El asesinato de Roberto Sabo, el comerciante de 45 años destapó una gran problemática que venía sucediendo en Ramos Mejía y que los vecinos no recibían respuesta. Bastaron tres tiros en el tórax y una familia destruida para que los vecinos se movilizaran exigiendo más seguridad.
Un testigo alertó a la Policía cuando el asesino salió del local y se fugó con su cómplice, una menor de 15 años, en un Ford Focus negro que le robaron a un remisero que los había llevado hasta el lugar. Al huir, chocaron contra un árbol, e ingresaron a un supermercado con la intención de simular unas compras y cambiarse la vestimenta para evitar ser reconocidos. Más tarde, ambos huyeron en una moto robada a un repartidor, pero fueron detenidos por efectivos de la comisaría 2da. de Ramos Mejía en Avenida de Mayo y Rivadavia.
Con dolor en el alma, el padre de la víctima, expresó: “Nunca pensé que me iba a pasar esto. Me arruinaron la familia. Nunca más puedo vivir tranquilo. Quiero agradecer a Alberto y a Cristina, que largan a los chorros, a todos los asesinos, a los matones, a matar gente buena a la calle. Gracias Alberto y gracias Cristina. Y gracias Guillermo Moreno”.
Repudiando la protección que la policía otorga a los delincuentes, refrendó la polémica frase de Susana Giménez: “Al que mata hay que matarlo, pena de muerte a los delincuentes’”, y pidió la pena de muerte para quienes le arrebataron a su hijo: “hace 40 años que trabajo en la misma cuadra. No sé qué decir. Nunca pensé que me fuera a pasar esto. Quisiera cortarle las manos a quien vote por Alberto y por Cristina”. Los hijos del comerciante, sumergidos en el dolor, se sumaron al pedido de justicia que interpela a todos: "Ojalá esto sirva para algo y haga que cambien las cosas".
En el mismo sentido, los vecinos iniciaron una violenta batalla con las fuerzas policiales tras movilizarse exigiendo justicia y mayor seguridad para Ramos Mejía. Sin embargo, el ministro de Seguridad de la provincia, Sergio Berni se deslindó de responsabilidades y remarcó que "hay problemas relacionados con la autoridad y el orden", que exceden a la prevención del delito.
“Por favor señor fiscal no me pida la prisión perpetua, me quiero morir”, suplicó en llanto el asesino de Sabo, Leandro Súarez, de 30 años, quién se negó a declarar al ser indagado por el fiscal Federico Medone. Imputado de los delitos de homicidio criminis causae, robo calificado, hurto de vehículo, portación ilegal de arma de fuego de uso civil agravados por la participación de un menor, continuará detenido.
En tanto, la adolescente de 15 años aprehendida junto a Suárez quedó a disposición del fiscal Pablo Insúa, del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil del mismo Departamento Judicial, ya que por su edad es inimputable y se le aplica un encierro preventivo por cuestiones de peligrosidad.
La “sensación” y los nuevos delitos
"Los índices de inseguridad van bajando, pero la sensación aumenta porque tuvimos la idea de cambiar la cúpula de la Policía Federal", sostenía Néstor Kirchner el 2 de junio de 2004, en referencia a 107 oficiales pasados a retiro.Un año y cuatro meses después, el por entonces ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, expresaba: "No sólo bajó el índice delictivo en la provincia, sino que también disminuyó la sensación de inseguridad".
Tiempo después, el propio Aníbal Fernández insistió en la cuestión en discordia y en 2007, el funcionario nacional dijo: "la sensación de inseguridad debe desaparecer con la prevención del delito", inclusive un año después volvió a culpar a la prensa por la "sensación de inseguridad".
Pero para muchos la “sensación” era palpable y dejaba al descubierto el desborde de las olas delictivas y el flojo accionar de las fuerzas. En las últimas horas, Ramos Mejía volvió a sufrir de un nuevo hecho delictivo. Mientras todos estaban en plena movilización exigiendo justicia y mayor seguridad, una mujer era acribillada a tiros, a 20 cuadras de donde falleció el comerciante.
“Estaban todos armados, no corrí más lejos porque en ese momento sonó la alarma vecinal. El sonido es igual al de la sirena de un patrullero, por eso me escondí, porque tenía miedo de que se generara un tiroteo. Y los ladrones también se confundieron porque en un momento amagaron con irse. Pero cuando se dieron cuenta de que no venía la policía me vinieron a buscar y me gatillaron dos veces en el estómago. Estoy contenta de que no me mataron”, dijo la mujer celebrando estar viva.
La violenta escena registrada por una cámara de seguridad del barrio, muestra que fue atacada por cuatro ladrones armados que la sorprendieron arriba del auto, cuando ella estaba camino a casa de un amigo. En medio de amenazas la obligaron a bajar, la mujer salió corriendo y se escondió detrás de un vehículo que estaba estacionado atrás del de ella. Pero la fueron a buscar y le pidieron que pusieran el auto en marcha. “Hija de puta, ¿tenés el cielo comprado que no salen las balas?”, fueron las últimas palabras que escuchó mientras los delincuentes le gatillaban varias veces en la cabeza y el estómago.
Le sacaron los anillos, la cartera con toda la documentación, las tarjetas y el celular y a pesar de que el auto tiene rastreador, lo inhibieron y todavía no pudieron localizarlo pero descubrieron que la última localización del celular fue en la villa 1-11-14 del Bajo Flores.
Marianela, a diferencia de Roberto, hoy lo puede contar pero cuanto tiempo más pasará para que un nuevo hecho que atente contra la vida de uno de los vecinos de La Matanza vuelva a poner “la seguridad” como parte de la agenda pública. "Sucede en todos los lugares del mundo, en algunos más y en otros menos. Cuando uno está revisando estas cosas, las estadísticas no son nada. No se pueden explicar muchas cosas, cuando estamos trabajando en algo tan delicado”, dijo el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, con total relax justificándose por los incrementos de olas delictivas en varios puntos de la provincia y aludiendo a que "esto no es un supermercado, en que uno va a la góndola y agarra 200 gendarmes". Pero en época electoral todo vale y mientras los funcionarios ponen en agenda el post electoral, el pueblo se debate entre salir o callar, entre exigir o morir en el intento. |