María Rachid: “La aprobación de la ley del matrimonio igualitario fue una bisagra en el reconocimiento de derechos de la diversidad” – Negocios & Política
 

El mismo amor, los mismos derechos |María Rachid: “La aprobación de la ley del matrimonio igualitario fue una bisagra en el reconocimiento de derechos de la diversidad”

Hoy se cumplen once años de la aprobación de la norma y Rachid, junto a los colectivos LGBT, tuvo un rol clave. Reconoció el apoyo que tuvo desde el Gobierno durante el tratamiento del proyecto en el Congreso. Un recorrido de militancia y lucha a favor de la igualdad de derechos.
Pilar Lucena
Sociedad
Pilar Lucena
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El 15 de julio del 2010 Argentina se convertía en el primer país de Latinoamérica y el décimo a nivel mundial en reconocer el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, una ley que abrió el camino para que más proyectos de igualdad de derechos se hicieran realidad.  

El triunfo de la ley fue posible gracias a la persistente y constante lucha del colectivo LGTB+ (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero), quienes bajo el frio penetrante del invierno porteño, colapsaron la Plaza del Congreso con el fin de presenciar el debate parlamentario frente a un escenario que portaba un cartel enorme con la consigna: “El mismo amor, los mismos derechos”. 

Tras una sesión histórica del Senado de la Nación, a las 04:05 de la mañana la ley fue sancionada con 33 votos a favor y 27 en contra. 

La ley marcó un antes y un después en lo que respecta a materia de Derechos Humanos y perspectiva de género. María Rachid, política, dirigente social del área de derechos humanos y del colectivo LGBT, cuenta cómo fue el largo y arduo camino para lograr que se sancione el matrimonio igualitario. 

–¿Cómo fueron tus inicios en la militancia a favor del matrimonio igualitario? 

Comencé a militar en diversidad a los 20 años cuando vivía en el exterior, ya que al estar distanciada de mi familia y mi entorno sentí mayor libertad para asumirme como una mujer bisexual en principio y más tarde como lesbiana. En ese entonces reflexioné que había derechos básicos con los que no contábamos y lo primero que se me ocurrió fue contactarme con las organizaciones argentinas que trabajaban en diversidad y empecé a participar de algunas actividades para después generar algunas instancias propias con compañeros y compañeras que fui conociendo cuando volví a Argentina. 

Una de las primeras organizaciones que cree en ese marco fue “La Fulana”, un centro comunitario de mujeres lesbianas y bisexuales. A partir ahí y junto con otras organizaciones creamos la Federación Argentina LGBT (FALGBT), que fue la primera organización en argentina que se propone como objetivo el matrimonio igualitario, presenta los primeros proyectos, los cien amparos que se presentaron y que dieron lugar a 9 matrimonios igualitarios antes de que la ley sea sancionada en el congreso.  

Durante el 2004, el gobierno nos convocó para elaborar un plan nacional contra la discriminación, el cual iba a contar con un capítulo específico sobre diversidad sexual en donde proponíamos políticas públicas para erradicar la discriminación hacia la diversidad y teníamos que hacer un diagnóstico con respecto a la situación.  

En un primer momento fuimos con un poco de desconfianza sobre lo que iba a suceder, era la primera vez que un gobierno nacional nos convocaba a elaborar un plan contra la discriminación, pero de todos modos manifestamos nuestras propuestas, las cuales no incluían al matrimonio igualitario ya que en el 2004 ninguna organización hablaba del tema en Argentina.  

En ese entonces sólo Holanda y Bélgica contaban con la ley, países sin la presencia del principal obstáculo para el acceso a nuestros derechos que era la iglesia católica. La incidencia política de la institución en Argentina era (y continúa siendo) enorme, con lo cual nos parecía una utopía plantearlo. 

Recién en el 2005 las organizaciones que formamos parte de la Federación Argentina LGTB decidimos poner en marcha la ley de matrimonio igualitario y presentar el proyecto, a partir de su aprobación en España, el tercer país en el mundo en sancionar la ley, ahora si un país culturalmente similar a Argentina y con una fuerte oposición de la iglesia católica.  

Por supuesto que el camino hacia la ley no fue fácil, decidimos agotar todas las instancias posibles: mediante la justicia, presentando los amparos, mediante el poder legislativo presentando los proyectos con los sectores que nos acompañaron en ese momento que fueron: el Partido Socialista y el Frente para la Victoria. Por último, decidimos entablar un diálogo con el Poder Ejecutivo, con quienes desde el INADI creamos el primer programa de diversidad sexual en el 2008 y desde ahí empezamos a trabajar para la aprobación de la ley. 

¿A qué hacía referencia la consigna “Los mismos derechos con los mismos nombres”? 

La primera campaña comunicacional que hicimos por el matrimonio igualitario fue: “El mismo amor, los mismos derechos”, pero más tarde nos sucedió algo que nos habían advertido los miembros del colectivo LGTB+ de España. Desde allí nos avisaron que nos iban a ofrecer una “unión civil nacional” para que justamente no logremos el matrimonio igualitario, y es ahí cuando decidimos utilizar la misma consigna que utilizó España que era: “Los mismos derechos con los mismos nombres”.  

Esto tenía que ver con que queríamos adquirir los mismos derechos que un matrimonio heterosexual, es decir: la posibilidad de compartir una obra social, heredarle a nuestros hijos, poder tomarnos una licencia por enfermedad cuando nuestra pareja se enferme, entre otras cuestiones. Pero más allá de eso queríamos acceder a algo que la unión civil no nos iba a permitir que es el mensaje de igualdad que expresa el estado cuando otorga los mismos derechos con los mismos nombres. Ya que ese mensaje de desigualdad iba a profundizar la discriminación y la violencia hacia nuestra comunidad. 

¿Qué sectores se manifestaron a favor y cuáles en contra de la aprobación de la ley? 

Muy paulatinamente se fueron manifestando a favor gran parte de los referentes del arte, la cultura, la política, el periodismo, incluso se llegó a un punto en el que ningún periodista se atrevía a firmar notas en contra del matrimonio igualitario aun perteneciendo a medios bastante hostiles. 

La oposición venía exclusivamente de los sectores fundamentalistas de la iglesia católica y la evangélica, quienes históricamente se opusieron a derechos como el voto femenino, la ley de educación sexual integral, etcétera. De hecho, los abogados o científicos que manifestaban su rechazo hacia el matrimonio igualitario provenían de universidades del Opus Dei y en lugar de argumentar con investigaciones académicas, se refugiaban en sus creencias religiosas. 

A once años de que el matrimonio igualitario fuera ley ¿Notas que hubo avances en la sociedad argentina en lo que respecta a cuestiones de género? 

La aprobación de la ley del matrimonio igualitario fue una bisagra en el reconocimiento de derechos de la diversidad. No solamente por la transformación cultural que generó, sino porque en aquellos años estaba legitimada la discriminación, nosotros íbamos a una entrevista en un canal de televisión y nos hacían debatir con “la otra campana”, la que aseguraba que estábamos enfermos y que éramos un pecado y eso estaba aceptado. Hoy en día escuchar esos discursos del odio generan una reacción y una condena por parte de la sociedad. 

Por otra parte, a partir de la sanción de la ley se generaron ámbitos de diversidad en los ministerios nacionales, en los gobiernos locales, y municipales que desarrollan políticas públicas para el reconocimiento de derechos. 

– ¿Qué recuerdos tenés de aquel 15 de julio del 2010? 

En realidad, arrancó el 14 julio ya que la sesión era ese día, pero terminó de votarse en la madrugada del 15. Tengo recuerdos hermosos, pero también de mucha incertidumbre, tensión y nervios ya que no sabíamos cómo iba a terminar la votación que, de hecho, fue aprobada por un margen muy pequeño de votos.  

A las dos de la mañana nos llamaron desde algunos sectores que se habían opuesto para proponernos cambios en el proyecto y que volviera a diputados, cosa que (por suerte) no aceptamos. Pero, finalmente, cuando escuchamos la definición fue como una suerte de explosión en donde se cristalizaron largos años de trabajo, esfuerzo, militancia y compromiso de muchísimas personas y por supuesto de un gobierno que acompaño desde un principio. |

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