Algunos indicios fueron apuntando que el joven del barrio Ferroviario (ubicado detrás de la Escuela Hogar, lindero al 1º de julio) era el contacto de la banda que integra con la víctima, a quien le compraba dólares. Además de testimonios y otras evidencias en la causa que lo involucraban, entre lunes y martes la investigación halló pruebas que terminarían por acorralarlo: el auto en que habrían trasladado el cuerpo de Calleja; las ruedas cuyas marcas coinciden con las huellas del lugar donde hallaron a la víctima; dinero, armas y droga en una cantidad valuada en un monto similar al que le robaron al joven contador.
El lunes se desarrollaron tres allanamientos. Uno en el barrio San Roque y otro, el más importante, en Colonia Avellaneda. Los investigadores de la División Homicidios de la Policía y el fiscal Santiago Alfieri habían entrevistado a un amigo de Moratto, al igual que lo hicieron con todas las personas que tuvieron algún contacto con los cuatro sospechados en los días previos y posteriores al 14 de julio.
Ese muchacho de 25 años no convenció a nadie cuando declaró. Por esta razón fue investigado y se supo que poco después del día del crimen, había ido a una casa que es propiedad de sus suegros, donde dejó pertenencias escondidas. Esa vivienda fue allanada desde las 16 hasta las 23 del lunes, y localizaron en distintos lugares: 2.600 dólares, 100.000 pesos, 1,3 kilos de cocaína, tres armas de fuego (dos revólveres calibre 38 y otro 22) y municiones.
La droga incautada tiene un avalúo aproximado de 10 u 11 mil dólares. Entonces, una hipótesis es que Moratto, luego de robarle la divisa que Calleja había llevado para vender, compró la droga y junto a los otros elementos se los dio al amigo para que lo escondiera. Además, en ese domicilio, hallaron una riñonera que era de sumo interés en la investigación.
“Todos tienen la oportunidad de decir la verdad, algunos omiten o no lo aprovechan, y al saber que ocultan datos, se ordena la detención, como este joven de 25 años que por orden del juez de Garantías quedó alojado en la Alcaidía”, explicó un investigador.
En la búsqueda del auto de Moratto, un Fiat Uno azul, se hicieron varios procedimientos. Primero, en horas de la siesta, comenzó un allanamiento donde se pudo secuestrar un vehículo Ford Fiesta verde, en la zona de Zanni y Reforma Universitaria. Su dueño había adquirido dos cubiertas que habrían estado colocadas en el auto del imputado.
Según se indicó, el dibujo de los mismos es idéntico a las huellas de ruedas de autos que fueron halladas en inmediaciones del lugar donde fue hallado el cuerpo de Calleja, en la zona de Báez y Montiel. La pericia de cotejo dirá si esto se confirma. El hombre del Ford Fiesta tendrá la oportunidad de aclarar ante el fiscal cuándo, cómo y a quién le adquirió esas cubiertas.
Poco después, los investigadores dieron con el domicilio donde estaba escondido el Fiat Uno de Moratto, en calle Vivanco y Crisólogo Larralde. Siguiendo el rastro del vehículo, se cree que Moratto se lo entregó a una persona, está a otra y finalmente terminó en esa vivienda, siempre con la intención de que termine desmantelado. Le faltaban algunas piezas, como otras dos ruedas que estaban siendo buscadas en otro allanamiento.
El auto fue subido a una grúa y trasladado a un depósito policial, para que el personal de la Dirección Criminalística lo perite por completo. Buscarán, entre otras cosas, rastros genéticos que serán cotejados para ver si alguno se corresponde con el de Calleja.
Mientras Moratto se va hundiendo en la causa, la situación de los otros tres acusados sigue expectante: Ramiro Gabriel Colman, Alberto Osuna e Iván Garay están acusados en base a varios indicios, principalmente por la declaración de dos testigos de identidad reservada, que, con mayor o menor precisión, dijeron haberlos visto en la casa de Garay donde se observaron situaciones sospechosas.
No han surgido datos nuevos en torno a ellos, aunque todavía queda mucha información para procesar, desde largas horas de videos de cámaras de vigilancia hasta planillas de entrecruzamientos de líneas telefónicas y análisis del contenido de los celulares secuestrados. “Son muchas piezas de un rompecabezas. Hay muchas cosas contundentes pero hay que ensamblarlas”, explicó un investigador que entiende en el caso.
Por otro lado, se desarrollaron otras tareas de investigación paralelas, en la búsqueda de la mochila y el celular de Calleja, entre otros elementos importantes para la causa. Tal como informaron, se realizaron el lunes rastrillajes en la zona del terreno descampado donde fue hallado el cuerpo de la víctima, en particular una inspección en un aljibe. Esta medida continúa en estos días, debido a que fue interrumpido por no haberse podido bombear el agua del pozo que tenía cuatro metros de los 20 de profundidad del mismo.
Asimismo, se aguarda por conocer si habrá instancias de apelación a la prisión preventiva domiciliaria que dictó el juez de Garantías Ricardo Bonazzola a los cuatro acusados. El fiscal Alfieri había pedido 90 días de encierro en la cárcel para los cuatro. De todos modos, están en la Unidad Penal porque faltan tobilleras electrónicas. A partir de esta semana, la familia de la víctima también tiene voz en el proceso judicial, ya que se constituyeron como querellantes representados por los abogados Iván Vernengo, Rubén Pagliotto y Damián Petenatti.|