Un estudio publicado por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo indicó que 3 de cada 10 personas ocupadas sufren violencia laboral, ya sea física o moral. El acoso moral y el hostigamiento alcanzan a un 14% de los trabajadores asalariados y casi al 10% de los trabajadores por cuenta propia. Además, aseguran que la violencia laboral provoca un daño directo a la integridad de las personas, afectando su salud física y mental, su vida laboral y social.

Según este análisis las personas trabajadoras sufren el doble de eventos negativos en su salud y bienestar cuando padecen violencia laboral, siendo las mujeres las más afectadas por acoso psicológico y hostigamiento; violencia externa y de compañeros. Asimismo, se evidencia una “asociación importante con las deficiencias en la organización del trabajo, el modo de gestión de los vínculos interpersonales al interior del espacio de trabajo, y las de la gestión de la prevención”.

El contexto de crisis actual producido por la pandemia demuestra, el papel crucial que juega la Salud y Seguridad en el Trabajo (SST) en el abordaje de esta problemática para prevenir la violencia y el acoso en el entorno laboral y demás ámbitos.

Principales conclusiones del estudio

• Entre los años 2009-2018 los fenómenos de violencia en el trabajo no han disminuido en Argentina.
• Las diferenciales de sexo se mantienen, afectando a las mujeres en mayor proporción en todas sus formas.
• Se identifican en el medioambiente laboral condiciones de precariedad que favorecen los eventos violentos.
• Se reconocen a los factores de la organización del trabajo como el clima laboral, el apoyo social de jefes y compañeros, la valoración – reconocimiento, y la calidad del liderazgo asociados a la violencia y el hostigamiento en el trabajo.
• Las deficiencias en materia de gestión de la prevención de riesgos se asocian a la presencia de violencia laboral.

Sectores más violentados

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), aquellas personas que trabajan en zonas y empleos de alto riesgo de infección suelen ser estigmatizadas y discriminadas, lo que conduce a su exclusión de la comunidad y a una mayor exposición a la violencia. La experiencia demuestra que la violencia, las amenazas y el hostigamiento (tanto físico como psicológico) pueden aumentar durante un brote, como el que estamos transitando.

Tampoco se puede dejar de lado la perspectiva de género a la hora de analizar la violencia laboral, es decir, la desigualdad tradicional entre hombres y mujeres es uno de los ejes fundamentales en esta problemática. La temática de género a partir de la creación en el gabinete nacional del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad- (MMGyD) generó un avance crucial.

Estadísticas:

Violencia laboral según sexo:

Entre quienes padecieron situaciones de violencia, las mujeres fueron más perjudicadas que los hombres: recibieron más agresión por parte de sus compañeros, sufrieron en mayor medida acoso sexual y hostigamiento psicológico y, resultaron más afectadas a las situaciones de agresiones de público, pacientes y clientes. Sólo se equiparán hombres y mujeres en el ítem de agresión de jefes o superiores, mientras que los hombres recibieron mayores amenazas de despido que las mujeres.

Violencia laboral según grupo etario:

En cuanto al grupo etario el fenómeno que más sufren los jóvenes menores de 34 años es la agresión de tipo externo, la cual va disminuyendo en los siguientes rangos etarios, mientras que los otros tipos de violencia se distribuyen de un modo bastante similar en todos los grupos de edad.

El análisis asegura que “los fenómenos de violencia laboral ocurren en todas las regiones y en todas las ramas de actividad. Es por ello que el abordaje de la problemática requiere una estrategia federal, articulada por medio de la autoridad nacional y sus representaciones locales.” y concluye reflexionando que “La responsabilidad de la prevención de la violencia en el espacio de trabajo es del empleador, la garantía ha de ser el Estado.”|