ha hecho explícitamente, pero da la sensación de que la pregunta está respondida…

Mira. Yo caí preso cuando tenía dos meses. Y caí preso por la militancia de mi padre bilógico. Y de ahí en adelante siempre he estado marcado por la política. Durante muchos años he encontrado en el cine una forma de escaparle. Hice comedias… traté siempre de evitar la política. Pero eso ya no ocurre. Y ahora estoy en esta batalla, desde hace 15 años. 

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