Ya lo escribió Shakespeare: “aunque tu corazón esté roto en mil pedazos, el mundo no se detendrá a esperar que lo cures”. Y cuando se trata de grupos de trabajo, los temas del corazón son generalmente impedimentos para que circule la energía y se cumpla la tarea. Para peor de males, hay emprendimientos en los cuales el corazón pertenece a dos mundos.
Sí, así es. En los países del “patio de atrás”, entre los cuales estamos nosotros, gauchos del primer mundo, un muy importante porcentaje de las pequeñas y medianas empresas son negocios de familia.
Estos tienen una particularidad, ya que se juegan entre sus escritorios, carpetas, comunicaciones y decisiones, vínculos afectivos fundantes e insoslayables.
Las ventajas de una E.F. (empresa familiar) son, sobre todo:
Ahora bien, tarde o temprano se presentan conflictos: crecer o morir. Entonces aparece la gran pregunta: ¿Lo primero es la familia o “time is gold”? Así parecen tener que elegir a diario, entonces aquellas sociedades comerciales cuando llega ese instante en el que sufren el continuo cuestionamiento de ser o no ser, atados por las crisis económicas y la sangre con la misma fuerza.
Muchas E.F. han nacido por instancia e inspiración de un tótem que vino de otro país con una mano delante y otra atrás, y que sentó las bases del futuro económico familiar. Pero no todos los miembros de la prole tienen las mismas necesidades (o realidades), como así tampoco idénticos valores, y a veces el nene se junta con una especie de Yoko Ono que abre las grietas de la novela construida por todos, o la nena se casa simplemente con un “salame” que no concita la bendición del capo creador de la gallina de los huevos de oro.
Envidias, celos, luchas entre hermanos, esposas dilapidantes, nietos que reclaman sin hacer nada, amantes que aprovechan la bonanza de las operaciones bursátiles, dinero que no se re-invierte en el circuito productivo, sino que sirve para saldar viejas frustraciones personales, cuñados que compiten absurdamente, son contaminantes del normal funcionamiento del sistema, y van quitando fuerza a una fuente de ingresos que lucha por salvarse, infructuosamente.
Los negocios de familia manifiestan un funcionamiento político, económico, y vincular distintos, obviamente, a los que se presentarían en cualquier otro tipo de sociedad comercial, ya que surgen conflictos en el orden de lo emocional que muchas veces desvirtúan la operatividad de los roles profesionales.
Los conflictos en las empresas familiares suelen darse por algunos de los siguientes motivos:
Hay abusos en el comportamiento concreto de algunos integrantes, por ejemplo:
Cuando la cabeza de una empresa ve que su empresa es un caos familiar generalmente no sabe cómo afrontarlo porque el hacerlo conlleva poner límites, quizás peleas y situaciones incómodas pero que son necesarias porque ya es muy difícil mantener en pie hoy día una empresa para sumarle otro problema que en realidad debería ser una solución. La familia debería ser un recurso de sostén empresarial por eso de tirar todos juntos y para delante.
¿Pero por qué entonces no se da? Una respuesta podría ser que las bases no son sólidas, claras ni firmes. Que ese amor y sudor que puso su fundador, hoy no se “ve” y parece que la empresa es sólo una vaca lechera eterna, segura y responsable de darles todo lo que quieran sin sacrificios ni compromiso.
Cuando esto no se da y se toma conciencia del error y los problemas que produce, es hora de buscar ayuda.
Pero los palos a la rueda de una empresa familiar se empeoran por:
¿Soluciones?
Para terminar, recordemos un texto ya famoso: Imitemos el vuelo de los gansos, de James A.Belasco y Ralph C: Stayer. Los gansos vuelan en forma de “v” corta y lo hacen porque al batir sus alas, cada pájaro produce un movimiento en el aire que ayuda al que va detrás, aumentando un setenta y uno por ciento su poder de vuelo.
Las personas que comparten una dirección común y tienen sentido de comunidad, pueden llegar a cumplir sus objetivos más fácil y rápidamente, porque ayudándonos entre nosotros, los logros son mejores.
Cada vez que un ganso sale de la formación, siente inmediatamente la resistencia del aire. Se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y rápidamente vuelve a la formación, para beneficiarse del compañero que va adelante.
Si nos unimos y nos mantenemos junto a aquellos que van en nuestra misma dirección, el esfuerzo será menor, será más sencillo y más placentero alcanzar las metas.
Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los lugares de atrás y otro ocupa su lugar.
Los hombres obtenemos mejores resultados si nos apoyamos en los momentos duros, si nos respetamos mutuamente, en todo momento, compartiendo los problemas y los trabajos más difíciles.
Los gansos que van atrás graznan para alentar a los que van adelante a mantener la velocidad. Una palabra de aliento a tiempo, ayuda, da fuerza, motiva, produce el mejor de los beneficios.
Finalmente, cuando un ganso cae herido o se enferma otros dos salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y apoyarlo. Si nos mantenemos uno al lado del otro, apoyándonos y acompañándolos, si hacemos realidad el espíritu del equipo, si pese a las diferencias, podemos conformar un equipo humano para afrontar todo tipo de situaciones, si entendemos el verdadero valor de la amistad, si somos conscientes del sentimiento de compartir, la vida será más simple y el vuelo de los años más placentero. |
*Luis Buero - Escritor y periodista.|