Liberalismo: doctrina que postula la libertad individual y social en lo político y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos.
Así define el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) al modelo político cuyos seguidores son los liberales. Pero, como siempre sucede, una definición en abstracto no siempre se condiciona con la realidad de a pie.
Una palabra es un terreno de lucha en el que distintas fuerzas ideológicas pelean para llenar una caja vacía con el conjunto de interpretaciones propias que luego buscan serializar y viralizar.
En este sentido, hay liberales que aceptan una presencia mínima del Estado, mientras que otros, de mayor tinte anarquista, prefieren su desaparición total. Y ninguno de ellos está dispuesto a decir que no es liberal.
Es así que, en el barro de la discusión político-ideológica argentina de la actualidad y con la mira puesta en las elecciones legislativas, distintas fuerzas se arrogan la chapa de ser “los” liberales y, por ello, la contrapartida del gobierno de Alberto Fernández.
Un ejemplo
La semana pasada se dio un cruce en el programa de Mirtha Legrand, ahora comandado por su nieta Juanita Viale. Allí, a un lado y otro de la famosa mesa, la titular del PRO, Patricia Bullrich, y el economista Javier Milei se lanzaron chicanas y cuestionamientos en un debate que giró en torno a quién era más o menos liberal que el otro.
El que hizo sonar la campana de la batalla discursiva fue el periodista Ceferino Reato, quien les dijo a ambos: “Yo los veo bastante cerca”.
De eso se prendió Bullrich rápidamente para reconocer a Milei dentro de su horizonte ideológico: “Yo también lo veo cerca”, dijo en tono simpático.
Pero el economista se atajó y, hablándole a la cámara, rápidamente emparentó al espacio de Mauricio Macri con el de Cristina Fernández: “Cambiemos y el kirchnerismo subieron impuestos, yo antes de subir un impuesto me corto un brazo”, dijo como promesa de campaña ante su inminente lanzamiento a la vida pública.
Sin embargo, lo que caldeó los ánimos y puso sobre el tapete el tironeo por la representación de los votantes que se reconocen como liberales fue la crítica de Milei hacia el diputado Fernando Iglesias, a quien calificó de “keynesiano”, doctrina económica emparentada con el peronismo.
A Patricia no le gustó nada y reprendió a Milei por disparar “fuego amigo”, según entendió. Sin embargo, Milei devolvió la pelota y se volvió a despegar de lo que, asegura, no se condiciona con su pensamiento: “No hay liberales en Cambiemos, ¿dónde están? Porque yo no los vi”, dijo subiendo la voz y tapando a una Bullrich que intentaba argumentar que su espacio es el único en la vereda de enfrente del populismo.
El economista impuso su tono, interpretando de una manera totalmente distinta a la coalición formada por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica: “Yo soy liberal y no quiero que se me mezcle con un espacio de centroizquierda. Pusieron un cepo, subieron impuestos y eso es un avance sobre la propiedad privada y la libertad”.
“Son lo mismo que el kirchnerismo”, siguió Milei, y agregó: “Cuando tienen que votar en contra de la gente, votan igual”.
La doble grieta
La estructura de la discusión entre la ex ministra de Seguridad y uno de los panelistas preferidos de los programas de TV denota una grieta y, por ende, una puja al interior de los movimientos de derecha.
Tanto Bullrich como Milei se basan en una lógica de “nosotros y ellos”. El boicot a Espert en la campaña presidencial del 2015 puso en evidencia que para las aspiraciones electorales de Cambiemos es peligrosísima la proliferación de pequeños partidos que diluyan el voto. De ahí que Patricia se empeñe tanto en tender puentes con Milei.
Pero éste, en su papel de proselitista de la antipolítica, primero pone a Juntos por el Cambio en la vereda del kirchnerismo y después se para en la de enfrente para mostrar que él sí es un verdadero libertario.
Incluso fue más allá y directamente tildó a Alfonso Prat Gay, primer ministro de Economía de Macri, de ser de izquierda. Del ex jefe de Gabinete Marcos Peña dijo que era socialista, mientras que definió al asesor ecuatoriano Durán Barba como marxista.
Habría que buscar esos términos en el diccionario para empezar a debatir si Milei podría llegar a tener razón. Al fin y al cabo, en el fango de la lucha simbólica todo es posible.
Por ejemplo, otra de las acepciones de “liberal” que da la RAE se refiere “a la persona que es abierta y respetuosa con otras personas que lo necesitan y sus opiniones, que tiene costumbres e ideas libres y sin prejuicios y favorece las libertades individuales”.
Bajo esa definición y en medio del cambalache discursivo que es la argentina de hoy, alguien podría decir que el Che Guevara era liberal.
*Federico García, licenciado en Letras, periodista.