Vladímir Putin acaba de instalar, sin mayores dificultades, una torre roja en el escaque D-2, color verde agua. Es otro de sus estratégicos movimientos en la ya bautizada “diplomacia de la vacuna”. El tablero de ajedrez en el que juega el mandatario ruso está gravado sobre una lámina de cristal que posa sobre un planisferio y el casillero D-2 se encuentra justo a primera mitad de Sudamérica.
El efecto de la utilización de la Sputnik V como gesto político puedo verse, este martes, mientras el presidente Alberto Fernández almorzaba con un pelotón de 32 empresarios rusos en la Casa Rosada. Entre los hombres de negocios se encontraban ejecutivos de Sovcombank, uno de los bancos más poderosos de la ex Unión Soviética.
Al finalizar el almuerzo, el embajador de la Federación de Rusia en Buenos Aires, Dmitry Feoktistov, dijo a la prensa que “como socios estratégicos, hay interés en cooperar en todas las áreas”. Y calificó la reunión que mantuvo el pelotón de empresarios con los principales ministros del gabinete de Fernández como “histórica y muy importante”. El diplomático no olvidó agradecer el Gobierno y al pueblo argentino por “confiar en la vacuna Sputnik V”.
El embajador argentino en Moscú, Eduardo Zuain, que también participó del almuerzo, contó que entre los comensales se encontraban representantes de empresas de energía, minería y del rubro turístico. También explicó que el presidente Fernández “se mostró muy abierto a todas las posibilidades que las empresas presentaban y proponían”.
El pelotón de empresarios rusos fue liderado por el Fondo Ruso de Inversión Directa. Con ese mismo ente, hace un año, el Gobierno argentino firmó un contrato para la adquisición de la Sputnik V.
El jefe de Gabinete, Juan Manzur; el Canciller, Santiago Cafiero, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, estuvieron entre los funcionarios de alto rango que se encargaron en agasajar a los potenciales inversores enviados desde el Kremlin. Quien también participó de la previa y del almuerzo fue la asesora presidencial Cecilia Nicolini, figura clave de las negociaciones entre Buenos Aires y Moscú.
Nicolini fue quien dirigió las incursiones que envió, en plena pandemia, el Gobierno argentino a Rusia para conseguir las vacunas anticovid. El objetivo de la comitiva empresarial rusa es “entablar relaciones, tener conversaciones y explorar oportunidades de inversión en diferentes sectores de la economía argentina”, dijo a la presa tras el almuerzo del martes.
La funcionaria, que habla un fluido inglés, pero no ruso, también destacó la “muy sólida” relación ente Argentina y el Fondo Ruso de Inversión Directa.
Cooperación militar y técnico-militar
Las negociaciones por la vacuna contra el Covid-19, según el embajador Zuain, “es un ejemplo virtuoso”porque –luego de los contratos para la provisión– se firmó un acuerdo para que la fabricación de la Sputnik-19 se haga en Argentina, lo que solucionaría la logística para proveer al resto de Sudamérica. “Ese ejemplo queremos reproducirlo en empresas rusas, estatales y privadas, en cooperación con empresas argentinas”, sostuvo el diplomático.
El jueves, el viceministro de Defensa de Rusia, el coronel general Alexander Fomin, mantuvo una reunión con el secretario de Asuntos Internacionales para la Defensa, Francisco Cafiero, en donde hablaron sobre cooperación militar y técnico-militar. El primer resultado del cónclave fue la firma de un acuerdo para que militares argentinos sean entrenados en academias dependientes de las Fuerzas Armadas de la ex Unión Soviética.
Oficialmente, desde la cartera de Defensa de Rusia informaron que “las conversaciones se llevaron a cabo en un ambiente amistoso y confirmaron la disposición mutua a seguir construyendo una cooperación integral entre los departamentos de defensa”. Respecto al convenio, señalaron que es un contrato “sobre la admisión de personal militar de la República Argentina en las instituciones de educación militar del Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia”.
Fuentes militares explicaron a Negocios & Política que el entrenamiento de oficiales en otros países es algo “normal” y recordaron que ya hubo “intercambios de cursantes, en otras oportunidades, en el marco de acuerdos de capacitación, incluso cuando Rusia era comunista”. De todos modos, un oficial de alto rango del Ejército dijo que, por el momento, no llegó ninguna información oficial sobre el alcance del acuerdo firmado.
Entre el pelotón de empresarios rusos que estarán hasta este viernes en el país se encuentran representantes de las compañías Hevel Group (energía solar), TMH (ferrocarriles), Solway (minería), Qiwi (servicios de pago), Kamaz (transporte), TUI (turismo), Rosgeology (exploración), ExactFarming (servicios digitales para agroindustria), y Uomz (sistemas ópticos militares).
En 2015, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner ya había alcanzado un acurdo militar con Vladímir Putin en el marco de una visita oficial a Rusia. El acuerdo fue firmado por quien dirigía en aquel momento el ministerio de Defensa, Agustín Rossi, y por su par de Rusia, general de Ejército Serguéi Shoigú.
Se trataba de un acuerdo marco de cooperación destinado a avanzar en el desarrollo conjunto en materia de defensa e intensificar la confianza entre ambos países. La firma se llevó a cabo en el Kremlin de Moscú.
A su regreso al país, Rossi explicó que el convenio firmado con su par ruso “es muy importante porque amplía el alcance de futuros acuerdos en beneficio de ambas naciones y fortalece las posibilidades de intercambio de los instructores y personal militar entre los centros de capacitación para Operaciones de Paz que tienen los dos países bajo la órbita de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)”. |