La percepción del riesgo de salir de casa en contexto de pandemia disminuye a medida que aumenta el nivel educativo y socioeconómico, según un relevamiento nacional realizado por la Fundación Bunge y Born, que también mostró que las necesidades psicológicas y sociales son más postergables que las económicas como argumento para romper la cuarentena.
En cuanto a la postura frente al aislamiento social preventivo y obligatorio que rige por la pandemia de coronavirus, el estudio muestra que está estrechamente vinculada con el riesgo que percibe al estar afuera de su hogar; es decir, a menor temor, es más probable que se la considere "autoritaria" y, a la inversa, mientras más importante es la idea de peligro, más se pondera la cuarentena como una medida de "cuidado".
No obstante, a lo largo del estudio, la cuarentena fue entendida como "autoritaria e innecesaria" por apenas entre un 5,4% y un 9,7% de los encuestados, comenzando en la primera etapa con un 5%, señala el estudio basado en un relevamiento realizado entre el 23 de abril y el 17 de julio de 2020.
"A partir de los resultados de este estudio, identificamos una oportunidad de identificar grupos que consideramos más reticentes a cumplir medidas de aislamiento, como los de mayor nivel educativo y nivel socioeconómico, que permite elaborar campañas de comunicación dirigidas a estos grupos", dijo Brenda Walter, coordinadora del estudio Índice de Propensión al Riesgo en Salud (IPRIS).
Esta investigación evidenció que la percepción de riesgo de salir del hogar es inversamente proporcional al nivel educativo; es decir, las personas con instrucción primaria son las que tienen mayor miedo al virus, seguidos por los de secundaria; quedando más atrás los de nivel terciario y posgrado.
Las personas con instrucción primaria son las que tienen mayor miedo al virus, seguidos por los de secundaria; quedando más atrás los de nivel terciario y posgrado.
"Una cosa es la capacidad de mentalizar algo y otra muy distinta es cómo se para frente a esa percepción de riesgo, y lo que vemos es que quizás la menor percepción de riesgo podría estar asociada a la mayor capacidad de acceso a los servicios públicos y privados de salud de las personas con mayor nivel educativo y socioeconómico", dijo Martín Olego, uno de los integrantes del equipo de investigación, en una conferencia brindada por Zoom de la que participó Télam.
Este especialista en estadística matemática explicó que la situación de estar "doblemente cubiertos" por el sistema de salud público y el pago de alguna obra social y prepaga, a lo que se podría sumar, eventualmente "cierta contención familiar para dejar de trabajar".
"La menor percepción de riesgo podría estar asociada a la mayor capacidad de acceso a los servicios públicos y privados de salud de las personas con mayor nivel educativo y socioeconómico"
MARTÍN OLEGO
El estudio también revela que hubo una disminución en la percepción de riesgo a medida que pasó el tiempo, es decir que también fue inversamente proporcional a la circulación del virus Covid-19.
El miedo a infectarse por salir de casa es más alto en personas de mayor edad, entre quienes tienen enfermedades preexistentes, quienes practican hábitos más saludables - chequeos clínicos periódicos, no se automedican, comen sano y hacen ejercicios, entre otros- y en mujeres.
A nivel geográfico, los lugares con menor percepción de riesgo fueron Corrientes, Ciudad de Buenos Aires (CABA) y La Pampa, mientras que donde más se percibió fue en Tucumán, la región del Gran Buenos Aires (GBA) y Jujuy.
"Las necesidades psicológicas y sociales fueron más maleables y volátiles; mientras que no es fácil manipular la necesidad económica de las personas"
MARTÍN OLEGO
Además, la necesidad económica de salir a trabajar "se estabilizó en un punto alto desde el comienzo y tendió al aumento constante", mientras que psicológicas y sociales -como visitar familiares y amigos o hacer ejercicios- fluctuó de acuerdo a la situación sanitaria.
"Es decir, las necesidades psicológicas y sociales fueron más maleables y volátiles; mientras que no es fácil manipular la necesidad económica de las personas, que parecen tener una dinámica propia: éste es un punto a tener en cuenta en la planificación de una segunda cuarentena, en caso de ser necesaria", dijo Olego.
El IPRIS fue elaborado de forma continua, lo que permitió detectar las variaciones en el tiempo, mediante un total de 15.107 casos, en cuatro etapas. El relevamiento se hizo con encuestas telefónicas a personas mayores de 15 años.
Con información de Télam.