Aunque la tensión entre la Casa Rosada y la Ciudad de Buenos Aires haya bajado un poco y de alguna manera los gobiernos acerquen aunque sea un poco su postura, el tema de la presencialidad escolar ante el aumento de casos va teniendo alcance federal.
A su manera, las provincias se organizan para seguir con la actividad escolar. Algunas combinan presencialidad y virtualidad, otras restringen la asistencia en departamentos determinados, pero ninguna tiene los colegios cerrados como en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la zona con más casos de coronavirus.
En el último decreto emitido, el Gobierno nacional estableció una división del país en cuatro áreas sanitarias: las de bajo riesgo, las de riesgo medio, las de alto riesgo y las que están bajo “alerta epidemiológica”. Para fijar ese criterio, se tomó como parámetro la progresión de contagios y la disponibilidad de camas de terapia intensiva. En tanto que las regiones en “alerta” son las que no deben tener presencialidad en las escuelas.
En términos generales, ni Córdoba, Santa Fe o Mendoza, que están entre las jurisdicciones más grandes del país, cerrarán las escuelas como recomienda el Gobierno para las zonas de alto riesgo. Cuando a mediados de abril el Presidente invitó a que cada provincia se sumara a las restricciones si lo consideraba necesario, las únicas que entonces se plegaron a la suspensión de clases presenciales fueron Catamarca, La Rioja, Formosa y Santa Cruz, aunque estas dos últimas ya venían con esa modalidad desde comienzos de año.
Según lo que se definió en el Consejo Federal de Educación, cada provincia adoptará el dictado de clases que establezca su nivel epidemiológico. Los únicos dos distritos que no adhirieron fueron la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza.
En Santa Fe, el gobernador peronista Omar Perotti anunció la suspensión de la presencialidad de las clases por 7 días en Rosario y San Lorenzo, los dos departamentos que se ubican en la situación de “alarma” sanitaria, según los términos del DNU nacional.
Pero fue el mismo Perotti quien pidió esta semana revisar el criterio epidemiológico que se usa para catalogar a una zona bajo el estado de “alarma”, aduciendo que la ocupación de camas de terapia de Rosario no responde a una problemática local, sino a que allá van a parar los enfermos graves de todo el sur de la Provincia.
Córdoba sigue en la misma línea. Si bien el gobernador Juan Schiaretti indicó que el nivel de contagios es “alto”, llamó a la responsabilidad social para poder cuidar la “presencialidad” en las escuelas. En Mendoza, donde gobierna el radical Rodolfo Suárez, tampoco se suspenderá la apertura de las aulas, pese a que los distritos de Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras, Luján de Cuyo, Maipú y la capital provincial están en “alerta”.
El resto del país también sostiene la presencialidad en las aulas y mira la disputa entre la Nación y la Ciudad de reojo.
El distrito del litoral que sí anuló las clases presenciales por 7 días -igual que Santa Fe- fue Entre Ríos, donde el gobernador peronista Gustavo Bordet dispuso el lunes último la suspensión en nueve ciudades, con Paraná a la cabeza, seguida por San Benito, Colonia Avellaneda, Oro Verde, Concordia, Concepción del Uruguay, Gualeguaychú, Colón y San José.
En Chaco y Tierra del Fuego combinan presencialidad y virtualidad. En Tierra del Fuego, los alumnos alternan entre el aula y el Zoom; en la provincia comandada por Jorge Capitanich, los estudiantes se dividen en mitades en las aulas para establecer burbujas sanitarias. Hay sólo dos departamentos chaqueños, Comandante Fernández y Mayor Luis Fontana, que no tienen clases presenciales por el alto número de casos.
Lo mismo aplica para San Juan, otra provincia “aliada” de Alberto donde manda el peronista Sergio Uñac.
Otro gobernador cercano al Presidente que también apuesta por la presencialidad en las aulas es el pampeano Sergio Ziliotto, pese a que los gremios locales le reclaman cerrar las escuelas y vacunar al personal docente. La Pampa ni siquiera tiene segmentación entre clases presenciales y virtuales. |