La llegada de la pandemia de coronavirus dejó al desnudo las desventajas sanitarias de las aglomeraciones urbanas, sobre todo porque, allá lejos en el campo y en pequeños pueblos, los embates del Sars-Cov-2 se hicieron sentir con mucho menos fuerza que en aquellos asentamientos en los que los ciudadanos caminan hombro con hombro.

Un estudio de la Fundación Colsecor, que consistió en 73 preguntas realizadas a 1.567 personas en julio último, le puso números a la ambivalencia entre satisfacción e insatisfacción cuando estas valoraciones se ligan al lugar donde se vive, según sea éste una gran ciudad o una pequeña localidad.

Los encuestados son oriundos de 168 ciudades argentinas, las cuales se dividieron según la cantidad de habitantes, es decir, si tiene más de 100.000, entre 35.000 y 100.000, entre 35.000 y 10.000 y aquellas de menos de 10.000.

Además, estos ciudadanos respondieron sobre cuatro ejes distintos: el primero los indagó sobre su bienestar personal, mientras que el siguiente lo hizo sobre la satisfacción con la vida en su localidad de residencia. El tercero abordó temas como la migración, confianza social, el futuro, Estado y mercado, y el cuarto y último preguntó respecto de la participación comunitaria.

Como primer dato concreto, la Medición de Calidad de Vida en Pueblos y Ciudades destacó una importante baja en la satisfacción con respecto a la calidad de vida en relación al año pasado. Sin distinción del lugar de residencia, el índice en este rubro bajó de un 79% en 2020 a un 67% en 2021.

Pero además, frente a la pregunta “¿Con qué frecuencia diría que se siente feliz?”, aquellos que contestaron “todo el tiempo” el año pasado representaron el 24%, al tiempo que, este año, esa respuesta fue dada por el 10%.

Las mismas tendencias se repiten en las preguntas sobre con qué frecuencia se siente optimista, preocupado o triste, rubros en los que se denota una caída en términos morales y anímicos respecto del año anterior.

La preocupación por el trabajo

En la comparativa con el 2020, este año se observa, en general, una percepción de deterioro y mucho de ello tiene que ver con la crisis económica: “Quienes viven en localidades pequeñas sienten menos tristeza e insatisfacción laboral y se muestran más conformes con sus ingresos que quienes habitan grandes urbes”, señalaron.

Para llegar a esa conclusión, los politólogos indagaron en cuanto a la percepción de la oferta laboral. En las ciudades de más de 100.000 habitantes, un 7% se mostró muy satisfecho, mientras que en localidades menores a 10.000 habitantes, ese número se eleva al 16%, es decir, más del doble.

Lo mismo sucede cuando los encuestadores preguntan sobre los ingresos económicos que pueden obtenerse en cada asentamiento urbano: en los grandes aglomerados, el 8% se mostró muy satisfecho, y en pueblos más chicos, la satisfacción alcanza al 15%. 

Educación, seguridad y servicios

La calidad de vida no tiene que ver solamente con los ingresos económicos, sino con el acceso a los servicios básicos y a una buena educación, así como a la seguridad ciudadana.

Cuando fueron consultados sobre la calidad educativa, los participantes de las ciudades de más de 100.000 habitantes contestaron que estaban muy satisfechos en un 29%, a diferencia de sus compatriotas de localidades con menos de 10.000 habitantes, quienes en un 35% respondieron lo mismo. En tanto, los “muy insatisfechos” marcaron 19% y 9%, respectivamente.

Distinto panorama se da al indagar sobre la educación superior. Mientras que en las grandes aglomeraciones, un 37% dijo estar muy conforme, en los lugares de menor tamaño, un 21% respondió igual. Otro dato es que un 17% aseguró que no existe oferta académica en su ciudad.

Por su parte, el funcionamiento de los servicios públicos genera mucha satisfacción en un 20% de los citadinos, y en un 29% de los pueblerinos. Sin embargo, de año a año, ese índice cayó del 40% al 23% sin tener en cuenta el lugar de origen.

Lo contrario sucede cuando se analiza la atención médica, puesto que el 65% de los que viven en grandes urbes dice estar satisfecho con las especialidades que tiene disponible, mientras que ese porcentaje baja al 43% en las de menos de 10.000 habitantes.

La diferencia mayor entre grandes y pequeños asentamientos quizás sea la seguridad, ya que los que viven en lugares con más de 100.000 personas dijeron estar en apenas un 6% muy satisfechos, a la vez que un 44% contestó que estaba muy insatisfecho. En el mismo rubro, los que habitan entre menos de 10.000 vecinos dijeron sentirse muy satisfechos en un 33% y muy insatisfechos, un 10%.

Nueva vida

La encuesta examina además la potencialidad migratoria de las personas. Este año, el 52% de los participantes del estudio afirma que probablemente se iría al exterior, frente a un 46% del 2020.

Por otro lado, la posibilidad de migrar de ciudades grandes hacia las pequeñas dentro de la Argentina se mantiene alta y llega al 54%, casi en los mismos parámetros que 2020, cuando marcó 53%.

Asimismo, aumenta la potencialidad migratoria de localidades pequeñas a grandes, con un promedio de 14% que “seguro se iría” de 2020 contra un 21% de 2021.

En tanto, se observa que los habitantes de ciudades más chicas tienen mayor tendencia a mudarse hacia las grandes ciudades, que aquellos que viven en lugares con más de 100.000 habitantes: 23% contra 15%.

Paradójicamente, en las ciudades de menos de 10.000 habitantes, un 30% contestó que “seguro no me iría” hacia un lugar más poblado y, de su lado, un 15% de los que viven en urbes de más de 100.000 habitantes contestaron igual.   |