Denegri, Farjat y la tv de los´90 que no nos deja en paz – Negocios & Política
 

Del baúl de los recuerdos |Denegri, Farjat y la tv de los´90 que no nos deja en paz

La explosión de la “caja boba”, trajo consigo un nuevo mundo de contenidos, imágenes y… de violencia que permitió que muchos personajes, aún hoy, se encuentren escapando de su pasado. La historia de Natalia Denegri, Samanta Farjat y la cuestión de género.  
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Los ´90 fueron los años en los que un peso equivalía a un dólar y el presidente, en ese entonces, Carlos Saúl Menem, recibía en su casa a la farándula nacional e internacional. La televisión argentina comenzaba a abrirse al mundo y éste recibía con gran expectativa los contenidos que nacían en esta parte del globo.

Sin embargo, Natalia Denegri fue uno de los casos en donde su pasado se vio repercutido por la violencia mediática que llegaba aparejada con el nuevo fenómeno y, que hoy en día, comienza a afectar su vida. Actualmente, vive en Miami, donde formó una familia y se convirtió en una celebridad.

La mujer inició una demanda en la Justicia argentina argumentando que la permanencia en Internet de ciertos contenidos que la relacionan al Caso Coppola le generan un daño a su honor, honra e intimidad, y que busca impedir que sus hijos estén expuestos a esos materiales cuando crezcan y la googleen.

Además cuenta con otro fallo a su favor, fechado en julio de 2020: el Juzgado en lo Contencioso Administrativo Federal N°5 reconoció que al ser menor de edad de acuerdo a la ley vigente entonces, Denegri fue víctima de la “causa del Jarrón”. Ella agrega que aquellos programas eran “armados” y que no tenía “poder decisión sobre sus participaciones”. Al momento de Mediodía con Mauro, el ciclo conducido por Mauro Viale en 1996, Denegri tenía 19 años.

Años después, tanto Denegri como Samanta Farjat coincidieron que hace muchos años que no se ven; que les gustaría mucho verse, pero con una diferencia: Farjat blanqueó a su hija, hoy de 21 años -casi la misma edad que tenían ellas allá por los noventa- que se hizo famosa por haber sido parte de un escándalo mediático-político con implicancia judicial y policial. Natalia, en cambio, está preocupada: el bullying en los Estados Unidos, donde vive, parece que puede ser terrible, como acá. Igual, junto a su colega dejó en claro, que está atenta a la sentencia de la Corte porque puede aprovechar el viento de cola del juicio que inició Denegri.

En esa instancia ambas ajustaron la cuestión de género sobre el Caso Coppola, en sus dos dimensiones: la judicial y la televisiva. “Fuimos manipuladas en esos programas, como dijo Samanta, por los productores. Nos llevaban a dormir a un hotel. Estábamos secuestradas. Una quería salir del hotel y no podías ir a la esquina porque los productores tenían miedo de que fueras al programa de la competencia”, dijo Denegri, mientras, Farjat hizo su aporte: “Nos planteamos (con Natalia) cómo sería todo hoy, con los derechos que tiene la mujer”.

Samanta llegó a confesar a los espectadores, que gracias a ellas el caso que marcó la década del '90 mostró su cara más corrupta: la de la conveniencia política, policial y judicial que arregla cuentas “haciendo camas” con droga trucha a personajes de relevancia pública. El Caso Coppola: Guillermo, el mánager de Diego, la Justicia y la tele siguen siendo puntos de encuentro para la memoria patria.

El Centro de Estudios en Libertad de Expresión (CELE), que depende de la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, presentó un amicus curiae: allí señalan la “mirada de género” que se la ha impreso al caso “Denegri contra Google” en el fallo de segunda instancia. Pero la sentencia que se emitió en agosto de 2020 por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil decía lo contrario: “(la actriz era) una persona joven, sin experiencia, que seguramente se vio confundida por su extraña fama circunstancial, y que seguramente debe sentirse mortificada por apreciar esas imágenes poco decorosas, en especial luego de tanto tiempo y de haber formado una familia y desempeñarse profesionalmente”.

El CELE, con la firma de su directora, la abogada Agustina del Campo y del investigador Ramiro Álvarez Ugarte, repara en esta observación: “El juicio que efectúa el tribunal supone que la actora se comportó de una manera poco respetuosa, sin recato, sin honra o sin honestidad. Pero ahora que es una mujer con experiencia y que ha conformado una familia (tal como se espera de ella) y se desempeña profesionalmente (con una carrera honrada podríamos decir), estas imágenes seguramente sean mortificantes para ella (quien ha expuesto su honra por demasiado tiempo). El argumento de la Cámara en este punto está implícitamente basado en una visión de las mujeres que las ubica en el mundo de la incapacidad. Esto no es novedoso; numerosas investigadoras han señalado, una y otra vez, cómo los estereotipos de género atraviesan a nuestra sociedad, incluyendo de manera especialmente notable al discurso jurídico”.

Denegri debe demostrar ahora ante la Corte que efectivamente aquellas intervenciones televisivas y la recirculación de las imágenes la han afectado. Pero más allá de su historia, ¿cómo se hacía televisión en los noventa? ¿Por qué nos sentábamos a mirar esos programas? ¿Por qué nos hipnotizaba de esa manera, cuál era el imán? ¿Por qué sigue vigente, añorada, por qué es anécdota viva? Esa tele nos identifica, es información pero también es nuestro capital más pop, aquello que los académicos llaman “acervo cultural”. Entonces: ¿qué hacemos, 26 años después, con Mauro Viale?

“Se puede debatir respecto de la responsabilidad de los medios de comunicación en ese momento, cómo Denegri fue usada o explotada. Sería interesante analizar si los medios de comunicación han avanzado o no en esas situaciones. Pero no creo que concierne específicamente para borrar su nombre y su imagen”, acotó, Natalia Zuazo, consultora en política y tecnología.

Sobre si aquellos videos o imágenes que Denegri pretende que no sean rastreados por el buscador si googleamos su nombre + “Caso Coppola” y la idea de que eso podría atentar contra la libertad de expresión, Zuazo dice: “Que es un acervo noticioso o cultural es otro argumento en favor de la diferenciación entre la concepción de la libertad de expresión más individualista y la que plantea la Convención Latinoamericana de Derechos Humanos, que entiende que es un derecho colectivo. Si lo entendemos como derecho colectivo, es considerable que ese material sea acervo cultural”.

    Vínculo copiado al portapapeles.

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    Ant Sig