Un Alberto relajado y descontracturado calmó el clima en el cierre del 57º Coloquio de IDEA, que se caldeó, en la previa, durante el debate de los candidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires.
El Presidente inició su exposición analizando las consecuencias que generó la pandemia del Covid – 19, pidió reflexionar y "poner manos a la obra" para construir una sociedad nueva "donde el desarrollo sea constante, los desequilibrios estructurales desaparezcan y la justicia social deje de ser una consigna y empiece a convertirse en una realidad".
Desde el inicio hasta el cierre de su discurso, Alberto Fernández convocó a los empresarios a "unir esfuerzos", "dejar atrás debates estériles", "encontrar juntos el camino de salida", en las “construcción de una nueva sociedad” y destacó su trabajo para la "unidad" de una sociedad con "bandos en pugna" desde hace varios años. "Ya es hora de que tratemos de profundizar nuestros acuerdos y minimizar las diferencias", dijo.
Sin rodeos, asumió que el primer “gran problema” que la Argentina debe afrontar “con decisión” es terminar con la desocupación "creando empleo genuino". "Debemos trabajar con toda firmeza para que cada argentino y argentina encuentre en el siglo XXI un lugar donde trabajar y ganar dignamente el sustento diario ara su familia", indicó.
Del mismo modo que lo hizo el Ministro Kulfas, ayer, Fernández reconoció que “la asistencia del Estado no puede ser el remedio para la falta de empleo", y explicó que las acciones destinadas a los más postergados son “sólo un paliativo” para sobrellevar la pobreza, pero aclaro que "no es posible perpetuar esta realidad" que, según indicó, “definitivamente, debe avergonzarnos".
Como solución a la realidad que queda reflejada en los índices de pobreza e indigencia, Fernández apuntó a la necesidad de inversión privada que "asocia al capital y el trabajo para lograr un desarrollo sostenible de nuestra sociedad" y aseguró que esa ha sido su convicción desde que asumió como Presidente.
Luego de repasar las cifras de endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional y analizar el impacto de los compromisos pendientes, dijo que “los empresarios deben hacer su aporte”. Explicó que en septiembre y en lo que va de octubre el precio de los artículos de la canasta familiar se han incrementado de manera “incomprensible”.
En ese sentido señaló que se debe encontrar el punto de equilibrio “en acuerdo con los industriales y cadenas comercializadoras”, dijo, pero aclaró: “sepan que seremos inflexibles en esta materia”. “Una sociedad donde unos pocos ganan y millones pierden, no es una sociedad. Es una estafa”, aseveró.
Planes por trabajo
Sin ánimo de hacer revisionismo, pero con el propósito de mostrar el punto desde donde partió su gestión comparó los pedidos que recolecta, a través de cartas, en las distintas recorridas de campaña. En ese sentido, destacó que, en 2003, las personas pedían "un plan". "Por entonces -contó - más de 2 millones de personas eran beneficiarias de un programa llamado Jefas y Jefes de Hogar", dijo y recordó que durante los 4 años y medio del gobierno de Kirchner la Argentina creció a un promedio de 7% anual y se crearon más de 2 millones de empleos.
"Al dejar el gobierno, en diciembre de 2007, los planes sociales se habían reducido a un número cercano a los 400.000", señaló y contó que, inmediatamente, como Jefe de campaña de Cristina Kirchner advirtió que "ya nadie nos pedía planes", sino "mejores condiciones de trabajo".
En los 8 años, en adelante, "el empleo siguió creciendo y, en total, se generaron más de un millón de puestos de trabajo, y el desempleo se redujo a poco más del 5%, y el número de planes se había reducido a 200.000", recalcó.
Para el 2015, cuando concluye la gestión de Cristina Kirchner "nadie pedía planes ni trabajo, el reclamo era que los asalariados no pagaran impuestos a las ganancias", contrastó.
Y, para concluir su comparación, Fernández remarcó que de menos de 200.000 planes, durante el gobierno de Mauricio Macri se llegó a cerca de 800.000 para diciembre de 2019. "La apertura indiscriminada de importaciones, la caída sostenida del consumo y el cierre de 23.000 pequeñas y medianas empresas aparejaron un incremento preocupante de la desocupación y la pobreza", analizó.
Enseguida, asumió como característica de su mandato "la promoción de inversión empresaria y la generación de empleo" y defendió el proyecto oficial que busca que quienes actualmente reciben un beneficio social puedan ser empleados, sin perder ese derecho, en la actividad privada.
En este punto destacó avances particulares en el sector rural, en la construcción y, recientemente con el sector de hotelería y gastronomía. "Cambiar planes por trabajo, ese debe ser nuestro primer objetivo para combatir frontalmente la pobreza".
En clave electoral
Antes de despedirse el Presidente le dedicó un espacio a la polémica que se reavivó en los últimos meses en relación al rol de las indemnizaciones laborales. "Se repite la idea, una y otra vez, de generalizar esquemas indemnizatorios que sirven a sectores que tienen una alta tasa de rotación de empleo y también de informalidad; la construcción y los textiles son ejemplo, pero hasta aquí no hay ninguna evidencia de éxito de esas lógicas", afirmó y señaló que "estos modelos siempre se inspiran en sistemas de países nórdicos o en Australia.
“No es cierto que los trabajadores con mayores derechos se vean incentivados a ser despedidos”, dijo luego de citar al Premio Nobel de Economía, David Card, quien estudió los efectos de las indemnizaciones sobre la economía de Austria y concluyó que las indemnizaciones tienen efectos positivos.
En esa línea comentó que, en Finlandia, por ejemplo, el despido sin causa está penado con entre 3 y 24 salarios y el sindicato debe intervenir en el conflicto de manera obligatoria. Las multas aplicadas por despidos arbitrarios llegan a los 35.000 euros. “Estas condiciones se imponen en empresas que tengan más de 20 empleados”, agregó Fernández.
Respecto a Dinamarca, dijo que los empleados fuera de convenio son protegidos ante el despido sin causa. Los costos indemnizatorios oscilan entre 6 y 12 meses de salario y en todos los casos el sindicato debe intervenir en la solución del conflicto.
Mientras que en Noruega no hay indemnizaciones por despidos sin causa, pero para que así sea, aclaró, el despido debe contar con la anuencia del empleado, de su abogado y del sindicato.
Para cerrar y sin salirse de un discurso conciso, afirmó que “una economía que crece, produce y exporta necesita de una fuerza laboral bien paga y protegida en sus derechos”.
“Con este sistema laboral se crearon en Argentina casi 4 millones de empleos entre 2002 y 2015”, agregó y al mismo tiempo señaló que las medidas de excepción como la prohibición de despidos y la doble indemnización “deben ser entendidas de ese modo; han sido dispuestas en un momento de excepción y no van a sostenerse en el tiempo”, aseguró.
Aunque se esmeró, el Presidente no captó ningún aplauso del público empresario que lo escuchó atento durante los estrictos 20`de exposición y sin preguntas de por medio. “Ese es el desafío. Escucharnos. Debatir. Encontrar acuerdos”, dijo y usó la metáfora del barco para indicar que “nadie se salva sólo”.
Por último, arrojó que la “Argentina necesita de empresarios que sean los primeros trabajadores” y les pidió dejar de lado los “lobbies”, la “especulación” y la codicia, para sumar “creatividad”, “producción” y “solidaridad”. Como en un buque, “el descuido de uno puede llevar a todos a pique”, dijo el Presidente parafraseando al marino y empresario argentino, Enrique Shaw, y pidió pensar en esta clave la Argentina para “hacer un país mejor”.|