En una semana que muchos analistas políticos definen como la última del Gobierno de Alberto Fernández en el poder efectivo, ya que la consolidación de Sergio Massa como superministro le quita el poco peso de decisión que conservaba, el presidente movió fichas que podrán marcar el tramo final de un periodo de transición.

La jugada, por demás particular, es síntoma y a la vez efecto de la particularidad que atraviesa la Argentina, con ruidos políticos que enturbian la economía y medidas parche que no conforman a los sectores opositores, pero mucho menos, a los ligados a la coalición. 

En un contexto financiero que no dio tregua y luego del intento fallido de seducir al sector agro-exportador para que liquide más de 20.000 millones de divisas con algún beneficio financiero, el mandatario definió el nuevo gabinete económico.

El listado se conformó mientras la titular de Economía, Silvina Batakis, regresaba de Washington, donde se reunió con autoridades del FMI e inversores, y se anunció luego de que la ministra que intentó recoger los escombros luego de la salida explosiva de Martín Guzmán, pusiera a disposición su renuncia.  

En un escueto comunicado oficial Fernández informó cambios estratégicos en las áreas económicas de su gabinete “para un mejor funcionamiento, coordinación y gestión”.

En ese sentido se avanzó con una medida que era rumor y se había vaticinado cuando Guzmán renunció, un sábado, vía Twitter: unificó los ministerios de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca en una nueva cartera que estará a cargo de Sergio Massa, actual titular de la Cámara de Diputados. 

El mote de superministro le cabe, no sólo por las carteras que deberá reorganizar, sino porque la designación le otorga al líder del Frente Renovador, la responsabilidad en materia de relaciones con los organismos internacionales, bilaterales y multilaterales de crédito.

En sintonía, Fernández aceptó la renuncia de Gustavo Beliz a la Secretaría de Asuntos Estratégicos y nombró en su lugar a Mercedes Marco del Pont. Además, le encomendó a Daniel Scioli regresar a la embajada argentina en Brasil donde realizó un “excelente” trabajo, informaron desde presidencia.

El bolillero siguió rodando para colocar al contador Carlos Castagneto, actual director general de Recursos de Seguridad Social de la AFIP, a cargo del organismo, y a Batakis al frente del Banco Nación.

Más tarde llegaron las renuncias de Julián Domínguez, quien estaba al frente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y de Martín Pollera, a la Secretaría de Comercio Interior.

Las últimas horas se vivieron con dramatismo y ansiedad, pero sin embargo, antes de anunciar las medidas que encarará Massa como líder económico, en una oportunidad que lo puede consagrar como líder del Frente, en la carrera hacia 2023, los mercados mostraron su respaldo: los dólares descendieron en su cotización y las acciones locales mostraron alzas en las bolsas internacionales.

Por el momento todo es expectativa, en medio de un gran desafío que puede colocarle quizás, por primera vez, un rasgo definitivo al Gobierno de Fernández que ha mostrado derrotas en su intento de moderación. 

A partir del fracasado viaje del presidente para encontrarse con Joe Biden, una reunión donde Fernández buscaba ganar respaldo -y tiempo-, lo que viene es el armado de agendas de urgencia.

Con los mercados expectantes pero esta vez en tono positivo, el nuevo superministro, debe tomar muchas decisiones, pero -más allá de lo técnico- una resultará clave: avanzar en un pacto con los distintos sectores de la economía, la industria y el sector productivo. Y esto explica que en un momento tan candente la experiencia política valga más que la especifica en el área de Economía que, dependerá, de cuánto Massa pueda delegar y articular según las recomendaciones de su equipo de asesores.

Probabilidad de consenso a través de un diálogo que no haga un uso abusivo de la ideología o, en otras palabras, desideologizando temas centrales con actores clave que hoy resienten el poder del Gobierno de izquierda a derecha, es lo que Sergio Massa trae debajo de su manga. 

Como un gran pivot que copa 3 posiciones en un equipo de 5 jugadores, esa es por estas horas la única opción que tiene no sólo Alberto Fernández, sino también Cristina Fernández, de ordenar el Frente, mostrar la ansiada unidad que abrazarán a partir de más concesiones por ambas partes, y les permitirá llegar de pie al 10 de diciembre de 2024.  |