Seguro que no entiendes cómo ese granito siempre aparece justo el día en que tienes la super cita, o por qué en algunos momentos te comerías todo el chocolate de la fábrica de Willy Wonka de una sentada. ¿Respuestas? No todas están en las hormonas femeninas, pero la mayoría de ellas, sí.
Ellas son, ni más ni menos, "las que informan y actúan en multitud de órganos y tejidos del cuerpo, detectando el exceso o déficit de otros mediadores neuroendocrinos para que el organismo esté estable", arranca el doctor Alberto García Valdés, endocrino del Hospital San Francisco de Asís y miembro de la plataforma Top Doctors. Y es que actúan como mensajeras químicas entre las células y los órganos, y cuando se desequilibra la cantidad entre unas y otras se puede producir la enfermedad.
El sistema endocrino está distribuido por todo el cuerpo; se encuentra en el cerebro, la hipófisis (el órgano central que regula la segregación de hormonas), el hipotálamo, la glándula tiroides y los ovarios. Influyen en tu cuerpo, en tus relaciones de pareja, en las sexuales, en tu trabajo y hasta en cómo aprovechas el entrenamiento. Te presentamos a las principales gobernantas de tu salud y tu vida:
Estrógenos
Es una de las principales hormonas femeninas. Se generan en los ovarios y están directamente implicadas en el ciclo menstrual. Pero uno de los asuntos que más nos interesan (y preocupan) de ellas es que también regulan, junto con la progesterona, la actividad de la insulina. La razón es que esta es la encargada de llevar el azúcar de los alimentos a la sangre y a las células (sobre todo a las de los músculos y el hígado). Pero si a pesar del transporte aún sobra glucosa en la sangre, entonces aquella se convierte en grasa y se va directa a los adipocitos.
¿Y cuál es el problema? "Que en función del día del ciclo menstrual, las células muestran mayor resistencia a la insulina. Traducción: que desde la ovulación (día 14) hasta que vuelve a bajar la regla (día 1), hay más probabilidades de que el azúcar y la grasa que tomes se vaya directamente a las cartucheras", advierte Cristina Rodríguez Alconada, nutricionista del Instituto Médico Láser (IML).
Y no te alarmes si justo en esos días es cuando más te va a apetecer tomar ese tipo de alimentos "ya que el cuerpo está programado para que en cada ovulación haya un embarazo y se nutra al embrión", recuerda la experta. Regulan la actividad del aparato genital, y favorecen la flexibilidad de los capilares y la resistencia de los huesos. Su descenso está vinculado al nerviosismo, la ansiedad, los dolores musculares y las molestias premenstruales.
Progesterona
Interviene en el ciclo menstrual y en la actividad del aparato genital. Si hay desequilibrio, el cuerpo retiene más líquidos y se hincha (pueden darse náuseas, irritabilidad, somnolencia y cansancio). Su descenso puede estar implicado en la aparición de acné e incluso en la de alopecia androgenética.
Testosterona
Es uno de los andrógenos, las llamadas hormonas masculinas; todas la tenemos. "Se encarga de producir el deseo sexual", aclara el doctor García Valdés. Además, favorece la autoestima y hace que el cuerpo retenga menos grasa y la elimine más fácilmente.
"Su descenso podría provocar pérdida de deseo sexual, y su aumento, agresividad e irritabilidad, pero también algunas afecciones dermatológicas como el acné o la aparición de vello en zonas nada frecuentes en la mujer, como la barbilla, lo que denominamos hirsutismo", comenta la doctora Andrea Combalía, dermatóloga del Hospital Clínic de Barcelona. "El aumento también se podría dar por síndrome de ovario poliquístico", aclara la especialista.
Gonadotropinas
Juegan un papel clave en la reproducción. "Influyen en la ovulación, porque estimulan el ciclo ovárico. Su misión es generar un folículo para que pueda ser fecundado, dando lugar a un posterior embarazo", explica la doctora Elena Santiago, ginecóloga de la Clínica Tambre y miembro de la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia).
Las más importantes son la FSH (hormona estimulante del folículo) y la LH (luteinizante o controladora de su maduración). Ambas son elaboradas y segregadas por la hipófisis. Las posibles causas de desajustes entre ambas pueden ser numerosas: "Una afectación de tiroides, la obesidad, un ovario poliquístico, una anorexia, una delgadez extrema, la práctica de deporte de competición, la quimioterapia y ciertos medicamentos como algunos antidepresivos y ansiolíticos", enumera la experta.
Serotonina
Nos encanta, porque es la llamada "hormona de la felicidad". Se segrega al hacer deporte y desarrollar actividades placenteras, y también interviene en el ciclo menstrual. Durante el día 1 al 5, es decir, durante la menstruación, disminuye, por eso hay una mayor irritabilidad y una menor tolerancia al estrés. "Por la misma razón, estos cambios hormonales hacen que, por ejemplo, las migrañas sean más frecuentes durante esta etapa del ciclo", recuerda el doctor Jesús Porta Etessam, neurólogo y vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
También disminuye el impulso y el deseo sexual. Sin embargo, en la fase proliferativa (días 6 al 14 del ciclo, o sea, antes de la ovulación) vuelve a aumentar la serotonina, pero también la dopamina (su prima hermana) y la oxitocina. Ni que decir tiene que todas ellas favorecen un semblante mucho más sereno y feliz. ¿La mala noticia? Que todas vuelven a bajar en la fase lútea (del día 14 al 28 del ciclo menstrual).
Oxitocina
La oxitocina aumenta la sensibilidad del aparato genital, el deseo y el grado de placer en las relaciones sexuales, de hecho, la llaman "la hormona del amor" porque aumenta su secreción con el tacto piel con piel y en situaciones de calma y paz, por eso diríamos que su contraria es la adrenalina. Si desciende, se produciría pérdida del deseo sexual y dificultad para llegar al orgasmo. La conocemos, sobre todo, porque es la responsable de que las fibras musculares del útero se contraigan durante el parto.
Leptina
Es la hormona que controla el apetito, y en la fase lútea del ciclo menstrual se produce en menor cantidad, por lo que hay más sensación de hambre. Por suerte, en esta fase también aumenta tu metabolismo, o sea, la capacidad de tu organismo para quemar más rápidamente lo que ingieres.
Cortisol
Regula la respuesta del organismo ante el estrés, activando la producción de adrenalina, liberada por el cerebro. Si suben sus niveles puede aparecer nerviosismo, ansiedad y taquicardias, "pero también acné, caída de cabello, aumento de canas, o empeorar otras patologías ya existentes", cuenta la dermatóloga. Si son muy bajos, cansancio, desánimo y disminución de la masa muscular.
"Tener el cortisol disparado todo el tiempo, aumenta la producción de insulina, y también la resistencia de las células a ella. Y en momentos de estrés, asociamos la comida a una recompensa muy a corto plazo. Es importante ser conscientes de ellos con respecto a los atracones", advierte la nutricionista Rodríguez Alconada.
Tiroideas
Regulan el metabolismo y la forma en que el cuerpo quema las calorías de los alimentos. Cuando baja su cantidad, lo que es más frecuente en mujeres (es genético y se hereda), se denomina hipotiroidismo. Entonces pueden aparecer subidas de peso, fatiga crónica, sequedad en la piel, torpeza, tristeza y depresión. Si está demasiado alta, se trataría de hipertiroidismo, cuyas consecuencias son la pérdida de peso, problemas en los ojos, convulsiones, sudoración, incapacidad para relajarse y ansiedad.
Melatonina
Regula el ciclo natural del sueño, y todas sabemos las consecuencias de un mal descanso (¡y de uno bueno!). "Así que, además de contar con un alto potencial antioxidante, la melatonina hace que durmamos bien para reparar los tejidos a pleno gas, incluidos los cutáneos", recuerda la dermatóloga.|