Héctor Alterio brilla con la poesía de León Felipe en «Como hace 3000 años» – Negocios & Política
 

Héctor Alterio brilla con la poesía de León Felipe en "Como hace 3000 años"

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El actor argentino Héctor Alterio, radicado hace 45 años en España, es el protagonista de "Como hace 3000 años", un recital poético que anduvo de gira por teatros de aquel país desde hace algunas temporadas y que evidencia el enorme carisma del ahora nonagenario artista, tal como se puede comprobar por la plataforma Teatrix, que acaba de sumarlo a su oferta.

Con versos del poeta español León Felipe como plato fuerte, algunos muy famosos, el espectáculo comienza y termina, sin embargo, con textos de argentinos.

Uno, que le da el título, pertenece a Antonio Esteban Agüero, nacido en la provincia de San Luis, y el otro, "Teoría de los buenos deseos", de Hamlet Lima Quintana, al que le cambia la última línea: en lugar de "hermano mío" dice "hermanos nuestros", para subrayar su comunión con el público.

En la versión ofrecida por Teatrix y grabada a varias cámaras, el público no se ve, solo se escuchan sus aplausos, pero Alterio cita a Homero y se propone ?de acuerdo con Agüero- convertirse en una suerte de aedo, aquéllos que "hace 3000 años" compartían con la multitud el juego del relato y la poesía.

Vestido de calle, de pie y en medio de un haz luminoso ?en uno contiguo lo acompaña el guitarrista José Luis Merlín, también argentino-, el actor apabulla con eso imprescindible para quien sube a un escenario: lograr con su sola presencia que el espectador no pueda quitarle la vista de encima. Algo que no se compra ni se aprende.

Alterio no recita, actúa, hace teatro; la intensidad de su mirada, el natural movimiento de sus manos y lo melodioso de su voz ?que ya no es la misma, que en algún instante lo traiciona- delatan su arraigado oficio, que con los años puede derivar hacia lo magistral.

Con poemas como "Escuela", "El salmo es mío", "Y no sé nada", "Vencidos" o "Picasso" ?donde supone que el caballo herido por un toro en el cuadro "Guernica" es nada menos que Rocinante- el repertorio tiene una intensa carga filosófica que incluye ironía, sorna, humor y rebeldía.

El intenso León Felipe fue viajero, aventurero, inconformista, preso por estafa en su juventud, afincado en Estados Unidos y luego en México como representante de la República Española en el exilio, conferencista incansable y español indisimulable pese a sus herejías.

No es ajena al clima que impera en escena la guitarra de Merlín, que además de algunos solos ejemplares, acompaña y pauta las palabras con segmentos que amalgaman algún carnavalito o una zamba con pasajes de Joaquín Rodrigo u otros peninsulares.

Al parecer, Alterio llegó a conocer en persona a León Felipe en su adolescencia, cuando el poeta itinerante por el continente ofreció una conferencia en Buenos Aires, y desde entonces sintió un profundo lazo tanto afectivo como ideológico.

El actor llegó por primera vez a España en 1975 para presentar "La tregua", de Sergio Renán, en el Festival de San Sebatián, y tuvo que quedarse en aquel país cuando una llamada telefónica de su familia le avisó que había sido condenado a muerte junto a otros artistas por la organización de ultraderecha Triple A.

Acogido por connacionales en situación parecida, no le fue fácil inmiscuirse en el medio profesional ?sobre todo por problemas de "acento", según sus palabras-, aunque en 1976 pudo demostrar su autoridad interpretativa en películas como "Pascual Duarte", de Ricardo Franco, y sobre todo, "Cría cuervos", de Carlos Saura, de quien fue un preferido, pero no pudo regresar a la Argentina y a sus afectos hasta 1980.

A esas alturas hilvanó películas y series de TV en los dos países; algunas muy sonadas como "El crimen de Cuenca", de Pilar Miró, "Camila", de María Luisa Bemberg, "La historia oficial", de Luis Puenzo, "Caballos salvajes" y "Cenizas del Paraíso", de Marcelo Piñeyro, "Cuarteto Basileus", de Fabio Carpi (en Italia), o "El hijo de la novia", de Juan José Campanella, con quien colaboró en la miniserie "Vientos de agua".

Pero su vida ya estaba en España, donde sus hijos Ernesto y Malena alcanzaron notoriedad al punto de que muchos no saben que son criollos y; en el vaivén de sus viajes, a Héctor le costó regresar a los escenarios argentinos: la última vez que lo hizo fue en "Dos menos", de Samuel Benchetrit, junto a José Sacristán, en 2008.

Por esas razones es saludable confirmar la vigencia de sus recursos escénicos amasados en las décadas de 1950 y 1960, cuando integró el elenco de Nuevo Teatro, junto a Alejandra Boero y Pedro Asquini, y que le permitieron lucirse en cada ocasión a través de las décadas, además de granjearse la fama de artista riguroso que hace gala de una humildad genuina.

En alguna ocasión recordó tiempos lejanos, cuando ante la desazón de preguntarse qué estaba haciendo allí, en su debut como intérprete de "Prohibido suicidarse en primavera", de Alejandro Casona, descubrió que su futuro era el escenario, del que no podría despegarse jamás.

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    Ant Sig