Veinte años habían pasado desde que se inició la principal causa en su contra, mientras era rector de la Universidad del Magdalena. Causa en la que era acusado incluso de haber estado detrás del asesinato de miembros de su propio espacio político. Estuvo cinco años privado de su libertad, hasta que logró demostrar en segunda instancia, y ante una justicia muy adversa, que era inocente. El último de los recursos de sus acusadores terminó siendo clausurado en febrero de este año.
Una semana más tarde, otra vez la Fiscalía General de Colombia lo vuelve a imputar, ahora haciéndolo parte de una sucesión de actos de corrupción cometidos por quienes lo antecedieron en el cargo. Se trata del actual gobernador del departamento Magdalena, el único gobernante de centroizquierda en Colombia, Carlos Caicedo.
El 21 de febrero, el Grupo de Puebla, que reúne a mandatarios, exmandatarios, dirigentes y pensadores del espacio progresista en Latinoamérica y España, emitió un comunicado en respaldo. En el mismo rechazó “de manera categórica el proceso de persecución política y judicial que pretende iniciar la Fiscalía General de la Nación de Colombia en contra del Gobernador del Magdalena, precisamente una semana después de que los jueces lo absolvieron de todos los cargos formulados por el mismo ente de control hace algunos años, durante los cuales debió permanecer en prisión domiciliaria a pesar de ser, como se confirmó, inocente”.
Mientras todavía estaba preso, Caicedo, de 56 años, abogado y exrector de la Universidad de Magdalena, fundó el espacio político Fuerza Ciudadana, desde el cual comenzó a incomodar al poder, en una región de la geografía colombiana gobernada desde épocas de la colonia por las mismas familias. Nada de todo esto sería gratuito para él ni para sus militantes. “La fiscalía está siendo instrumentalizada con propósitos políticos por parte de la extrema derecha y por parte de los grupos políticos familiares de origen terrateniente y de carácter mafioso del departamento del que yo soy gobernador”, le respondió Caicedo en exclusiva a Negocios & Política, durante una entrevista que se extendió por más de una hora.
¿Cuándo comenzó esta persecución?
Eso ha sido así históricamente. En el caso nuestro, desde que yo fui rector de la Universidad del Magdalena por cerca de diez años. Es una universidad estatal que logramos recuperarla y transformarla a partir de una situación de crisis de guerra en la que le encontré.
¿Eso le trajo problemas?
Claro, pues se convirtió en un factor de contraste frente a la quiebra de lo público a nivel distrital, es decir la alcaldía del Distrito de Santa Marta, departamento del Magdalena y todas las entidades descentralizadas. Todas las entidades de naturaleza pública absolutamente arruinadas y quebradas, producto del saqueo derivado de las estrategias de captura de renta pública y de corrupción de parte de estas élites.
¿Quiénes son esas élites que usted menciona?
Son élites bicentenarias, establecidas desde la época de la Colonia. El departamento del Magdalena fue uno de los nueve departamentos constitutivos de la República de Colombia a partir de 1819. Esta élite no participó en la gesta libertadora y hasta último momento intentó mantenerse fiel a la corona española.
Increíble cuánto se parecen nuestras historias. Parece que estuviera describiendo la historia colonial del Virreinato del Río de la Plata...
Es un paralelismo continuo y perpetuo. Se da como que nuestros pueblos atraviesan los mismos procesos. Darte solo un detalle curioso: mientras Cartagena lanza su grito de Independencia primero que todo, Santa Marta se mantenía leal. Este territorio siempre estuvo liderado por una élite que obviamente buscaba conservar sus privilegios, y luego terminaron ahí, prendidos en el poder. Recién en 1986 se pudo establecer la elección de alcaldes y hasta el 92 la de gobernadores, producto de los procesos de paz y del proceso constituyente.
Años en que la democracia colombiana estaba plenamente atravesada por la narcopolítica…
Ya en ese momento, en este territorio estaba sembrada la economía del narcotráfico. Porque aquí surge hacia los ‘70 con fuerza la economía del narcotráfico en Colombia, a partir de lo que se llamó la “Bonanza Marimbera”. Es este territorio el que da origen al narcotráfico en Colombia. ¿Sobre qué tierra se cultivaba la droga? Pues sobre propiedades de estos terratenientes. Con lo cual estas élites también se involucran en la actividad de narcotráfico. Pero también en el control del Estado, porque eran ellos los que elegían congresistas que se acercaban al presidente de turno que era de los partidos tradicionales. Y estos presidentes, pues les entregaban las alcaldías de la ciudad y la gobernación. Porque eran sus agentes políticos en el territorio, y las familias pudientes que les financiaban también sus campañas. Cuando surge el narcotráfico, es esa plata la que empieza a financiar la elección popular de alcaldes y la de la gobernación. Al controlar el estado a nivel territorial, las familias patricias terminan combinando su actividad económica con el narcotráfico y con el saqueo de los bienes públicos.
Cuando surge el narcotráfico, es esa plata la que empieza a financiar la elección popular de alcaldes y la de la gobernación. Al controlar el estado a nivel territorial, las familias patricias terminan combinando su actividad económica con el narcotráfico y con el saqueo de los bienes públicos.
¿Cómo es entonces que usted llega a la alcaldía de Santa Marta, primero, y a la gobernación del Magdalena luego?
Yo participé de un proceso de paz, siendo vocero. Luego regreso al territorio en esa calidad y aquí entonces hago un ejercicio político y termino trabajando en el área de gestión del riesgo de desastres en la gobernación. Tiempo después voy a la rectoría de la Universidad como encargado.
¿Fue clave su paso por la universidad para el desarrollo de su carrera política, y también de lo que luego tendría que atravesar?
Sí. Soy elegido para tres periodos y voy por cerca de diez años. Y empiezo, o empezamos, un proceso de recuperación financiero-administrativo de una universidad pública a la que prácticamente le estaban dando la extremaunción. Y nosotros, pues, nos decidimos a luchar por recuperar esta universidad pública porque la entendíamos como una oportunidad para los sectores populares de donde yo procedía. Y empezamos no solamente su recuperación financiera-administrativa sino académica. De investigación. De extensión. Yo llego a ser presidente de la Asociación Colombiana de Universidades y de una serie de gremios de la educación superior de la región y el país. Y entonces empieza esta universidad a convertirse en una institución pública visible y recuperada, que contrastaba con la crisis de la alcaldía, de la gobernación, de los hospitales, de las empresas de servicio y de todas las entidades de naturaleza pública.
Suponemos que ahí su figura empezó a incomodar…
Era visible la diferencia. La gente por un lado empieza a presionar para que nos planteemos llegar a la alcaldía o a la gobernación. Y nosotros propusimos un plan estratégico desde la Universidad para ordenar el desarrollo del territorio en materia social ambiental económica e institucional. Nos trajimos asesorías externas y convocamos a los empresarios y a los actores institucionales, políticos y sociales. Y entonces esta gente, la derecha que ya en ese momento estaban gobernando, en poder de la alcaldía y la gobernación, nos empiezan a ver como una amenaza y tenían el interés de sacarnos a toda costa. Y nos declaran objetivo militar. Hacemos la denuncia pública pero empieza toda una estrategia para sacarnos del cargo. Y van haciendo montaje judicial.
¿A partir de cuándo sucedió eso?
A partir de que aparece un personaje denominado Trino Luna Correa, que fue gobernador para el periodo 2004-2009. Pero no termina el periodo, solo gobierna dos años porque fue capturado por sus vínculos con grupos paramilitares y él finalmente reconoce su vinculación. Entonces los paramilitares me declaran objetivo. Y asesinan a miembros de nuestro equipo. Lo que hacen luego es acusarnos de los propios crímenes cometidos por ellos contra nuestra gente. Y nos acusan de corrupción en todas las obras públicas que permitieron convertir a la universidad en uno de los campus más envidiables del país. Entonces con la fiscalía local, con la procuraduría local, con la contraloría local, intentan sacarnos. Al denunciar esto nacionalmente logramos neutralizar, y en los autos de todos ellos se establece que había una persecución política.
¿Alcanzó con eso?
No, porque luego ellos revocan una de estas decisiones de la fiscalía, y aparece un personaje siniestro que ha estado presente persiguiéndonos por años, que se llama Gabriel Ramón Jaime Durán y que es el actual coordinador de Fiscales ante la Corte Suprema. Es el fiscal que le ha resuelto positivamente las cosas a Álvaro Uribe. No es un decir. Es el fiscal que se vuelve nuestro persecutor, y en el año 2006 dicta una medida de aseguramiento en mi contra por haber saneado las cesantías de los profesores sindicalizados. Fuimos a la audiencia con el juez y nos imputaron cargos, y luego nos condenan a ocho años y medio de cárcel. A pesar de que la propia sentencia decía que era conveniente esta decisión para los intereses de la universidad.
¿Tuvo que cumplir esa condena?
Casi cinco años estuve con prisión domiciliaria, hasta que en 2011 soy absuelto por los tribunales de alzada.
¿Hubo algún tipo de resarcimiento por ese “error judicial”? ¿Alguien le pidió disculpas después de cinco años de privación de la libertad?
Hay una condena a la fiscalía por parte del tribunal administrativo del Magdalena. Esa fiscalía en la que ya estaba Jaime Durán apela la decisión ante el Consejo de Estado y éste, de una manera absurda, revoca la condena a la fiscalía en la que tenía que hacerme resarcimientos morales y materiales mi familia, a quienes nos destruyeron, nos sacaron del escenario político, nos sacaron prácticamente del escenario social también, nos convirtieron en unos parias.
¿Qué decidió hacer cuando terminó absuelto de esa causa que lo tuvo 5 años preso?
Cuando fuimos absueltos, decidimos no asilarnos, nos irnos a Bogotá, sino darles la batalla definitivamente a estos sectores para la alcaldía de Santa Marta. Pocos meses después de haber sido arrestado y sacado ilegalmente de la rectoría de la Universidad, fundamos nuestro movimiento: un partido de izquierda que se denomina Fuerza Ciudadana. El partido se levanta no solamente para derrotar estas élites y promover el desarrollo del territorio y la garantía de los derechos más fundamentales de nuestro pueblo, el derecho a la educación, a la salud, a los servicios, a la vida digna, sino además para luchar por nuestra libertad y porque brillara la verdad. Cuando salimos en libertad en 2011, ya existía un embrión de movimiento con estudiantes y ya graduados de los programas que habíamos creado en la universidad.
Nuestro partido, Fuerza Ciudadana, se levanta no solamente para derrotar estas élites y promover el desarrollo del territorio y la garantía de los derechos más fundamentales de nuestro pueblo, el derecho a la educación, a la salud, a los servicios, a la vida digna, sino además para luchar por nuestra libertad y porque brillara la verdad.
¿Ni bien recupera la libertad, deciden presentarse a las elecciones en Santa Marta?
Exacto. Llegué a la alcaldía luego de que derrotamos a todos los sectores políticos que estaban juntos detrás de un candidato. Esto los tomó por sorpresa, no creían que yo podía ganar; un tipo que había sido condenado y desprestigiado. Pero recogiendo firmas y recibiendo el respaldo de la mayoría de los ciudadanos que estaban hartos y cansados del sistema político que estas élites habían establecido por décadas y décadas, basado en el saqueo de lo público y en someter a todo el mundo a la dinámica del compra y venta de votos y al clientelismo para poder acceder al Estado.
¿Y cómo fue esa gestión? ¿Lo dejaron gobernar?
Ése fue el punto. Durante el periodo en el que fui alcalde, los sectores de la extrema derecha, es decir los paramilitares, hicieron un paro armado en la ciudad. Se me acusa abandonar, me trataron de revocar el mandato, no me daban facultades en el consejo, me intentaron tumbar con la contraloría distrital. Eso fue una lucha tremenda. No obstante eso, empezamos el cambio en la ciudad y terminé calificado en diciembre del año 2015 en que termino mi periodo -entre 2011 y 2015- como el segundo mejor alcalde de Colombia.
Camino a la gobernación
Luego de la gestión de Caicedo al frente del municipio de Santa Marta, su partido volvió a ganar dos veces más la alcaldía, capitalizando el apoyo popular que acumulado por las gestiones. Empoderado por el apoyo regional, el líder del espacio lanzó su candidatura a la presidencia de Colombia, aunque no logró imponerse en la interna por Gustavo Petro, a quien luego acompañaría, aunque la elección fue ganada por Iván Duque.
La gobernación del Magdalena había pasado a manos de los miembros del llamado “clan Cotes”, otra de las familias tradicionales beneficiadas durante décadas en la región. A ellos se enfrentó Caicedo. La respuesta fue la esperada.
¿Qué pasó cuando decidió ir por la gobernación?
Ni bien lo anunciamos, me aparece una destitución a 12 años por parte de la Procuraduría para que no aspirara a ese lugar. Pero fue en primera instancia. Hice mi campaña así, enfrentando a este cóctel. El clan Cotes, con Luis Miguel Cotes y luego Rosa Cotes, llevaban dos períodos en el poder. Pero el que estaba detrás, el patter familiae, era Álvaro Cotes, con condenas en la familia por vínculos con los paramilitares. Y contaban con el respaldo de Vargas Lleras, un político candidato presidencial y vicepresidente de la derecha colombiana. Son de su mismo partido: Cambio Radical. Y Néstor Humberto Martínez, fiscal, del mismo grupo de Vargas Lleras, utilizó la fiscalía para perseguirme. Porque la fiscalía ha sido un agente oficioso instrumentalizado.
Igual, no lograron impedir su candidatura ni su victoria en los comicios para la gobernación…
Exacto. Ganamos la gobernación con la votación más alta: 58 por ciento. Pero ahí empieza Duque un bloqueo desde la presidencia. Nos quita el hospital de tercer nivel donde estaban las unidades de cuidado intensivos cuando nosotros apenas empezábamos a administrar la gobernación, en el año 2020. Aparece el Covid y nos quita el hospital en plena pandemia. Nos quita el manejo de la empresa de servicios públicos de agua potable y alcantarillado al distrito que es gobernado por una alcalde de nuestra fuerza. Y ya antes el mismo Duque nos había quitado el hospital a nivel distrital en Santa Marta. No nos daba un peso de la Nación hacia el territorio, ni para la pandemia, ni para absolutamente nada. Y mientras tanto, azuzaban a los organismos de control (Contraloría, Procuraduría, Fiscalía) para que nos montaran distintos casos para ver cómo nos acaban del cargo.
¿Y además todavía lo tenían acusado por la causa de 2003, cuando era rector, verdad?
Así es. Durante 20 largos años tuve que sostener mi defensa frente a la acusación canalla de que yo era responsable de tres homicidios. Veinte años con esa acusación ruin y miserable. Además, las personas asesinadas eran parte mi equipo, que yo mismo nombré, especialmente los directivos. A mí me resuelven la situación jurídica en el 2019. Pero luego un abogado de estos clanes familiares apela la decisión. Finalmente la fiscalía confirma su decisión, con lo cual yo quedó libre de imputación de esta acusación que inundó a la prensa, que me desprestigió, que me impidió seguir. Y esto no salió prácticamente los medios colombianos.
No creo que estos muchachos se hayan dado por vencidos…
Para nada. Cinco días después, la Fiscalía saca un comunicado donde habla del “Robo del Magdalena”. Y en el robo del Magdalena me meten junto a los Cotes. Afirman que los Cotes se robaron la plata de una vía que ciertamente nunca la ejecutaron. De 53 kilómetros solo hicieron 18, a razón de tres millones de dólares más o menos cada kilómetro, cuando la media aquí es mucho menos de la mitad. Dicen que ellos presuntamente se robaron 73 mil millones (de pesos colombianos). Pero el comunicado de la fiscalía habla de un detrimento de $76.000. Y cuando hablan del robo del Magdalena me meten a mí junto a los Cotes que son el clan familiar que he venido enfrentando y derrotando. Y denunciando, porque yo les metí 53 denuncias penales fiscales y disciplinarias. En ningún organismo de control prosperó.
¿La fiscalía decidió avanzar contra ambos?
No. Vea usted: no le piden medidas aseguramiento a ellos, pero piden medidas de aseguramiento para mí con la imputación sobre tres obras: una biblioteca, un coliseo deportivo que se usó para los juegos bolivarianos del 2017, y unos centros de desarrollo infantil o ludotecas. Además, yo las contraté en el último año de gobierno, en 2015, y las continuó ejecutando mi sucesor Rafael Martínez. Claro, a ninguna otra persona más involucra. Ni a los alcaldes posteriores, ni a los contratistas, ni a los interventores, ni a los que estructuraron el proyecto, ni absolutamente a nadie. Sólo a mí. Hablan de un desfalco de $76.000 millones en el que nuestros serían presuntamente 1.600, y de ellos 73 mil. Nosotros, unas obras terminadas; ellos, obras inconclusas. Con nosotros, piden medidas de aseguramiento; y para ellos nada. Simplemente les van a imputar. ¿Te das cuenta el despropósito? Y convocan a una audiencia tras otra.
Hablan de un desfalco de $76.000 millones en el que nuestros serían presuntamente 1.600, y de ellos 73 mil. Nosotros, unas obras terminadas; ellos, obras inconclusas. Con nosotros, piden medidas de aseguramiento; y para ellos nada. Simplemente les van a imputar. ¿Te das cuenta el despropósito?
Da la impresión de que no es del todo ciega la justicia que busca perseguirlo…
Ese que por eso recusamos al fiscal al general, al vicefiscal, a Gabriel Ramón Jaimes Durán que es el coordinador de Fiscalía, y a los tres fiscales que imputan.
¿Cree que la decisión es sacarlos de la gobernación, a usted y a su partido?
Mire. Ellos me bloquearon durante todos estos años con Duque y le resistimos. Hoy es otra cosa porque hay un gobierno -digámosle- progresista en Colombia. Y pues nuestro partido lo acompañó. El partido nuestro sacó 450 mil votos. Y el presidente le ganó a su contrincante por una diferencia de 700 mil votos. Es decir, hemos sido decisivos. Pero nuestra gobernación es la única de izquierda en Colombia. Le hablamos no solamente al país sino también a Latinoamérica. Hemos emprendido todo el debate sobre el federalismo en Colombia para ver cómo dotamos de autonomía los territorios en un país altamente centralizado. Hemos logrado enfrentar con éxito mafias políticas ligadas no solamente a familias tradicionales que vienen de la época de la colonia, sino que han estado dominadas por estos terratenientes ligados al narcotráfico y el paramilitarismo, es decir a la economía narco paramilitar y al saqueo de lo público. Y los hemos vencido en tres oportunidades en la alcaldía de Santa Marta, una en la gobernación, fuimos a una candidatura presidencial y peleamos con nuestro partido. Entonces, estoy seguro de que les preocupa que podamos extendernos, como una mancha de aceite. Tienen miedo que se extienda esta mancha naranja, que es el color de nuestra fuerza. Entonces a eso le juegan estos que me trataron de bloquear inclusive en el escenario regional.
Hemos logrado enfrentar con éxito mafias políticas ligadas no solamente a familias tradicionales que vienen de la época de la colonia, sino que han estado dominadas por estos terratenientes ligados al narcotráfico y el paramilitarismo, es decir a la economía narco paramilitar y al saqueo de lo público.
¿Aún en ese marco hostil, cómo podría describir cuáles han sido los ejes de su gestión?
Con todo el saboteo y el bloqueo, no han logrado aislarnos. Ahora tenemos un paquete de proyectos de obras en educación, especialmente universitaria. En salud, con hospitales, puestos de salud, con programas de atención primaria. Le puedo decir que tenemos programas de becas para los universitarios. Que tenemos proyectos de alcantarillado para los municipios que no tienen ni agua potable. Que tenemos programas de vías terciarias y secundarias. Es decir, que hemos logrado ir armando un paquete de proyectos en tres años. Porque son año y medio de pandemia y dos años y medio de bloqueo del gobierno Duque. Apenas lleva el gobierno de Petro seis meses. Nosotros venimos de haber estado aislados, bloqueados, perseguidos, saboteados. Y logramos resistir todo ese tormento y aquí estamos, con mediciones que todavía nos dan una alta calificación positiva.
Lo llamativo es que, pese a todos esos esfuerzos, la gente los ha seguido eligiendo. ¿Cómo lo explica?
Porque la gente sabe que es un montaje. Aquí nacionalmente tenemos una prensa bastante mañosa y lastimosamente sesgada. Y por eso es que tenemos que desbloquear un poco esto que está sucediendo. Ahora son las elecciones en octubre. Ellos están buscando trasladar nuestro desprestigio al proceso electoral. La fiscalía está terciando para intentar por vía judicial derrotarnos en las urnas y abrirle el camino a los sectores de esta élite que ha venido perdiendo el poder. Y la gente nos ha ido ubicando donde tiene que ubicarnos.
¿Va a ir por la reelección?
En Colombia no hay reelección. Pueden ser si reelegidas las ideas y el partido, pero sobre eso no puedo opinar.
¿Ha recibido algún tipo de apoyo del presidente Gustavo Petro, quien en algún momento fue su adversario en el espacio de la centroizquierda?
Él está al tanto de la situación, de la estrategia de la derecha contra dirigentes de la izquierda colombiana. Así como lo hicieron con él, lo han venido haciendo sistemáticamente conmigo. Intentan sacarnos del camino anticipadamente. Pero además, buscan evitar que lleguemos nuevamente con candidatos progresistas y que levantemos la bandera del cambio, a la gobernación Santa Marta y a otros pueblos o municipios del departamento y otros lugares del territorio nacional. El presidente se pronunció sacando un Twitter, hablando del proceso que yo había sido sometido de manera injusta por veinte años. La campaña de lawfare en contra nuestra ha sido evidente. No ha habido un líder político más investigado, más perseguido, e inclusive que haya sido privado injustamente de la libertad y que ha podido demostrar su inocencia que yo. Y esto para mí no es ningún récord, ni siquiera ningún mérito. Pero es la realidad. Y lo más terrible es que a ninguno lo han acusado de crímenes, lo han privado de la libertad durante cinco años, lo han tratado de tumbar. Y aún así vamos para adelante y lo vamos logrando con éxito.
No ha habido un líder político más investigado, más perseguido, e inclusive que haya sido privado injustamente de la libertad y que ha podido demostrar su inocencia que yo. Y esto para mí no es ningún récord, ni siquiera ningún mérito. Pero es la realidad. Y lo más terrible es que a ninguno lo han acusado de crímenes, lo han privado de la libertad durante cinco años, lo han tratado de tumbar.
Lo llamativo del lawfare es que son procesos que se repiten casi calcados en todos los países de la región, y en ningún lugar se ha encontrado la manera de enfrentarlo. ¿Cómo lo hacen ustedes?
Evidentemente hay una estrategia de lawfare sistemática de los centros de pensamiento de la derecha internacional. Porque no puede ser gratuito que más o menos se repita la misma fórmula en México, y que se haya hecho lo propio aquí en Colombia con Gustavo Petro en su momento para impedirle que llegara la candidatura presidencial en 2018. Lo propio en Argentina con Cristina, o en Brasil pues claramente con Dilma Rousseff y con Lula. Y en Ecuador con Correa. Es decir, es toda una estrategia sistemática. Les funciona la combinación de montajes judiciales, acciones y golpes blandos a través del sistema judicial, y luego estrategias de difamación y liquidación. Y el linchamiento moral a través de los medios de comunicación para producir el efecto de debilitar las bases populares y ciudadanas, que es la fortaleza de los liderazgos progresistas. Se basan esencialmente en un trabajo en la opinión, no en la comunidad y en lo que se denomina sociedad civil y que básicamente es a través de un trabajo de argumentación razonada que es la nuestra. Nuestras propuestas son simplemente una lectura de la realidad o interpretar el reclamo que hace la gente. Y luego a partir de allí hacer propuestas de transformaciones estructurales que conduzcan a la dignidad de nuestro pueblo. O sea: a la justicia social, la sostenibilidad ambiental de nuestros territorios, a unas economías inclusivas que generen empleo de calidad sostenible, y a un estado democratizado, un estado que verdaderamente opere la democracia. Así lo enfrentamos.
En general, los discursos de la izquierda suelen ser siempre muy explicativos, a veces es filosóficos, cargan cierta complejidad. Y entonces les cuesta llegar a una población que consume contenidos brevísimos, con memes y con incitaciones al odio. Termina siendo mucho más fructífero el discurso violento de la derecha. ¿Está de acuerdo?
Sí. Así es, porque ellos simplifican. Es en cierto sentido el mecanismo de la propaganda goebeliana. Miente, miente, que algo queda. Terminan construyendo el imaginario colectivo una suerte de verdad a partir de la falsedad, ya que tienen el control de los grandes medios de comunicación. Mientras tanto, para nosotros es necesario argumentar y explicarle a la gente tal vez las causas o el origen del estado de cosas, para plantear el escenario propositivo y esperanzador. La derecha tiene el control de los aparatos, tiene el control de la economía, tiene el control de los grandes medios y de la justicia. Además, la banca y la tierra en general. Entonces no es lo mismo partir de un intangible que son las ideas, y a través de la idea argumentada persuadir a un ser humano que tome una decisión que es determinante su vida, versus el otro que tiene la posibilidad de incidir sobre la decisión a partir de estas operaciones.