Los comensales las adoran con tanta intensidad que terminaron eligiéndolas como plato principal. Así nacieron las papas a la francesa, papas con cheddar y bacon, entre muchas más variantes creadas. Hoy en día no solo se consumen a la hora de la comida, sino que los jóvenes las eligen hasta para un 'after office' con una rica cerveza, o para un antojo a las 3 de la mañana.
Cada 20 de agosto se celebra el Día Mundial de la Papa Frita, aunque todavía hay dos países europeos que pretenden asegurarse el crédito del plato: Francia y Bélgica. Los franceses aseguran que a fines del siglo XVIII se vendían sobre el Pont Neuf de París, mientras que los belgas sostienen que nacieron en la ciudad de Namur en el invierno de 1680. Se desconoce quién decidió proclamar al 20 de agosto como Día Mundial de las Papas Fritas, pero la fecha quedó instaurada en el inconsciente colectivo.
Desde pescado y papas fritas en Inglaterra, un plato de "poutine" en Québec, filetes parisinos con papas a la francesa, papas fritas belgas con mayonesa hasta incluso, una orden "gigante" de papas fritas en EE.UU., muchos lugares han adoptado las papas fritas y han creado su mejor versión propia.
A pesar del nombre común de este plato, y el hecho de que Francia le ha dado al mundo muchas comidas famosas, desde la baguette al soufflé, según Albert Verdeyen, chef y coautor del libro Carrément Frites, las papas fritas son belgas. Él fue quien se ocupó de aclarar que no significa nada el hecho de que los americanos las llamen "French Fries", ya que en realidad son "papas francófonas".
La tradición popular afirma que las papas fritas originales nacieron en Namur, en la Bélgica francófona, donde los lugareños eran especialmente aficionados al pescado frito. Cuando el río Mosa se congeló durante un invierno frío en 1680, la gente frió papas en lugar de los peces pequeños a los que estaban acostumbrados, y nacieron las papas fritas. Sin ir más lejos, esta ciudad belga le dio el nombre. Los soldados estadounidenses, estacionados en la región francófona durante la Primera Guerra Mundial, las llamaron "French Fries". En 2003, un belga compitió para llenar de papas fritas una cesta de 3,5 m de alto y 1200 kg de peso.
Aunque Bélgica está solicitando en la actualidad a la Unesco que respalde a las papas fritas como icono oficial del patrimonio cultural belga, algunos no creen en la leyenda.
El historiador culinario Pierre Leclercq, profesor de la Universidad de Lieja, señaló en un artículo que la historia sobre Namur "no es plausibile". Las papas no se introdujeron en la región hasta 1735, e incluso una vez que los habitantes de Namur tuvieron los tubérculos a su disposición, dijo Leclercq, es poco probable que los frieran. Los franceses afirman que la primera forma de esta preparación fue el Pont-Neuf, una patata frita vendida en carritos en el puente más antiguo de París, el Pont Neuf, a finales del siglo XVIII.
Pero tal vez no es su "partida de nacimiento" lo que importa a la hora de decidir quién merece reclamar a las papas fritas, sino quién creó la versión más emblemática del plato. Para algunos, las papas a la francesa, sin importar sus orígenes francófonos, se han vuelto estadounidenses, ya que el consumo promedio por persona es de cerca de más de 13 kilos al año. Podría decirse que los americanos no pueden vivir sin papas fritas. Vienen siempre con cualquier menú y las consumen para cualquier ocasión, ya sea viendo un partido de fútbol, hasta una reunión social o inclusive en el desayuno.
Mientras que Canadá, hogar de McCain Foods, el mayor fabricante mundial de papas fritas congeladas, las ha convertido en un plato nacional gracias a la Poutine, la combinación de papas fritas, cuajada de queso y salsa que apareció por primera vez en la zona rural de Québec en la década de 1950.|