Un trabajo observacional de dos investigadores de la Universidad de California plantea una hipótesis que suma puntos al uso del barbijo. En un artículo publicado en el New England Journal of Medicine, los doctores Mónica Gandhi y George Rutherford, del departamento de Epidemiología y Bioestadística de esa universidad, afirman que las mascarillas no frenan el ingreso del virus SARS-CoV-2, pero sí merma la exposición. Y hacen un paralelismo entre la acción del barbijo y la variolización, un procedimiento que se usaba antes de la vacuna contra la viruela para inmunizar a quienes no habían tenido esa enfermedad devastadora.
"Sin la vacuna será imposible llegar a la inmunidad de rebaño, es decir, a una proporción mayor del 60% de la población con anticuerpos que pueda proteger al resto del SARS-CoV-2. Pero el uso de los barbijos permite el contagio en dosis leves, como ocurría con la variolización. La gente se va contagiando con menos carga viral. No es una estrategia: simplemente, sucede”, destaca el artículo científico.
Cabe aclarar que el trabajo de la Universidad de California es un estudio observacional, porque no es ético exponer al virus SARS-CoV-2 a personas con y sin barbijo, pero allí se observa que si se usa barbijo correctamente puede haber una alta tasa de infectados asintomáticos pero una baja tasa de gente enferma. Es decir, el barbijo ofrece una protección parcial porque reduce el inóculo del virus.
En el trabajo de Gandhi y Rutherford se dice que en las sociedades donde el uso de los barbijos es casi universal, la proporción de casos asintomáticos es del 80%, mientras que en las sociedades en donde su uso no es generalizado, la proporción de casos asintomáticos es la mitad, el 40 por ciento.
La variolización
La viruela, una enfermedad que generó epidemias que diezmaban a pueblos enteros, fue enfrentada con distintos métodos antes de la llegaba de la vacuna, descubierta por Edward Jenner en 1796, la primera vacuna de la historia de la humanidad.
"No estoy de acuerdo con el uso del término 'variolización' en este artículo del New England Journal of Medicine. Porque la variolización fue la infección intencional con el virus patógeno de la viruela. De viruela se moría mucha gente, entonces se tomaban pequeñas cantidades de ese virus de alguien con viruela, pero que estaba vivo con la idea de que si se aplicaban esas partículas virales a una persona sana esta podría quedar protegida y sobrevivir, pero eso no siempre ocurría, porque se hacía con un virus muy riesgoso", dice Emilio Malchiodi, profesor titular de Inmunología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA e investigador superior del Conicet.
La práctica se extendió en China, India, África y pueblos de Asia Menor antes de la existencia de la vacuna. "Fue la esposa del embajador británico en Turquía quien introdujo esa estrategia en el mundo occidental", agrega Malchiodi,
Ya conocida la técnica en Europa, Jenner observó que las mujeres que ordeñaban vacas tenían vesículas de viruela bovina en sus manos, pero no se infectaban de viruela humana. "Entonces usó ese virus bovino natural, atenuado, como ocurre con las vacunas, para inmunizar a sus primeros pacientes. Y eligió la palabra 'vacuna', porque lo logró a partir de un virus de la vaca", puntualiza el especialista.
En 1796 Jenner hizo su experimento inicial: inoculó a un niño de 8 años, James Phipps, con virus de viruela bovina tomado de la ordeñadora Sarah Nelmes. Unos días más tarde, inoculó al pequeño con gérmenes de viruela humana. Y comprobó lo que esperaba: el virus de la viruela bovina había protegido a James contra la viruela.
La primera vacuna de la historia de la humanidad estaba en marcha, aunque Jenner -como es habitual entre los revolucionarios que cambian paradigmas- fue muy cuestionado por sus pares de época.