El duelo, la muerte y la política. En la Edad Media, la muerte del monarca implicaba la posibilidad de enviar una señal de traición. Quien no lloraba a su rey, ponía en evidencia que construía para su sucesión, que armaba su imperio. El duelo y el luto, se perfilaron en la Edad Media como instrumentos de comunicación política. Todo es político. Carlos Saúl Menem ya no era rey hace más de una década y ese imperio menemista sintió su crepitar en los albores del 2003, pero ayer nació una figura que puede ser central en lo que viene: Zulemita.
El ex presidente tuvo su último adiós y ahora el escenario político vuelve a acomodarse de cara a lo que viene: la reestructuración de los PJ (Nación, provincia y CABA) y el armado de listas rumbo a las legislativas. Ahí, en un oficialismo carente de figuras, con un gabinete golpeado, Zulemita adquiere protagonismo. ¿Podrá Alberto Fernández sumar a la hija del riojano a su armado? Es difícil, Zulemita ya fue acaparada por otras figuras del peronismo díscolo y marginal pero, sí su figura trasciende esa vestimenta y ella visualiza que ese lugar le queda chico, nada es imposible.
El peregrinar de distintas figuras de la política al Salón Azul del Senado de la Nación, pudo haber sido una muestra de lo que se viene en términos peronistas. Si bien el acercamiento de la gente no fue masivo, la reacción espontánea sorprendió al oficialismo que esperaba una menor convocatoria. En la Rosada tomaron nota de algo central: en su gran mayoría, los que se acercaron a despedir a Menem fueron de clase media, mayores de 35 años y con una brutal crítica económica. Para el imaginario colectivo, Zulemita no forma parte del “establishment político”, es una outsider, es la representación de la clase media/media alta y ocupa un lugar de impacto en el sector liberal.
Ella va a ser candidata, ya lo era antes de la muerte del padre. Pero hoy esa muerte, que ya fue enlutada hace tiempo, consolida esa candidatura. No puede haber en la política argentina contemporánea una ausencia del apellido Menem. Como tampoco una ausencia del apellido Kirchner o Alfonsin. Es la casta del poder. La carrera de Zulemita arrancó con su padre débil y muriendo. Ayer su carrera se consolidó. Como la de Máximo Kirchner el día que murió el padre. Como la de “Ricardito” el día que murió su padre.
Zulemita no se movió del cofre presidencial y otra vez, todo es comunicación. Si el velatorio hubiese sido a cajón abierto, el que se acerca se focaliza en la figura del difunto. Si el cajón está cerrado, el mensaje cambia a una señal de fuerza y apoyo a los deudos, se transforma el protagonismo. Mostró empatía, tristeza, coraje y fortaleza. No son muchas las oportunidades en la que la política te permite demostrar aptitudes que se tienen o se carecen.
Ella tiene dos posibilidades. Puede ser candidata natural por La Rioja o ser candidata en suelo porteño. En la última elección presidencial estuvo muy cerca de cerrar filas con el espacio del entonces gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey para encabezar la lista de ese espacio en su provincia. El que se encargó de esas negociaciones fue Miguel Ángel Pichetto, que todavía no había acordado su incorporación a Juntos por el Cambio. De esas charlas les quedaron contactos que hoy crecen, entre ellos el dirigente matancero, Miguel Saredi. Hoy, Pichetto está terminando de confeccionar su espacio político, que significa el lanzamiento de su partido propio.
Ayer la política tomó nota, con algo claro, cuando hay muerte, también hay vida. Cuando algo se termina, algo comienza.|