Ahora, bajo el paraguas de la Justicia, buscará reestructurar sus deudas, luego de una búsqueda sin éxito de un socio inversor. "El concurso de acreedores no es el fin. Por el contrario, es un mecanismo que nos da la ley para reordenar la compañía y continuar la búsqueda de inversores y financiamiento que nos permitan volver a tener una compañía operativamente rentable", dijo Manuel Ribeiro, su presidente, en un comunicado.
Los problemas de Ribeiro quedaron expuestos el mes pasado. A principios de julio la cadena cerró todos sus locales, su portal eCommerce dejó sorpresivamente de funcionar. Nacida en San Luis y con fuerte presencia en el interior del país, a fines de 2018 Ribeiro contabilizaba 1.900 empleados y 85 sucursales.
Con respecto a la presentación judicial, Ribeiro sostuvo que "la decisión no fue fácil para una empresa familiar con más de 110 años, que junto al país superó innumerables crisis económicas y financieras, tal vez la más fuerte y no tan distante fue la de 2001".
La situación de Ribeiro es similar a la de Garbarino, aunque de otras dimensiones. La expansión de la cadena (en cantidad de locales y personal) llegó a su punto máximo en 2017, cuando lograron facturar US$ 370 millones. La brusca devaluación de abril 2018 la encontró endeudada con proveedores del exterior, en un contexto de caídas generalizadas en las ventas. "Ese largo período de crecimiento se transformó en el inicio de una gran crisis que nos termina llevando, y después de mucha lucha y esfuerzo, a la presentación en concurso de acreedores", recordó el empresario.
Hacia fines del año pasado, "el directorio comenzó con la búsqueda de un socio inversor para relanzar la compañía". De hecho, revela que "tuvimos dos interesados, pero las negociaciones terminaron inconclusas porque la situación del país y del mundo no ayudaron". Autocrítico, Ribeiro también reconoce que no lograron reconvertir la cadena a tiempo a la venta online, una modalidad que creció en forma acelerada desde el año pasado.
Lo cierto es que "en los últimos años, el mercado de los electrodomésticos se achicó el 50% en unidades, por lo cual la agonía de Ribeiro viene desde hace mucho tiempo", explicó un alto ejecutivo de la industria. En el rubro, Garbarino era líder. También de origen familiar, la cadena fue vendida en junio pasado a Carlos Rosales, dueño también de la aseguradora Prof y dirigente de San Lorenzo. La empresa hoy está virtualmente paralizada, con sueldos impagos desde hace meses y cierres temporarios o definitivos de sucursales.
Manuel Ribeiro es muy conocido en el negocio. Los que lo conocen dicen que está profundamente afectado por la situación. El propio empresario sostuvo que "ya hemos demostrado en los pasados 100 años nuestra vocación de hacer negocios con ética y visión de largo plazo. Por eso sabemos que sanar la relación con nuestros acreedores lo antes posible es una de las claves para volver a ser la empresa de la que todos estemos orgullosos".
Toda la operación de Ribeiro (locales, oficinas y centros logísticos) está prácticamente paralizada. Históricamente, su fuerte fue la financiación a medida a través de sus planes Minicuotas Ribeiro y del crédito Minicuotas Alta Confianza (MAC). Hoy, la compañía es conducida por miembros de la tercera generación familiar.
"La compañía siguió tratando de superar la crisis que exponencialmente agravó el Covid-19, gracias al esfuerzo inclaudicable de sus empleados, gerentes, directores y el compromiso de sus accionistas, quienes reinvirtieron en la sociedad casi US$ 20 millones entre 2018 y 2019", puntualizó Ribeiro. Hoy, el destino de la cadena puntana está en la órbita judicial.|