Antes de la llegada de Vladimir Putin al poder en 1999, Rusia se encontraba en una situación económica más deplorable que después de la Segunda Guerra Mundial. La situación resultaba perfectamente funcional a los intereses de otros países que miraban de reojo al gigante europeo, por entonces fuera de toda competencia a la hora de disputar los mercados globales.
Cuando Putin sucedió a Boris Yeltsin, ya tenía una experiencia de gestión que le había permitido observar durante muchos años los errores de sus predecesores y desarrollar una estrategia para volver a convertir a Rusia en una potencia económica y militar. De su mano, la Federación Rusa volvió a transformarse en un país con el que Occidente empezaba a contar y en un socio para muchos gobiernos a los que no les fue muy bien negociando con los Estados Unidos.
Por eso paulatinamente intentaron dinamitar su progresiva expansión bloqueando la posibilidad de acuerdos con economías emergentes, que veían en la nueva Rusia a un aliado con potencial incalculable. No lo lograron. Y por eso hoy intentan por todos los métodos posibles interponer obstáculos para la proyección de sus materias primas, sus productos y sus desarrollos tecnológicos y bio-tecnológicos.
En este marco se dan los cuestionamientos que un sector del mundo Occidental le han dispensado a la vacuna Sputnik V, a la que cuestionaron sin basamento científico y con argumentos de una enorme carga ideológica, que esconden ese tan particular recelo contra todo lo que provenga de Rusia por temor a la competencia que representa.
Esta vez Alberto jugó primero
A mediados de septiembre, en el momento más crudo de la pandemia, el Gobierno comunicó que un laboratorio nacional iba a producir la vacuna del laboratorio AstraZeneca en Argentina. El anuncio debía hacerlo el Presidente simultáneamente con el de la prolongación número “nosecuanto” de la cuarentena. Pero el ministro de Salud Ginés González García, que se salía de la vaina por difundir la noticia- lo adelantó en un programa de televisión. Y todo se precipitó.
Detrás de ese anuncio, aparecía la figura del titular del Grupo Insud, Hugo Sigman, uno de los empresarios más cercanos al Ejecutivo y de aceitados vínculos tanto con el titular de la cartera sanitaria, como con el primer mandatario. “En esa oportunidad no cayó muy bien que Ginés se adelantara, pero al Gordo lo conocemos, es medio estómago resfriado y se le escapó dos días antes de lo previsto”, contó a este portal un funcionario con despacho en el primer piso de la Casa Rosada.
A partir de allí, todos desde el Gobierno se encargaron de remarcar que ningún laboratorio tenía exclusividad y que todo aquel que tuviera un desarrollo probado de la vacuna en fase 3 podía ser proveedor del insumo más requerido por todos los estados del planeta. A tal fin se apostó a un pool de empresas que ya estaban desarrollando esta etapa de la investigación.
Entre ellas estaba la Sputnik V, desarrollada por laboratorios de origen ruso. El lunes pasado, en el marco de una entrevista con una cadena televisiva del mismo país que la vacuna en cuestión, el Presidente imitó a su ministro y adelantó lo que horas más tarde se transformaría en la noticia de la semana.
“Tuvimos una propuesta de la Cancillería rusa y del fondo soberano de Rusia para ver si Argentina estaba interesada en contar con dosis de la vacuna en el mes de diciembre y por supuesto que dijimos que sí”, afirmó el Jefe de Estado y destacó: “Para nosotros es muy importante porque permitiría vacunar a los sectores que están en riesgo, de todo el país”.
Tras la repentina notificación, se conoció la existencia de una misión (que se mantuvo con perfil bajo) realizada semanas antes por una comitiva encabezada por la viceministra de Salud, Carla Vizzotti, y de la asesora presidencial Cecilia Nicolini quienes viajaron a Rusia para ver el nivel de desarrollo que la vacuna tenía y la factibilidad de lograr ese objetivo.
Sin embargo, horas después trascendió periodísticamente que uno de los laboratorios inscriptos en la ANMAT para comercializar el fármaco era HBL Pharma, empresa con un currículum donde se acumulan grises y clausuras, razón por la cual el Gobierno nacional planteó formalmente con su par ruso llevar adelante las negociaciones de Estado a Estado, prescindiendo de las intermediaciones.
Al día siguiente, el propio Alberto terminó de sellar el acuerdo con Putin a través de una videoconferencia. Y horas después se conocía los alcances del protocolo suscripto por ambos países para suministrar 25 millones de dosis de la vacuna “una vez cumplimentada la fase 3”. Según lo acordado, diez millones de esas dosis estarían en Argentina antes de fin de año y el resto durante el transcurso de enero de 2021.
¿Sirve o no sirve?
Daniela Hozbor es investigadora Principal del CONICET en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata. Una de las expertas más destacadas de la Argentina en esta materia explicó con detalles las razones por las cuales la vacuna rusa cumplimenta con todos los requisitos normativos de una investigación seria:
- “Actualmente se están ensayando en distintos países más de 200 candidatos vacunales contra el coronavirus. De estos candidatos, 47 están siendo evaluados en humanos (ensayos clínicos), 10 de estos candidatos ya se encuentran en la última fase clínica del desarrollo. Se trata de la fase clínica 3, que tiene como objetivo evaluar de forma más completa la seguridad y la eficacia en la prevención de la enfermedad”.
- “Esta fase clínica involucra decenas de miles de voluntarios que participan en un estudio multicéntrico adecuadamente controlado. Uno de los candidatos que se encuentra en dicha fase es el desarrollado en Rusia. Este candidato, que está basado en vectores adenovirales, fue registrado de manera condicional por el Ministerio de Salud de la Federación Rusa el 11 de agosto de 2020”.
- “Los científicos involucrados en este desarrollo recientemente han difundido resultados de los estudios de fase 1/2 sobre seguridad e inmunogenicidad de dos formulaciones, una congelada y otra liofilizada de esta vacuna. Estos estudios desarrollados en dos hospitales de Rusia incluyeron a voluntarios adultos sanos de entre 18 y 60 años. Las conclusiones de los investigadores fueron que ambas formulaciones resultaron ser seguras y bien toleradas”.
- “En estos momentos se está llevando a cabo el ensayo de fase 3. Se trata de un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, multicéntrico en asignación paralela de eficacia, inmunogenicidad y seguridad de la vacuna. El ensayo incluye a 40.000 voluntarios mayores de 18 años. Al igual que para otros candidatos vacunales que están en este mismo estadío de desarrollo, con el fin de acortar tiempos los laboratorios han comenzado la producción de dosis de la formulación vacunal a riesgo sin tener los resultados de la fase 3”.
- “Es importante recalcar en este punto que esta aceleración de tiempos no atenta con la exigencia que se tiene sobre este insumo de salud tan clave, sólo se emplearán formulaciones seguras y efectivas aprobadas por los entes reguladores”.
Entre ex camaradas no se pisan los negocios
Los representantes de AstraZeneca monitorearon muy de cerca este derrotero. La aparición de este nuevo escenario en las negociaciones que dejan de lado el trabajo intermediador de las empresas farmacéuticas, generó preocupación. Allegados a Sigman ?cabeza de la representación argentina de AZ- ironizaban: “justo a Hugo, que es bolche de alma, le va a soplar el negocio un antiguo camarada”. Si bien la producción anunciada en septiembre es “a riesgo” (lo que significa que el costo de toda la transferencia tecnológica efectuada entre la firma anglo-sueca y el grupo Sigman podría perderse si fracasa la fase 3, el negocio es multimillonario.
Por eso este sábado se apuraron en comunicar que ellos también tienen un acuerdo suscripto. Primero fue el laboratorio que a través de un comunicado confirmó que están listos para enviar 22 millones de dosis de su vacuna anti Covid dentro de los plazos de entrega “esperados”, es decir durante el primer semestre de 2021.
Por su parte, el Gobierno Nacional se pronunció al respecto y manifestó que "las entregas se producirán siempre en caso de que los ensayos en curso resulten exitosos y posteriores a la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT)".
A su vez, agregaron que "estos ensayos que el laboratorio realiza en diferentes países del mundo determinarán si la vacuna generará protección contra COVID-19 y medirá la seguridad y las respuestas inmunes en hasta 50.000 participantes".
AstraZeneca no da puntada sin hilo. Por eso se ha transformado en una compañía líder en el mundo. Según su último informe de resultados financieros, en 2019 la compañía obtuvo ingresos a nivel global por u$s24.400 millones, un 10,38% más que en 2018. En los países emergentes, sus ventas anuales alcanzaron los u$s 8165 millones, un 18% por encima que en 2018 y representaron el 35% del total. De ellas, los productos vinculados a nuevas drogas significaron el 23%.
La vacuna AZD1222 tiene un costo por unidad de aproximadamente unos U$S 3,5, lo cual multiplicado por los millones de dosis que prevén comercializarse, representan una facturación muy importante para el laboratorio que aquí en Argentina tendrá como socio local para la producción a mAbxience del Grupo Insud, cuyo dueño esta semana seguramente recordó los tiempos en los que cada vez que llovía en Moscú, los comunistas locales abrían el paraguas.