Moderados: hacia un bipartidismo que no termine en el infierno – Negocios & Política
 

Análisis |Moderados: hacia un bipartidismo que no termine en el infierno

Federico García, licenciado en Letras y periodista
Opinión
Federico García, licenciado en Letras y periodista
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En las últimas semanas se viene hablando fuertemente de la interna de Juntos por el Cambio, la cual se dirime entre el ala dura y el ala moderada. La primera, representada por el ex presidente Mauricio Macri y su ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. La segunda, liderada por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la ex gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. 

Del otro lado de la grieta, la discusión es similar: los “dialoguistas” del gobierno, más ligados a la figura del presidente Alberto Fernández, dirimen espacios con el sector más rígido de la coalición peronista, que lleva a la letra K como su estampa. 

En este escenario, no queda claro si ese agrietamiento al interior de la grieta se debe a la pandemia, a las cercanías de las elecciones o a una madurez política, o a todo eso junto. 

La pandemia

Es innegable que el hecho de que hoy se hable de Rodríguez Larreta como el jefe de la oposición tiene mucho que ver con Alberto Fernández. El presidente asumió con una gran imagen positiva y la llegada del Covid-19 a la Argentina coincidió con ese momento y, además, con el consecuente rearmado de las filas opositoras, atomizadas luego de la paliza electoral de diciembre. 

En cada anuncio, el ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner sentó a su lado al mandatario porteño con el fin de dar señales de unidad nacional ante la crisis sanitaria. Al principio todo fueron risas y convivencia armónica, pero con el avance de la pandemia volvieron a aflorar las diferencias ideológicas. 

Sin embargo, el rédito político obtenido por su cercanía con la buena imagen del presidente, inclinó a Rodríguez Larreta a continuar con la estrategia de moderación, lo cual terminó por recrudecer las disputas al interior de la derecha. 

Elecciones en el horizonte

También es cierto que el ala moderada de Cambiemos es la única que tiene responsabilidades de gobierno y, mientras Mauricio Macri vacacionaba por Europa, Larreta tuvo que mostrar sus destrezas como piloto de tormentas. 

Para eso se valió de su cercanía histórica con María Eugenia Vidal, quien ingresó a la política de la mano de Horacio en el grupo Sophia a mediados de los 90. Fue así que, de decir en 2017 que “Vidal y yo somos lo mismo que Macri”, el jefe de Gobierno porteño tomó de la mano a la leona y se distanciaron -por ahora sólo discursivamente- de Mauricio.

A medida que el tiempo que nos separa de las Paso 2021 se va acortando, las palabras salen mucho más mansas de la boca de los dirigentes, quienes ahora bregan por el diálogo y el consenso con quienes hasta hace menos de un año guerreaban. 

En el último combate electoral que protagonizaron peronistas y cambiemitas, quedó en claro que quien domina el discurso de centro se lleva a los indecisos para su molino. Esa es hoy la batalla por la dominación simbólica -desde el discurso- y política -desde los hechos- del espectro social en el país.

Madurez política

El hecho de que los espacios políticos se doblen y no se rompan puede ser un indicio de que, en la joven democracia ininterrumpida del 83 a la fecha, la lucha comienza a darse tanto al interior de las formaciones partidarias como entre ellas. 

Nadie puede decir que Macri y Larreta no tienen las mismas -o muy similares- apreciaciones sobre cómo se debe organizar el Estado y de la relación de éste mantiene con todas las esferas de la praxis social. Entonces, todo se reduce a una batalla de estilos que buscan imponer su dialéctica particular para comunicar un mismo conjunto de ideas.  

Mientras en el pasado reciente, la intensificación de las discusiones internas terminaba con la fractura de las alianza, hoy la mira parece estar puesta en dominar un grupo mayoritario que tenga posibilidades electorales claras. 

De ello deviene que el sistema político parece comenzar a respirar un bipartidismo en el que dos oficialismos se alternan en el poder. Al fin y al cabo, el peronismo y sus opositores más fuertes no dejan de ser dos visiones y versiones distintas y antagónicas del modelo capitalista. 

La paradoja reside en que, si bien esta tendencia bipartidista genera mayor estabilidad de la democracia, puede derivar en la invisibilización de aquellas voces que no encuentran representatividad partidaria. 

Mentira moderada o cómo evitar el infierno

Frente a una realidad que tiende a fortalecer dos esferas, es más que claro que es imposible la existencia de los “moderados” como dispositivos independientes que crean puentes entre ambas.

Francamente, habría que preguntarse si alguna vez en la historia verdaderamente existió tal cosa como un partido de centro, algo que resulta muy dificultoso en cualquier proceso que implique humanidad, ya que el “centrismo” no tiene base ideológica determinada. 

El ideal aristotélico de equilibrio político no puede coexistir con un mundo polarizado. Lo más factible es que esa moderación se dé como se está dando ahora en la Argentina: hacia corazón de los partidos, debido a que, además, eso los fortalece como contenedores de las esperanzas y proyecciones de un electorado posible.

Muchas veces, los "moderados" son aquellos que se ponen el traje de "apolíticos" y que, por ello, se distancian de los espacios tradicionales. Probablemente en un futuro no tan lejano, si se profundiza esta fisonomía política, estas personas comiencen a sentir el llamado a participar, a proponer y seguir ideales y entender la importancia de involucrarse en un espacio determinado para inclinar la realidad.

Acaso Juntos por el Cambio no haya sido exactamente eso: una necesidad de canalizar democráticamente las proyecciones de un sector de la sociedad que, de otra forma, llegaba al poder por vías no convencionales y hasta violentas.

Comprometerse significará, por otro lado, salvarse del infierno dantesco en el que los que nunca lucharon por un ideal son castigados a perseguir una bandera para toda la eternidad. 

 

*Federico García, licenciado en Letras y periodista.

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