En el Palacio San Martín esperan que el demócrata Joe Biden ocupe el despacho Oval para avanzar con una agenda comercial que estará marcada por la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la farmacéutica Pfizer, que tiene en sus manos la producción de una de las vacunas contra el Covid y que aún no logró alcanzar un acuerdo con el gobierno de Alberto Fernández.
La continuidad o no del canciller Felipe Solá en su cargo -puesta en dudas en diferentes sectores del oficialismo- “no cambiará la relación ni los objetivos comerciales con Estados Unidos”, confió a Negocios&Política una fuente de la Casa Rosada.
Sin embargo, en el Gobierno dicen que la estrategia con Washington será “absolutamente diferente” a lo que fue durante el primer año de la gestión de Fernández. Sucede que, según el análisis que hacen los asesores del mandatario, “lo que cambia es el sujeto” y “en términos comerciales” Donald Trump es completamente diferente a Biden.
La mirada del primero “era más proteccionista, especialmente con los productores internos menores”. En cambio, el segundo “tiene una visión más promercado, una mirada más global, porque entiende que la verdadera economía estadounidense se juega de manera offshore”.
También consideran que la agenda de la Casa Blanca en Latinoamérica se encontrará por detrás oriente y medio oriente. “Incluso hay cuestiones como la Unión Europea o Rusia que serán más importantes para las relaciones exteriores”, dicen en el Gobierno.
Las mismas fuentes, creen que Anthony Blinken, el elegido de Biden para conducir la secretaría de Estado, pondrá otra agenda en la mesa de discusiones para la región: Narcotráfico, corrupción, y cambio climático.
¿Quién manejará la relación con Estados Unidos?
El embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, mantiene buenas relaciones con los demócratas y podría ser quien reemplace a Solá. Desde hace unos días trabaja con el equipo de Biden en una agenda bilateral y quiere que el presidente electo visite el país el próximo año.
Argüello ya fue embajador en Estados Unidos durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y mantiene una “excelente relación de amistad” con Alberto Fernández. En el Gobierno destacan las gestiones que viene realizando el diplomático para cerrar un acuerdo con el FMI para refinanciar deudas por unos 44.000 millones de dólares.
En las últimas semanas, otro de los nombres que tintineó para conducir el ministerio de Relaciones Exteriores es el senador Jorge Taiana. Tiene estirpe peronista, una impecable trayectoria y fue canciller desde diciembre de 2005 hasta junio de 2010, durante parte de los gobiernos de Néstor Kirchner y de la actual vicepresidenta.
“El presidente siempre dice que Taina tiene que estar representando al país, porque además de haber sido canciller en dos oportunidades, tiene una intachable carrera como diplomático, principalmente en la OEA, donde formó parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, destacó a N&P un funcionario de alto rango.
Gustavo Beliz es otro de los nombres que dan vueltas para reemplazar a Solá. El secretario de Asuntos Estratégicos había sido propuesto durante las elecciones para presidir Banco Interamericano de Desarrollo, pero casi a último momento el Gobierno decidió bajar su postulación.
En Balcarce 50 saben que “hay algunos que quieren a Beliz lejos y otros que no lo quieren en el gobierno”, pero el presidente “lo quiere cerca”. “Es una persona inteligente, diría que fundamental para la etapa que viene”, argumenta una fuente del entorno de Fernández.
Pero más allá de quién dirija el Palacio San Martín, en el Gobierno confían en que el equipo de Biden colaborará para acordar con FMI la renegociación de la deuda y para llegar a un acuerdo para obtener la vacuna de Pfizer. Es cuestión de tiempo.
El litio, palabra clave
Uno de los principales puntos en la agenda que llevará Argentina ante la administración de Biden será el de la renegociación de las exportaciones de biodiesel, un viejo reclamo que se basa en los altos aranceles aplicados por Washington. El objetivo es arribar a un convenio similar al que se tiene con la Unión Europea.
Lo que está en juego es un mercado de unos 1.200 millones de dólares. Las cosas cambiaron cuando el Gobierno estadounidense decidió en 2018 elevar los aranceles a las exportaciones del biodiesel argentino, fue tras una queja de los productores de aquel país por presuntas maniobras de dumping.
Por este caso puntual hay un reclamo judicial ante los estrados de la Corte de Comercio Internacional de Nueva York. También se presentaron diferentes acciones ante la Secretaría de Comercio de Estados Unidos.
Otro tema. Con el precio del litio a unos 7.000 dólares la tonelada, las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca están bajo la mira de un pelotón de compañías. Argentina es la cuarta productora mundial del “oro blanco”. En esa zona ya están instaladas firmas de China, Canadá, Francia y Australia. Una de las plantas instaladas en Jujuy generó 14.000 toneladas de carbonato de litio en 2018, casi unos 98 millones de dólares.
Estados Unidos es uno de los principales inversores en el país y “el mayor potencial que percibe (EE.UU.) en el norte (argentino) se relaciona con la minería y la energía”. El embajador Argüello sabe que el litio es "un silbador, un llamador", que el "litio es negocio, litio es ganancia, litio es futuro" porque "así se lo lee en el mundo de los negocios, sobre todo en el mundo de las empresas que se dedican a la exportación del litio".
Uno de los mayores compradores del litio que hay en el norte argentino es Elon Reeve Musk, el magnate sudafricano, nacionalizado canadiense y estadounidense, cofundador de PayPal, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company, Neuralink y OpenAI. Actualmente es director general de SpaceX y de Tesla Motors, la principal fabricante de los automóviles ecológicos que se mueven gracias el litio argento.
Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS),
alrededor del 85% de las reservas de litio en el mundo se encuentran en el denominado “Triángulo del litio” compuesto por Argentina, Bolivia y Chile. Tal vez haya sido una casualidad, pero desde que se disparó el precio del litio, los dos últimos países estallaron con revueltas sociales y hasta con un camuflado golpe de Estado. Habría que preguntarle al expresidente Evo Morales cómo funciona el lobby del litio, al menos en su país.