"Necesitamos un Carlos Vladimiro", dijo un funcionario con acceso al despacho principal de Olivos tras aquella aciaga jornada en la que la quinta presidencial fue sitiada por patrulleros de la Bonaerense. La metáfora era clara y no hacía otra cosa que poner en evidencia un déficit que muchos le señalan a la administración de Alberto Fernández: la falta de un fronting que ponga el pecho para proteger al primer mandatario ante cualquier turbulencia.

Aunque la idea no fue tomada con mucha simpatía por el sector más ortodoxo del kirchnerismo, finalmente el presidente aceptó de buena gana cuando desde su entorno le sugirieron que ya era tiempo de lanzar al ruedo a Santiago Cafiero. Hasta hace un mes, el propio mandatario mantenía a resguardo a su jefe de Gabinete, que se encontraba desesperado por salir a contestar las embestidas de la oposición y de un sector de la prensa que volvió a apuntar su mirada a la Casa Rosada tras la salida de Mauricio Macri.

Una de las principales críticas que había puertas adentro del Gobierno era que Fernández no tenía un funcionario que diera la cara cuando arreciaban críticas de Juntos por el Cambio o los embates seudo periodísticos operados desde del Grupo Clarín. “La cosa estaba un poco desorganizada y cada funcionario salía a decir lo que le parecía, tampoco servía que salga todos los días Alberto porque erosionaba la imagen”, explica a Negocios&Política una fuente del Grupo Callao, que trabajó codo a codo con Cafiero durante la campaña del año pasado y que ahora tiene un lugar estratégico en el Palacio San Martín.

En el entorno del presidente primero tantearon a Leandro Santoro, el diputado porteño, de probada experiencia en el debate de los medios, y por eso en febrero Fernández lo sumó como asesor ad honorem. “Es bueno, pero había dos cosas que le jugaban en contra: primero que el gobierno no puede poner a alguien que pertenece a otro poder del Estado a defender continuamente al Gobierno, digamos que tenía poco peso político; segundo es que viene del radicalismo, lo que a los peronistas no les caía bien”, argumentó la misma fuente.

También surgió la idea de Aníbal Fernández, un todo terreno que puede hacer sapitos con un Harrier en medio del atlántico mientras toma un café y sin que se le caiga ni una gota. Pero algunas voces del entorno del presidente observaron que el funcionario de mar, tierra y aire venía con cierto desgaste por su extensa trayectoria. Buscaban a alguien “nuevo y propio”.

Fernández necesitaba un Carlos Vladimiro Corach. Entre 1995 y 1999, Corach se desempeñó como ministro del Interior del gobierno de Carlos Menem y durante sus últimos años de gestión salía todas las mañanas a la puerta de su casa a atajar los penales que los periodistas le tiraban y desde las seis de la mañana los programas radiales de la primera mañana sacaban turno para hablar con él.

“Santiago es más que Corach, es mucho más porque tiene la lapicera del Estado. Tiene más peso político”, dice a Negocios&Política una fuente muy cercana al presidente. También comparó al jefe de Gabinete con el propio mandatario: “Santiago es para Alberto lo que Alberto era para Néstor Kirchner. Hasta tiene el mismo despacho que tenía Alberto cuando era el jefe de Gabinete”.

Foguear al gladiador

El miércoles por la noche, en el programa de la señal TN “A dos Voces”, Cafiero mantuvo un durísimo cruce con los periodistas Marcelo Bonelli y Edgardo Alfano. “Yo les digo que no se crean las notas que aparecen en su diario”, dijo el jefe de Gabinete después de defender a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner: “en el diario de ustedes permanentemente le echan la culpa de todo lo que sucede en la Argentina”. 

Antes, en el mismo programa y ante la mirada atónita de Hernán Lombardi (ex titular del Sistema Federal de Medios Públicos durante el gobierno de Mauricio Macri), Cafiero apuntó sus cañones contra Horacio Rodríguez Larreta: “Porque el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, cuando hay quema de barbijos no pasa nada, cuando hay manifestaciones no pasa nada, cuando rompen un móvil de la televisión no pasa nada, ahora si van los trabajadores a reclamar mejoras salariales, ahí aparece la represión. Eso es macrismos explicito, eso es lo que pasa y sucede en la Ciudad de Buenos Aires”.

El ataque al Grupo Clarín en su propio “territorio” y la defensa a la vicepresidenta, no solo fue un mensaje para demostrar unidad de criterios entre Fernández y Cristina Kirchner, sino que además sirvió para alinear al propio oficialismo. La unidad como parte de la estrategia de comunicación de cara a las elecciones legislativas del próximo año. 

Después del programa, Cafiero recibió mensajes de diferentes integrantes del Gobierno que aplaudieron su actuación en “territorio hostil”. La nueva estrategia de comunicación de la Casa Rosada es lanzar al jefe de Gabinete en el Coliseo mediático. “Pega bien en cámara y ahora está más desenvuelto. Ya ganó la seguridad que necesitaba. Además, labura todo el día, entra a las 8 de la mañana y se va a las 11”, explicó la misma fuente.

En el Gobierno ya piensan en el 7 de octubre, día en el que Cafiero se presentará ante la Cámara alta para brindar su informe de gestión. Aseguran que además de contestar por escrito las 760 preguntas de los senadores, el jefe de Gabinete iría con una caja de sorpresas. “El propio Alberto lo dijo: Santiago es su alter ego. Que yo sepa, Menem nunca dijo eso de Corach”, observó el funcionario que no se despega del presidente y su Vladimiro Cafiero.