Es más que evidente que en un sistema previsional que paga $ 18.129 como haber mínimo y que tiene como haber promedio $ 22.929 frente a una canasta de bienes y servicios para la tercera edad que se ubicó en octubre en $ 49.614, el objetivo de la fórmula de movilidad debe ser (por lo menos) mantener el poder adquisitivo de los haberes. Máxime cuando los jubilados perdieron un 23% en el período Macri y no han recuperado ese deterioro desde la asunción del nuevo gobierno.
Es evidente que la relación entre el salario y el haber jubilatorio no es óptima y es evidente también que eso no se resuelve con la fórmula de movilidad. También es claro que el sistema está desfinanciado y que hay que discutir como se lo financia. Pero es evidente también que eso no lo resuelve la movilidad. Por ende, los dos componentes que se incluyen en la fórmula en debate si bien pueden incorporarse, deben hacerlo a sabiendas de que deben ser revisados en su relación con el sistema y que además ninguno de ellos per se, garantiza el mantenimiento del poder adquisitivo de los jubilados.
Mucho más cuando la propia fórmula establece que si los salarios crecen más que la recaudación, esa mejora no va a los jubilados, y si la recaudación sube más que los salarios, tampoco se les traslada a los jubilados ese plus recaudatorio. Es más, en contextos de recesión y caída de la recaudación, los haberes jubilatorios perderían, al tiempo que su deterioro no haría más que profundizar la recesión.
En suma, estamos frente a una fórmula que privilegia el sostenimiento de las cuentas fiscales antes que sostener el poder adquisitivo de los haberes jubilatorios. La razón es simple. Está pensada en clave de FMI antes que en función de las necesidades que hoy exhiben la mayoría de nuestros jubilados.
Es imprescindible corregir esta fórmula y estamos a tiempo. Hay que incorporar una cláusula que establezca un piso para los aumentos equivalente al aumento de los precios. Es decir, el resultado de la fórmula nunca podrá ser inferior al aumento de la inflación. A la vez, mientras los niveles inflacionarios sean los vigentes habría que mantener el sistema de actualización trimestral.
La relación del haber con los salarios y la discusión sobre el financiamiento deben ser abordadas en profundidad en el marco de una profunda reforma previsional.