Habla Laura Cibilla, el gran e imposible amor de Diego Maradona – Negocios & Política
 

Habla Laura Cibilla, el gran e imposible amor de Diego Maradona

La mujer, que convivió dos años con el Diez cuenta todo: el hijo, el no hijo, la cocaína, las sobredosis, el primer encuentro, los viajes clandestinos,Claudia Villafañe y Cuba. "Lo conocí cuando estaba por cumplir los 21 años, allá por el año 98. Y me deslumbré", asegura. Y dice: "¡Me volvía loca! Aparte, yo lo conocí cuando estaba hermoso".
Redacción N&P/Nancy Duré/infobae
Sociedad
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Laura Cibilla llega a la entrevista con Teleshow muy nerviosa, casi temblando. La última vez que habló con Diego fue en diciembre del año pasado: quedaorn en encontrarse, pero no pudo ser. laura no quiere hacer fotos, simplemente porque no quiere formar parte del circo mediático que rodea a quien fuera el gran amor de su vida, dice y que ya no está en ese mundo, asegura  Pero cuenta su cruda historia.

Hablemos de tu relación con Diego...

Lo conocí cuando estaba por cumplir los 21 años, allá por el año 98. Y me deslumbré. En esa época, yo estaba haciendo el CBC para entrar a la Facultad de Medicina. Era sana, linda, tenía mi trabajo, mi departamento alquilado en Recoleta... Me llevaba el mundo por delante. Y cuando lo conocí, dije: “Yo lo voy a sacar de todo esto”. ¡Ilusa!

¿Cómo fue ese primer encuentro?

Yo estaba trabajando en La Diosa y, de repente, entraron todos los de seguridad. Asomé la cabeza para ver quién venía y una de las chicas me dice: “¿Viste quién llegó? Tu ídolo”. Yo dejé los platos en la barra y fui hasta donde estaba él. Cuando lo vi, me empezó a latir el corazón muy fuerte. Pero se le empezó a acercar todo el mundo y yo dije: “No voy a ser una más”. Así que me fui.

¿Te fuiste?, pregunta al periodista Nancy Duré.

Sí. Bajé del VIP y vino Leo Sucar, el dueño del boliche, que me preguntó: “¿No lo saludaste a Diego?”. “No, si no lo conozco”, le respondí. “Vení que te lo presento”, me dijo, llevándome de la mano. Me saqué la riñonera dónde guardaba la propina, el destapador y los corchos, y subí con él. “Diego, te quiero presentar a Laurita, mi camarera favorita”, le dijo. Diego me miró de arriba a abajo y contestó: “Leo, ella no trabaja más”.

¿Entonces?

Yo lo miré a Leo, que me hizo un gesto de que estaba todo bien. Así que nos pusimos a bailar y a tomar champagne. Las chicas venían y me preguntaban: “Laura, ¿qué tiene la mesa cuatro?”. Y yo les decía: “¡No sé!”. No me acordaba de nada... Después me pidió que me fuera con él, pero yo le dije que me tenía que ir a mi casa.

¿Vivías sola?

Con mi gato. Así pasó un día, dos, tres... Yo dejaba las mesas de la pista, que eran las que primero se levantaban, y me iba a la barra. Pero cuando él llegaba a las tres de la mañana, venía Leo y me decía: “Laurita, te buscan”. Yo le decía: “¡Pero mirá todo lo que estoy haciendo!”. “Dejá todo, te buscan”, me respondía él. Así fue que insistió e insistió, hasta que empezamos a salir.

¿O sea que la tuvo que remar?

Sí.

¿Era una relación paralela a su matrimonio con Claudia Villafañe?

No. Cuando yo lo conocí ya estaba separado: estaba en trámite el divorcio, que lo hizo estando conmigo. Y era discusión tras discusión con la otra parte: “Esto para mí”; “No, que esto es mío”; “Que no te lo doy”. Fue una época horrible.

Según alegó Claudia en su divorcio, Maradona hizo abandono de hogar en el año 98.

Mucho antes hizo abandono de hogar. ¿Cuándo vivió él ahí?

O sea que no fuiste una aventura en la vida de Diego...

No.

¿Él te hablaba de blanquear la relación?

Nunca lo charlamos porque, realmente, a mí no me interesaba.

 

 

Era más grande que vos...

15 años me llevaba.

¿Y te gustaba?

¡Me volvía loca! Aparte, yo lo conocí cuando estaba hermoso. La última vez que lo vi fue en su peor momento, en una clínica... En el medio hubo viajes: Cuba, Italia, Colombia?

Sigamos con el relato: Maradona insistió hasta que comenzaron a salir. ¿Cómo continuó la historia?

Yo vivía en Peña, entre Azcuénaga y Larrea. Y siempre me avisaba Guille cuando venían?

¿Coppola?

Sí. Un día me dijo: “Laurita, estamos yendo con Diegote. Preparate que nos vamos a Rosario a un partido de Newell's”. Cuando llegaron empezaron a los bocinazos con las dos camionetas: la Montero de Diego y la Land Rover de Guille. Cuando me asomé, vi a toda la gente mirando por los balcones... Te repito: yo era joven y fue un deslumbre total.

Me imagino?

Me puse mi jean, unas botitas y nos fuimos para Aeroparque. Le pregunté: “Diego, ¿no íbamos para Rosario?”. “Sí, pero vamos en avión”, me respondió. Yo le expliqué que nunca había viajado en avión, que no quería. Y él me dijo: “Pero estás conmigo”. Y nos fuimos. Guille me decía: “Acordate solamente de esto: rapidito”. Era salir y a correr.

¿Para que no te descubrieran?

Claro. Me llevaron uno de la mano y otro por atrás, hasta que llegamos a la cancha. Y en el avión privado iba gente de relleno. Así que vimos el partido. En el entretiempo hubo un lunch en el que estaban Luis Islas, Sergio Goycochea... Yo decía: “¡Dios mío! ¿Dónde estoy?”. Después nos volvimos, agarramos la camioneta y fuimos a comer. Al principio eran todas historias así: flores, ositos, notitas... Era hermoso.

¿Un romántico?

?Sí, muy. En ese tiempo sí. Después vino una etapa de un Diego irreconocible, violento, enfermo de celos... Al punto de no poder ir al supermercado: yo me escapaba para ir a trabajar.

 

Diego y Laura

 

¿Qué te decía?

?Que era el amor de su vida, que era su novia, su mujer y que no quería que nadie me mirara. Llegó al extremo de que, cuando llegaba Guille al lugar donde vivíamos, yo no podía mirarlo a la cara. Era demasiado ya.

¿En qué momento empezó con esos celos patológicos?

?Fue a medida que el consumo fue creciendo?

Cuando vos lo conociste él ya consumía, ¿verdad?

Sí.

¿Y vos consumías algo?

Alcohol, a la noche.

¿Ningún tipo de droga?

No.

¿Y cómo manejabas esa situación?

Fueron tres meses, calculo, en los que era: “¿Querés?”, “No, gracias”; “¿Querés?”, “No, gracias”; “¿Querés?”, “No, gracias”... Jugábamos a las cartas hasta las cinco de la mañana, yo me quedaba dormida, y cuando me despertaba, estaba mirándome. “Ah, ya te despertaste. ¿Querés?”, “No, gracias”. Hasta que llegó un momento en el que dije: “Bueno, dale”.

¿O sea vos probaste la cocaína con él?

Sí.

¿Y también te volviste adicta?

Yo me enfermé mal. Y me interné un par de veces con 40 kilos... Porque consumía a la par de una persona de 80 o 90 kilos, deportista.

¿Te internaste por sobredosis?

?No era sobredosis, era que mi cuerpo ya no podía más... No le estoy echando la culpa a Diego, ojo. Pero es que no podía estar con él, si no... Nosotros alquilamos un departamento, porque yo vivía en un monoambiente. Entonces me dijo: “Gorda, buscate algo grande y nos vamos”. Ahí fue que nos mudamos a Juan María Gutiérrez y Austria.

¿Entonces convivieron?

Sí, claro.

¿Cuánto tiempo?

Dos años.

Decías que cuando él consumía se ponía más violento...

Era con el correr de las horas. El consumo tiene sus diferentes etapas. La primera es jolgorio, la segunda es otra cosa, a la tercera te ponés a jugar a algo, en la cuarta te pones a limpiar... Diego le cambiaba las piedritas a mis gatos. Él aprendió a pasar un trapo de piso en la cocina. Yo quería traerlo a mi mundo?

Pero él te arrastró al suyo.

Claro. Y siempre surgía algo, pero es parte de lo que pasa cuando estás en ese estado. Como el hecho de poner cintas en las cortinas para que no entre la luz. Son cosas feas, cosas de las que me hace mal hablar porque me remontan a un pasado que no debería haber sido así.

 

 

Pero él te impidió que trabajaras, por ejemplo.

Eso fue de entrada. Decía: “¿Cómo mi novia va a trabajar?”. Yo le explicaba que a mí me hacía bien. Pero me decía: “No, porque te van a mirar, te van a querer...”. Una locura.

¿Te controlaba con la ropa que usabas? ¿Qué pasaba cuando querían salir?

Con la ropa no me decía nada. Y salíamos cuando podíamos, lo que pasa es que él no podía ir a ningún lado. La única vez que caminé de la mano en una plaza con él fue en Cuba. Ahí lo conocí limpio. Era un caballero: hasta me abría la puerta del auto.

O sea que esa etapa oscura duró hasta el 2000...

Sí.

¿Él fue agresivo con vos?

No te voy a contestar eso. Perdón.

Te lo pregunto porque es lo que se dijo y era una época en la que las mujeres no eran escuchadas y la Justicia no las amparaba. Me imagino que, con todo lo que implicaba Maradona, no debe haber sido nada fácil?

No, no fue fácil. Pero... después conocí algo bueno de él.

¿En Cuba?

Sí. Primero él viajó solo. Bah, con la “familia”... Cuando se vuelven, me viene a buscar Gabriel Buono y voy yo. Y después, lo mismo: cuando fue Rodrigo (Bueno), olvidate de que yo pudiera verlo...

¿Olvidate por qué? ¿Por celos?

Claro. Así que me mandaron para acá y, cuando volví, ya era todo un descontrol. Hablan de un centro de rehabilitación, pero era todo una mentira.

¿Qué pasaba en La Pradera?

El primer tiempo le hizo bien. Pero un día cayó una persona con droga.

¿Quién cayó?

No me voy a meter ahí?

¿Diego volvió a consumir?

Sí. Me mostró y me dijo: “Ma”. Yo le dije: “No, Gordi. Vamos a tomarnos una latita de cerveza, vamos al mar... No arranquemos de vuelta”. Pero él volvió con todo. Y yo pensé: “Otra vez no”. Entonces me volví... Y así sucesivamente. Nunca nos despedimos. Siempre fue un: “Hasta luego, mi amor”. Pero un día dije: “Basta”.

¿Entonces te fuiste a España?

Claro. Para la gente que está diciendo que me llevaron a España para esconderme, yo me fui por mis propios medios a salvarme a mí misma. Quería recuperar la noción del tiempo y del espacio...

¿Qué año fue?

En el 2002, cuando estaba embarazada.

¿Te fuiste en plena gestación?

Yo no sabía que estaba embarazada. Tenía un poco de pancita y mi amiga me compró un test que me dio positivo.

¿Es decir que quedaste embarazada en Cuba y te enteraste en España?

Sí. Me aguanté cinco meses allá, hasta que ya necesitaba a mi mamá, a mi país... ¡Qué se yo! Estaba ilegal y no tenía forma de sacar la ciudadanía. Así que me vine a Buenos Aires. Y al día siguiente de mi regreso, me llamó Diego y me dijo: “Yo sé todo”. Le pregunto: “¿Qué sabés?”. “Te paso a buscar”, me dijo. Sabía hasta dónde vivía: ya estaba en Darregueira y Santa Fe, que es donde nació mi hijo.

¿No le habías dicho nada de tu embarazo?

Nada. Pero él se enteró y me vino a buscar. Estuvimos juntos hasta los casi dos años de vida de mi hijo. Y hubo muchas cosas de por medio. Tuvo la internación esa por la famosa curatela que le pidió el hermano? ¿Podemos hacer una pausa?

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