Oloixarac: bienvenida la ficción al periodismo – Negocios & Política
 

Análisis |Oloixarac: bienvenida la ficción al periodismo

La escritora Pola Oloixarac irrumpió con una columna provocadora sobre el jefe de Gabinete. Mecanismos literarios puestos al servicio de la crítica política, un discurso que incomoda.
Federico García
Política
Federico García
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Bastó un tuit con una foto del jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el recorte de un párrafo de la columna de Pola Oloixarac en La Nación para que un buen número de usuarios en las redes sociales se volcara a creer que se trataba de una respuesta contramachista a los artículos revisteriles que suelen mostrar el look de las mujeres de la política. 

Muchos de esos cibernautas fueron periodistas que, o bien cayeron en la trampa, o leyeron la columna y decidieron continuar alimentando el falso debate, mucho más preocupados por las formas de lo que se dice que por lo que se dice. Alguien hasta podría llegar a decir que son ellos los frívolos.  

Pero más allá de esa serialización de mensajes superficiales a la que nos tiene acostumbrados el periodismo de hoy, la escritora logró lo que más importa en ese contexto: mostrar su firma, su nombre propio.  

Cuántos la conocían hasta hace menos de una semana y cuántos esperan ahora su próxima crítica para leerla e indignarse. Ni hablar de aquellos a quienes les hubiera encantado escribir esa fina y salvaje descripción de la casta peronista y que, por envidia, rechazaron incluso sacándola de la esfera del periodismo y tildándola de sexista. 

Hasta el presidente Alberto Fernández cayó en la tentación de darle “me gusta” a un comentario sobre el escrito de Oloixarac que decía “esto no es periodismo”, lo que además revela, según entendió la autora, una preocupación por el discurso antes que por los hechos. 

Imaginarios

Quizás sea cierto y hasta convenga que lo de Pola no sea periodismo porque la autora plantea una relación tóxica, de tire y afloje, celosa, entre su pluma y los factores de poder, mientras que la norma periodística que hoy se impone manifiesta en ese sentido un amor ciego más parecido al de las novelas de caballerías. 

Además, la escritora -tiene tres novelas- avisa desde el primer párrafo que todo lo que vendrá después tiene su origen en un discurso que ya circula en la sociedad: los suspiros que arranca el jefe de Gabinete en la platea femenina y los memes que se crean y comparten en torno a la belleza de Cafiero, en consonancia con el crecimiento de su exposición en los medios de comunicación. 

Es decir que, lejos del discurso mediático, que busca generar imaginarios e instalarlos en la agenda (por no decir en las mentes) de los espectadores, Pola recoge los dichos de la gran conversación diaria para ofrecer una (re) lectura del orden social y, en particular, del orden peronista, plagado de simbología. Así planteadas las cosas, habría que ver quién es quién a la hora de crear y manipular las distopías en las pantallas. 

Como buena literata, Oloixarac fabrica un escenario y monta personajes que tienen su anclaje en la realidad. Eso le permite, desde la ficción, establecer puntos de discusión sobre los dispositivos y alcances del marketing político, de las anomalías democráticas y las incongruencias entre discurso y acción de los dirigentes. 

Amores políticos

En esa trama, la enamorada de los rulos, la barba y las pulseritas de Cafiero y de su impronta de militante deconstruido del siglo XXI se decepciona cuando su príncipe azul abre la boca, confirmando que, en la Argentina actual, las lejanías ideológicas pueden más que el amor. 

Por eso mismo la columna genera tanto enojo en el Frente de Todos -y esto lo recalcó la misma autora en una confesión posterior-, porque para el discurso popular es altamente ofensivo que se deje expuesta la aristocracia al interior del movimiento, donde la herencia de familia es muy fuerte.

Es nocivo para el mensaje popular quedar ligado a un campo semántico que incluya al ADN y a la herencia de sangre como formas de ejercer el poder. 

En ese plano, no existe la posibilidad de un desencanto amoroso entre el pueblo y el peronismo. Eso sería catastrófico, porque precisamente el justicialismo se construyó sobre las bases del amor entre el líder y la masa y por ello no entra en su cosmovisión que alguien no se relacione con el peronismo de forma amorosa. 

La imposibilidad de dejar penetrar la crítica y dirigirse solamente a los propios, a los convencidos, choca con la intención seductora de la política partidaria y eso a la vez lesiona la capacidad de diálogo. 

Por eso, tal vez a partir de ahora sea mucho más apropiado rodear la realidad con ficciones a través de las cuales debatir y comprender mejor nuestro presente. Al fin y al cabo, la vida es una ficción y la política, creadora de realidades. 

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