En la Argentina de la pandemia todos los caminos conducen al despacho que Máximo Kirchner tiene en la Cámara de Diputados. Máximo es Kirchner, Máximo es CFK, Máximo es el heredero, así lo entienden quienes construyen para él con la mirada puesta en 2023.
Máximo no es lo que era, es aún mejor, es el poder en las sombras. Aprendió a ser paciente y desde la jefatura del bloque del Frente de Todos trabaja en su estrategia de manera milimétrica como inspirándose en el Arte de la Guerra.
El primogénito de Néstor y Cristina quiere ser Presidente de la Nación. Cree que puede, sabe que puede y a eso apunta. No es una utopía, al menos es una posibilidad.
Se convirtió en un articulador de la política tradicional y se ganó el respeto de viejos rivales: pone y saca funcionarios en las sombras y se aleja de la vereda del sol, esa que quema y alumbra. Cuando empezó en el camino de la política, Máximo, sin una ambición certera, no se corría del eje del rencor y de la construcción política que aprendió de Néstor Carlos, hoy se paró en lugar diferente.
En el día a día del Frente de Todos, Máximo tiene mayor preponderancia que la de CFK. ¿Por qué? Porque es Cristina quien le dio el lugar de la decisión. Se adjudicó el impuesto a las grandes fortunas. No por decisión propia, sino por armado político y armó su propia armada legislativa: un grupo diputados nacionales que solo atienden su teléfono.
Su última estocada fue tomar la conducción de YPF, dónde ya tenía segundas líneas. Estuvo al frente del corrimiento de Guillermo Nielsen y posicionó la figura del diputado nacional, Pablo González, como presidente.
Antes de YPF, construyó una fusión de conducción junto al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. No son amigos, se miran con recelo, pero se respetan. Se protegen y entendieron que no es el uno o el otro, son los dos. Massa sabe que será la política y no la popularidad lo que puede llevarlo a la Presidencia y MK entiende lo mismo. Afuera los resquemores y adentro la construcción de poder.
La Cámpora hoy es el centro neurálgico del poder y con el eventual desembarco de Máximo en la conducción del PJ bonaerense, la realidad es inobjetable: la conducción es única. Lo reticente a la derogación de la ley que les pone coto a los intendentes también es una señal de poder. Lo dijo, Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes y mesa chica de MK: "Acá gobierna La Cámpora".
En el medio de la triangulación aparece el presidente de la Nación, Alberto Fernández. El jefe del Ejecutivo entiende que la dinámica del poder la tiene Máximo y CFK, y que es ella la que derivó en su hijo el armado del día a día. MK aprendió esa gimnasia y construye por lo bajo, tal cual lo hizo su padre en 1990 pensando en la gobernación de Santa Cruz cuando era intendente de Río Gallegos.
¿Es Máximo un presidente en las sombras? No, pero en la Argentina de hoy, todas las cuestiones vinculadas al poder conducen a su despacho y eso es más que importante.
Sin embargo, él sabe que el poder económico del país no lo quiere en la cancha, lo menosprecia. Lo mismo sucede con los gobernadores que le sonríen como senadores romanos y hacen hasta lo imposible para que La Cámpora no se les meta en sus territorios. Massa también lo sabe. |