La nueva gestión en Economía enfrenta desafíos múltiples, que colocan en el lugar del “equilibrista” a Sergio Massa. No sólo por la carga económica de los problemas sino por las disputas políticas de larga data que se mantienen siempre vigentes.
El líder del Frente Renovador llegó al gabinete con la doble función de sanear la economía, pero, al mismo tiempo, recomponer algo de la grieta política. Y no sólo en el escenario local, sino como se vio en la semana, en su gira por Estados Unidos, donde fue efusivamente bien recibido por consejeros de Joe Biden, autoridades de organismos de crédito internacional e inversores.
Ante un escenario de alta inflación, un Banco Central con reservas liquidas negativas, una tasa de interés que venía siendo negativa en términos reales y un tipo de cambio oficial con una dinámica de ajuste mensual menor a la tasa de inflación, Massa se ha concentrado en lo urgente: recomponer reservas.
En ese camino, que sólo mostró la primera etapa del ajuste necesario para cumplir con la meta de déficit fiscal, acordada con el FMI, ha concedido al sector agroexportador –y no a la Mesa de Enlace– el “dólar agro” para sumar divisas, instrumentando un esquema de tipo de cambio diferencial que representa endeudamiento a 10 años y lo coloca al borde de una nueva devaluación.
Además, a partir de una activa interacción con los organismos internacionales de crédito (BID y Banco Mundial) logró destrabar el desembolso de fondos frescos que ingresan en las próximas semanas y trajo algunas inversiones de EE.UU.
Algunos resultados son alentadores. El Índice de Equilibrio Fiscal del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano registró en julio una mejora de 21,4% respecto de junio y del 13,9% con relación al nivel que había registrado en igual mes del año pasado.
“El avance interanual se verificó merced al aumento del 87,5% registrado en los ingresos, mientras los gastos crecían un 64,7%. En particular, la recaudación del impuesto a las ganancias creció un 132,6% y la del impuesto a los bienes personales, un 322,8%, impulsada por el pago a cuenta y de la primera cuota del plan de facilidades de la declaración jurada de personas humanas”, detalló Víctor Beker, director del CENE.
“En cuanto al gasto público, las transferencias al sector privado aumentaron un 34,2%, mientras que las transferencias al sector público lo hicieron en un 37,7%. Ambos rubros evolucionaron por debajo de la inflación, favoreciendo el ajuste registrado”, completó el economista.
En poco tiempo, en una economía donde primaron los desequilibrios, que hundieron al subsuelo las reservas del Banco Central y alzaron a volúmenes históricos la deuda en pesos, Massa busca aplicar un plan de ordenamiento, que –aunque le pese– distintos economistas apuntan al “ajuste” para felicitarlo y otros para defenestrarlo. Pero nadie lo niega, acá no hay grieta.
El rol de Massa se vuelve cada día más estratégico y determinante para la coalición gobernante. Sin embargo, pese a toda la destreza y habilidad que demostró el ministro para caminar por la cuerda floja, entre viejas disputas y nuevas tensiones, a diferencia de quienes practican esta destreza en un escenario, esta vez el equilibrista no cuenta con red de contención. Todo es parte de una veloz construcción entre acuerdos y concesiones. |