En cuestiones geopolíticas, reconocer el poderío del adversario y replantear la estrategia es la única alternativa de supervivencia. Parece que los barones del conurbano así lo están entendiendo.
En las últimas horas, el tablero político empezó a acomodarse y casi como un proceso químico de filtración, los intendentes se van alistando detrás de la conducción de Máximo Kirchner, el nuevo líder absoluto del peronismo bonaerense. “Acá gobierna La Cámpora”, sentenció la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, en un reportaje que dio a Crónica Televisión. Fue una forma concreta de decirles a díscolos “córranse que estamos gobernando”.
Según pudo confirmar N&P en las últimas horas fueron varios los intendentes que se comunicaron con Máximo, jefe de bloque del Frente de Todos en Diputados, para ponerse a “disposición”. “Entendieron que lo peor que pueden hacer es resistirse. Si quieren mantener una mínima cuota de poder tiene que tener los dos píes dentro del plato”, le explicó a este medio un funcionario de primera línea de la Casa Rosada.
En el panorama de alternativas de los intendentes, ya con Máximo al frente del PJ y con la nula posibilidad, por ahora, de que avance la derogación de la ley que puso coto a las reelecciones, no es extenso, pero es simple. Por un lado, varios jefes comunales reconocen que no supieron ver los mensajes que ya se estaban enviando: señalan que la partida de Jorge Ferraresi, al ministerio de Desarrollo Territorial y Habitat, fue la primera luz en encenderse. “Ferraresi sabía que la pelea por el 2023 ya estaba perdida y optó por dejar su espacio y empezar a construir su reemplazo”, afirmó un intendente contiguo.
La táctica del intendente de Avellaneda, ahora ministro, es la que ahora todos miran: los más importantes planean desembarcar al Gabinete o en su defecto poder colarse en el armado de listas de los próximos meses. Gustavo Menéndez, de Merlo, sabe que la mirada de La Cámpora ya está puesta sobre él: no confían en su armado y cada vez más pierde diálogo con Alberto Fernández y con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Menéndez es señalado por lo bajo, por el propio presidente como uno de los articuladores de una serie de “operaciones” que buscaron debilitar la “unidad del peronismo”.
El que está buscando la bandera blanca de la rendición, aunque sostienen que ya esta tarde, es el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, el primer opositor al desembarco de Máximo. En las últimas horas habría intentado recomponer los puentes con el sector de La Cámpora, pero no habría tenido éxito. El que crece en su lugar es Martín Insaurralde. El uno de Lomas de Zamora, es un interlocutor válido entre sus colegas y la Casa Rosada y además tiene el respeto absoluto de La Cámpora. Su delfín, Federico Otermin, es el presidente de la Cámara de Diputados de la provincia, uno de los principales hombres de Kicillof.
Los barones saben que deben ceder para mantener viva la chance de ser ellos los que puedan discutir a sus sucesores. La rebelión de los intendentes duro poco: ya están todos encolumnados. Los que no lo hagan saben lo que puede suceder.