El alemán viene con un historial complicado. Un jurado de Londres lo condenó a prisión por ocultar sus bienes tras declararse en bancarrota en 2017. Una de las personalidades más controvertidas de la historia del tenis, buscará a partir de hoy un milagro que lo salve de la cárcel.
En libertad condicional bajo fianza, deberá esperar hasta el 29 de abril para conocer su condena, que podría ser de hasta siete años por cada cargo. Con 54 años, actualmente trabaja como comentarista deportivo para la BBC y aseguró que los 50 millones de dólares que ganó en las canchas se esfumaron en el costoso divorcio de su primera esposa, el mantenimiento de sus hijos y un "caro estilo de vida".
Ganador de seis torneos de Grand Slam, el ex número uno del mundo fue juzgado desde el 21 de marzo en Londres por hechos relacionados con su bancarrota personal, ligada a un préstamo de 3,5 millones de euros (unos 3,8 millones de dólares) concedido por un banco privado para financiar una lujosa propiedad en Mallorca.
En el momento de su quiebra en junio de 2017, el jugador, que ganó 49 títulos en 16 años de carrera deportiva, tenía deudas estimadas en hasta 50 millones de libras (unos 65 millones de dólares al cambio actual). Ahora, es procesado por 24 cargos de ocultación de bienes y un jurado del sur de Londres lo declaró culpable de cuatro, que incluyen sustracción de bienes, no revelación de patrimonio y ocultación de una deuda.
También fue condenado por no declarar una propiedad en Alemania y por ocultar un préstamo bancario de 825.000 euros y acciones de la empresa tecnológica de inteligencia artificial Breaking Data Corp. El jurado lo absolvió de 20 cargos, que incluían el no haber entregado a sus acreedores nueve trofeos y medallas, entre ellos tres trofeos de Wimbledon, dos trofeos del Abierto de Australia y su medalla de oro olímpica de Barcelona 1992. Tampoco se retuvo en su contra la acusación de no declarar una segunda propiedad en Alemania, así como intereses en un piso de Londres ocupado por su hija Anna Ermakova.
Durante el proceso la fiscalía afirmó que Becker cobró 1,13 millón de euros (1,22 millones de dólares) de la venta de un concesionario de automóviles Mercedes que poseía en Alemania, que ingresó en una cuenta bancaria profesional que utilizaba como su "alcancía" personal con que pagar compras de lujo y gastos de escolarización de sus hijos.
Becker irrumpió en el circuito con solo 17 años en 1985 cuando se convirtió en el campeón individual más joven de Wimbledon, cuyo público lo adoptó rápidamente como su jugador predilecto por su juego dinámico y su entusiasmo juvenil. Su feroz saque le valió el apodo de "Baby Boom Boom" y "Der Bomber". Un año después, defendió con éxito su título de Wimbledon, derrotando al número uno del mundo, Ivan Lendl, en la final. En 1989, ganó Wimbledon por tercera vez y se adjudicó su primer título del Abierto de Estados Unidos.
Pero tras llegar al número uno del mundo dos años después, inició su declive: propenso a los arrebatos emocionales, perdía con frecuencia partidos que estaban a su alcance y era multado por romper su raqueta, mostrando una personalidad volátil que le dificultó el mantenerse en la cima del tenis.
Levantó su último título de Grand Slam en el Abierto de Australia de 1996 antes de retirarse tres años después. Después, fue entrenador de Novak Djokovic de 2013 a 2016, ayudando al serbio a quebrar el dominio de Roger Federer y Rafael Nadal.
Pero su vida privada fue turbulenta, con rupturas matrimoniales y un extraño incidente en el que afirmó ser el representante para el deporte, la cultura y los asuntos humanitarios de la República Centroafricana ante la Unión Europea. En 2002, un tribunal en la ciudad alemana de Múnich lo condenó a una pena en suspenso de dos años de cárcel y a una multa de 300.000 euros (330.000 dólares) por evasión fiscal de unos 1,7 millón de euros.|