La Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE) lanzó una alerta epidemiológica a raíz de la aparición de 228 casos en todo el mundo de niños de entre 1 mes de vida y 16 años con este tipo de cuadros. Si bien la mayoría de los pacientes se recuperaron satisfactoriamente, remarcan que 17 necesitaron un trasplante hepático y hubo un fallecido. Se especula que esté asociado a los adenovirus y no descartan que estén emparentados con mutaciones más agresivas de una de sus variantes o con un déficit en las defensas de los chicos.
“La hepatitis es una inflamación del hígado. Normalmente, cuando un niño llega con síntomas gastrointestinales a una consulta, se suele buscar a través de la técnica PCR si tiene las hepatitis conocidas (A, B, C, D o E)”, explica Jorge Geffner, doctor de Bioquímica, profesor de Inmunología e investigador del Conicet. Además agrega que aún “no hay una relación de causalidad establecida” como para confirmar que los cuadros de hepatitis aguda grave estén asociados a los adenovirus.
Los adenovirus son una familia de 50 especies distintas de virus que, en su mayoría, generan infecciones respiratorias aunque, en algunos casos, también gastrointestinales: “Hasta ahora, ninguno de sus subtipos ocasionaba hepatitis en chicos sin patologías de base. Solo se conocían casos de pacientes inmunosuprimidos”.
Uno de los adenovirus que está en la mira es el F41, que genera síntomas gastrointestinales y se observó en varios de los casos analizados. Consultado sobre la posibilidad de que exista alguna vinculación entre este adenovirus y el SARS-CoV-2, Geffner asegura que, hasta el momento, no se encontró relación.
Geffner por otra parte maneja dos posibles hipótesis.: “una es que se haya desarrollado una mutación más agresiva de alguno de los subtipos. La otra es que, por el aislamiento extendido asociado a la pandemia, haya niños con una disminución en sus defensas que puedan estar teniendo una respuesta inmune más leve frente a estos virus”.
La transmisión general de los adenovirus, es por vía respiratoria aunque en algunos casos también se da por vía oral-fecal, es decir, a partir del consumo de alimentos o agua contaminada. El infectado puede no presentar síntomas e igualmente contagiar. El virus puede haber llegado "en avión", es decir, a partir de un caso importado de, por ejemplo, Reino Unido, donde se detectó el número más alto de infectados. Otra posibilidad es que el contagio se haya dado con los adenovirus presentes en nuestro país.
“En Argentina, tenemos circulación de adenovirus. Incluso se incrementa con el frío porque es la época en la que no ventilamos bien los ambientes y, además, porque con bajas temperaturas este virus tiene más chances de ingresar y colonizar las mucosas”, sostiene. “Si se trata de una mutación específica, lo más probable es que haya venido de afuera porque es raro que se hayan generado las mismas mutaciones en simultáneo en dos lugares”.
Si el niño presenta un cuadro respiratorio, no es necesario que se haga una consulta vinculada a la hepatitis (tal vez sí por otras patologías). En caso de que tenga diarrea, náuseas o vómitos sí sería recomendable descartar esta posibilidad, según el experto.
Sobre la sintomatología, el cuadro de hepatitis aguda grave suele comenzar con dolor abdominal, diarrea y vómitos y que hay probabilidades de que los niños orinen de color oscuro. A su vez, pueden presentar ictericia, cuando la piel o la parte blanca del ojo se torna amarillenta. “Esta es una señal de que el hígado está fallando. También cuando en un examen de sangre dan altas las enzimas hepáticas”, resalta.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) informó: hay que cocinar bien los alimentos y tomar agua segura. Se pueden agregar 2 o 3 gotitas de lavandina por litro de agua para eliminar este tipo de virus.