La llegada de Matias Morla a Diego Maradona siempre se relata con épica, como casi todo lo que sucedía en el mundo del Diez .
Es por eso que sus allegados insisten en que cuando el abogado tenía 15 años y vivía en Ramos Mejía soñaba con convertirse en un profesional exitoso y poder representar a su máximo ídolo.
La versión menos edulcorada dice que fue su polémico colega, Víctor Stinfale, quien le abrió las puertas a ese mundo en 2012. En ese momento, Morla había tenido participación en algunos casos mediáticos y era conocido por sus grandes ambiciones, pero hubo una cualidad que lo destacó del resto: era el único dispuesto a vivir para Maradona y acatar todos sus caprichos, al punto por ejemplo de haber faltado al entierro de su madre por acompañarlo.
“Una persona que tiene otros compromisos o que se dedica a su familia, no puede trabajar para alguien que te dice de la noche a la mañana 'Nos vamos a Europa' o que, a las tres de la mañana, te pide un pack de gaseosas y se lo tenés que conseguir sí o sí”, cuenta alguien que lo conoce y según describen Giselle Leclercq y Agustín Gallardo en la revista Noticias.
En este punto, todos coinciden: Morla dedicó su vida de forma exclusiva a Maradona. Supo ganarse la confianza del jugador y en poco tiempo se convirtió en el líder de su entorno -palabra que él detesta- y en su socio en la empresa Sattivica S.A. a través de la cual se registraron marcas como “Maradona”, “El 10” y “La mano de dios”. Su etapa fue una de las más prósperas en la vida del jugador. Cuando se conocieron, “Diego estaba a punto de vender un anillo para irse de joda”, cuentan allegados.
Con el nuevo abogado llegó Dubai, se ordenaron las cuentas, se ganaron juicios millonarios y se cerraron contratos por todo el mundo. Sin embargo, la interpretación que se hace de estos hechos varía entre defensores y detractores.
Los primeros valoran la lealtad y abnegación de Morla hacia su ídolo; los segundos lo acusan de haber orquestado un plan para crear una máquina de facturar y sospechan de la buena fe de sus actos. Maradona y Claudia Villafañe se divorciaron en el 2003. Durante casi una década, Claudia fue la administradora de su ex pareja hasta que Diego comenzó a sospechar que ella lo había estafado.
En 2012, el jugador decidió contratar a Walter Soriano, el director de la consultora USG Security LTD como encargado para administrar sus bienes y dinero. “Soriano se llevó a Londres a Maradona y le hizo firmar la revocación de los poderes de Claudia y las pibas. Ahí se armó el quilombo”, cuenta alguien que es amigo de las dos partes. Sin embargo, esta consultoría duró apenas cuatro meses. Maradona no estaba conforme y los despidió. Morla, poco después, se convirtió en su abogado y también en su apoderado.
Además de la larga reconstrucción de bienes, propiedades, autos y objetos de lujo, la herencia del jugador contiene un elemento más que por estos días generó controversias: la marca Maradona. Hasta el momento, todas las marcas asociadas al apellido están regenteadas por la empresa Sattivica S.A., creada en 2015 en Alemania y que las patentó no solo en Argentina sino también en Bolivia, Uruguay, Paraguay, Australia e India.Según fuentes vinculadas a Morla, el abogado es el titular del 20% de la sociedad y el resto era propiedad de Maradona. Morla, a su vez, figura en el directorio de esta empresa junto a su cuñado Maximiliano Pomargo, quién con el correr del tiempo se convirtió en de las personas de máxima confianza del jugador y estuvo con él hasta su muerte.
De acuerdo a la información publicada en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI), esta compañía tiene pedidas 140 marcas asociadas al nombre del futbolista aunque no todas le fueron concedidas, ya que algunas estaban registradas a nombre de la sociedad, Filmor S.A. En estas marcas radica el gran negocio porque generan derechos económicos de por vida en diversos rubros, desde indumentarias a juegos de azar. “La marca Maradona es más grande que Pepsi”, subrayan especialistas en el tema.
El futuro de esta mina de oro es la próxima batalla que se viene. Morla relata a sus allegados que, en octubre, de un día para otro, decidió cederle su parte a Maradona en usufructo hasta el día de su muerte.
Por lo tanto, ese porcentaje ahora volvió a sus manos, lo que podría ser motivo de disputa con los herederos de Maradona.
En el entorno de Burlando deslizan que la Justicia deberá investigar si Morla escondió parte de las ganancias de Diego o si lo estafó de alguna manera. Sin ir más lejos, en octubre del 2019, el abogado tuvo un fuerte cruce con Dalma. Ella lo acusó de que él usaba dinero de su padre para hacer viajes al exterior por placer y él le respondió con una foto donde se la ve contando fajos de dólares. “Las hijas compraban departamentos mientras su padre estaba mal”, repetía el abogado.
Morla reconoce que su vida dio un vuelco desde que comenzó a representar a Maradona y dice que su enriquecimiento es solo por su trabajo, ya que se quedaba con un 10% de comisión por cada negocio que le cerraba a su cliente. Además, saca a relucir juicios como el que le ganó a Dolce & Gabbana. La empresa le había querido rendir un homenaje al futbolista en un desfile en el que se usó su camiseta, pero sin permiso. Un juez italiano resolvió que se debía indemnizar a Maradona con 70 mil euros.
A su lista de negocios, este año, se sumaron varios emprendimientos: la serie “Maradona, un sueño bendito”, que se emitirá por Amazon, por la que el jugador iba a cobrar regalías y que le iba a permitir difundir la versión oficial de su vida; una fábrica de pastas en Venezuela; los cigarros Maradona; contratos en Bielorrusia con el equipo Dinamo Brest; negocios en Cuba asociados a la hotelería; y el contrato con el club argentino Gimnasia y Esgrima de La Plata.
“Maradona necesitaba generar mucho dinero para sostener el nivel de gastos que tenía y poder darle plata como le daba a toda su familia”, cuentan quienes justifican por qué se comercializó su apellido.