Dos asesinatos por encargo en seis meses en la localidad misionera de Bernardo de Irigoyen, en la frontera seca con Brasil, encienden las alarmas sobre el aumento del grado de violencia entre bandas que buscan dominar el mercado del contrabando en la zona.
El último episodio de este drama se vivió el pasado jueves 18 de noviembre, cuando Rafael Antúnez de Olivera fue asesinado en pleno centro. Ese día, alrededor de las 20, el hombre de 45 años se detuvo en un semáforo y un sicario, montado en una moto, paró a su lado y le descargó tres balazos en la cabeza.
La hipótesis de un crimen a sueldo ligado al contrabando de vino en la región saltó enseguida entre los investigadores de la Unidad Regional XII.
Es que, desde el inicio de la pandemia, el cierre de las fronteras, sumado a las diferencias en el tipo de cambio, favoreció el crecimiento del contrabando de distintas mercaderías que son mucho más baratas de este lado del límite imaginario.
“Lo más preocupante de todos los hechos de estas características es que lo hacen sin escrúpulos y ante la mirada de todos, dejando un sabor amargo y un ambiente raro para todos”, sostuvo Elsa Segovia, del foro de seguridad de Bernardo de Irigoyen, al diario El Territorio.
Las palabras de la funcionaria se condicionan con el hecho de que el crimen de Antúnez de Olivera tuvo lugar frente a una plaza de juegos, a un horario en el que todavía mucha gente circula en la calle.
Además, casi con el mismo modus operandi, el pasado 14 de mayo, un abogado entrerriano de nombre Juan María López, de 50 años, también fue asesinado por dos sicarios en moto.
El hecho se registró alrededor de las 13, en plena calle del barrio Santa Rita de la localidad, momento en el que dos sujetos en motocicleta interceptaron la Ford Ranger conducida por la víctima y le dispararon cinco balas, de las cuales tres dieron sobre su cuerpo y le ocasionaron la muerte.
En ambos casos, los criminales abandonaron rápidamente el lugar, se cree, hacia uno de los tantos pasos clandestinos que existen en la zona y que dificultan al extremo el control de las autoridades federales.
Tanto el abogado López como Antúnez de Olivera fueron vinculados al contrabando de vino en la zona, por lo cual la conjetura más fuerte es que ambos crímenes son producto de un ajuste de cuentas por parte de sicarios brasileños, que a su vez responden a bandas que buscan controlar el millonario negocio.
El tráfico en números
Los vinos argentinos inundan el mercado ilegal de Brasil y, por ello, se acelera el nivel de incautación de mercaderías sin avales del otro lado de la frontera seca.
Para dar un panorama, durante el primera semestre de 2021, se secuestraron 33.805.000 reales -unos 1.000 millones de pesos- en bebidas alcohólicas en todo Brasil, de las cuales 8.340.000 reales (25%) son producto de operativos realizados en Dionisio Cerqueira, que limita con Bernardo de Irigoyen, el escenario de los asesinatos.
La calidad de la bebida incautada es casi siempre de primeras marcas, con botellas que se ofrecen hasta por 2.000 de la moneda brasileña.
Los datos, citados por El Territorio, se desprenden del Departamento Especial de Ingresos Federales de Brasil.
Más hechos
Los crímenes de sicariato son el punto cúlmine de una actividad ilegal que viene creciendo en la zona fronteriza.
Hace tres meses, el 11 de agosto pasado, piratas del asfalto se hicieron pasar por policías para robar un camión que transportaba una carga de vinos. Sin insignias y con pistolas 9mm en mano, redujeron y maniataron al transportista, en la ruta provincial 17, cuando éste se dirigía a Irigoyen.
Posteriormente, se halló el rodado Volvo abandonado a la vera de la ruta 14, cuando se detectó que faltaba al menos media carga.
En octubre pasado, además, dos delincuentes encapuchados redujeron al dueño de una vinoteca de Bernardo de Irigoyen y se robaron 200 cajas de vino de primera marca, botín valuado en más de 4 millones de pesos, a razón de 21.000 pesos por caja. |