Alberto Fernández se juega, quizás, su paquete de decisiones más importantes y las que definirán el resto de su mandato. Si falla en la estrategia para controlar la segunda ola de contagios de Covid, será transformar sus próximos tres años en una cuesta resbaladiza difícil de manejar.
Lo que está pasando
“Apagar la noche”. Esa fue la definición que le recomendaron los asesores sanitaristas, antes de la reunión que mantuvo ayer con los gobernadores. Fue la única alternativa que encontró el Gobierno para no tomar medidas drásticas e impopulares en el comienzo de un año electoral.
Por su parte, los mandatarios provinciales coincidieron en el diagnóstico que recibieron y dieron el visto bueno a las medidas que tomará el Ejecutivo Nacional.
A última hora de ayer, fue el gobernador Juan Manzur el primero en salir públicamente a confirmar que acatará las decisiones de Balcarce 50. Que haya sido el tucumano no es casualidad. Es un hombre clave para Alberto y tiene el respeto absoluto de sus pares, agregando que es el principal operador dentro del Ministerio de Salud, ante la posibilidad de tener que buscar un reemplazo del ya desgastado, Ginés González García.
¿Cuál es el riesgo que analizan en la Rosada?
Es simple, que cualquier decisión que se tome sea desoída por la ciudadanía y que eso implique que la autoridad del presidente quede en una posición crítica. Según confirmaron a Negocios & Política, por los menos tres gobernadores que participaron de las negociaciones de ayer, lo que Fernández buscó es tener el apoyo de los jefes provinciales para hacer cumplir el “toque de queda nocturno” pero les dio “libertad” para manejarse en los límites del decreto que se ejecute.
Lo concreto es que estas restricciones acordadas en las últimas horas, son el primer paso para el endurecimiento de decisiones en las próximas semanas. Por eso es clave lo que ocurra en los próximos diez días.
El equipo de expertos en Salud que asesora al presidente considera que esta primera medida será insuficiente, pero entienden que la administración nacional no tiene margen de acción para decretar una cuarentena estricta.
El tema económico es otra línea que complejiza cualquier decisión. A diferencia de la cuarentena de marzo, cuando se decidió cerrar casi toda la economía, se establecieron bonificaciones financieras como el ATP o el IFE que amalgamaban el decreto de la cuarentena: ahora no hay posibilidad de planes similares, lo que frena cualquier posibilidad de cerrar la economía de manera total.
Aun así, desde el Gobierno aseguran que la situación sanitaria empeora, se tomarán decisiones drásticas pese a que eso agrave los índices económicos.