Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa son las tres cabezas del oficialismo. Entre ellos se dividen la afinidad de más de la mitad de los gobernadores del país. En pleno año electoral, los tres jefes buscan a sus aliados para ampliar la presencia en el Congreso y así lograr el respaldo político para lo que viene.

Si bien los líderes provinciales están sujetos a la “caja nacional”, eso no implica que respeten a rajatabla las decisiones que parten desde la Casa Rosada. El accionar durante la pandemia fue claro ejemplo de ello.

Los satélites de Alberto

El grupo “albertista” está encabezado por el tucumano Juan Manzur. Fue quien encabezó la “Liga del Norte” durante la campaña del 2019 y pese a que fue ministro de Salud de Cristina Kirchner, la “jefa”  le recordó públicamente su recelo por haber salido indemne de las denuncias sobre el Plan Qunita, cuya causa avanza hacia el sobreseimiento de los involucrados.

“Lanzamos el plan y estaba Nico Kreplak y estaba Manzur todavía. A Manzur nunca lo procesaron por eso, a los demás sí, pero no importa”, dijo. El reproche a quien fue su ministro de Salud entre 2009 y 2015 tuvo su compensación: Alberto Fernández lo reivindicó como su “amigo” en el acto compartido el pasado 9 de julio por el Día de la Independencia.

Otro cercano al “porteño más federal” es el santafesino Omar Perotti. Distante al kirchnerismo duro, hace poco se lo vio hablando con el Presidente en los jardines de Olivos. Empezó jugando fuerte en la intervención de Gobierno a Vicentín, pero a apagarse en el último tiempo por su tibio apoyo hacia ciertas medidas claves que impulsó la Casa Rosada, como el cierre a las exportaciones de carne o la suspensiones a las clases presenciales.

“Hacemos Santa Fe” es el intento del santafesino de imitar a otros gobernadores y hacer “la propia”, algo que no cae bien al interior del Frente de Todos, aunque estén lejos de romper. En el oficialismo consideran que el peronismo santafesino no es el cordobés y que Perotti es “emergente de un proceso de unidad”.

En este grupo también entra la figurita difícil que quiere conseguir Alberto, se trata del cordobés Juan Schiaretti, hoy parado en las antípodas del kirchnerismo y que además cuenta con un electorado donde todavía Mauricio Macri sigue siendo el favorito.

Los alfiles de CFK

En este juego de “quien le pertenece a quien” están los alfiles de Cristina. Aquellos que mantienen la lealtad a la vicepresidenta, aunque sin entrar en el juego de la disputa dentro del Frente de Todos.

Hoy, con Axel Kicillof como el principal proyecto a futuro, los gobernadores más cercanos son los que se mantuvieron leales al legado, sobre todo en el momento de mayor soledad durante el mandato de Mauricio Macri entre 2015 y 2019. Alicia Kirchner (Santa Cruz), Jorge Capitanich (Chaco), Gildo Insfrán (Formosa) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero) pertenecen a ese grupo selecto y tienen sus recompensas. “Coqui” Capitanich fue su jefe de Gabinete, luego intendente de Resistencia y consiguió el aval para volver a la gobernación de Chaco. Luis Basterra, actual ministro de Agricultura es hombre de Gildo Insfrán. La agrupación “Kolina” de Alicia Kirchner ubicó a Alicia Soraire como secretaria de Abordaje Integral del ministerio de Desarrollo Social. Los hilos de Gerardo Zamora se extienden en la Cámara Alta a través de su mujer, nada más y nada menos que la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma de Abdala.

Los “orgánicos”

Están también quienes pertenecen al peronismo más allá de la identificación con el Frente de Todos o con alguna de sus cabezas. Son aportantes de votos en el Congreso y en ocasiones, disputan abiertamente en las listas locales o espacios de poder con La Cámpora y sectores aliados al kirchnerismo.

Son en su mayoría gobernadores de fuerzas provinciales, que negocian con la Casa Rosada cada punto de su agenda. Nunca se manifiestan con apoyo incondicional hacia la Casa Rosada y suelen presentarse con listas propias en las elecciones. Sin embargo, están abiertos a la cooperación a fin de obtener recursos o avancen en iniciativas locales.

En ese espectro están Gustavo Sáenz (Salta) y Mariano Arcioni (Chubut), dos de los mandatarios cercanos al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. El tigrense ha compartido actos y candidaturas con los jefes provinciales, un nexo que funciona como la llave ante los proyectos legislativos que impulse el oficialismo. Otro de los que mantienen un buen vínculo con el líder del Frente Renovador de Misiones Oscar Herrera Ahuad.

En la Patagonia, la cooperación y negociación se mantiene históricamente con el Movimiento Popular Neuquino (MPN), hoy encabezado por el gobernador Omar Gutiérrez, que ha tenido protagonismo y la venia oficial para el armado del bloque de gobernadores del sur. En el caso de la gobernadora Arabela Carreras, de la fuerza Juntos Somos Río Negro, aseguran que la relación institucional es “excelente” con el Poder Ejecutivo, aún luego de los cortocircuitos que hubo con el Gobierno nacional por los conflictos territoriales con los pueblos originarios.

En ese listado de mandatarios afines al Gobierno, pero con autonomía relativa en sus provincias, está incluido el fueguino Gustavo Melella, que integra el partido Forja, al cual pertenece también el vicepresidente de Enacom, Gustavo López. Si bien acompaña a los proyectos del Poder Ejecutivo nacional, el gobernador está peleado con el PJ provincial y con La Cámpora, que tiene a cargo las intendencias más importantes del distrito: Ushuaia y Río Grande.

Los dialoguistas

Lejos de romper la unidad con Juntos por el Cambio, hay gobernadores como Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes) que optaron por cooperar durante toda la pandemia y evitar cruces que hubiesen podido tener costos en la provisión de recursos y apoyo de la Casa Rosada. Incluso, el jujeño logró lo que otros mandatarios del Frente de Todos no pudieron: obtener un acuerdo para la compra de vacunas en su distrito.

Los imposibles

La pandemia pareció acercarlos, pero la política los separó. Horacio Rodríguez Larreta pareció en un momento integrar el grupo “dialoguista”, pero el tiempo lo alejó de la buena relación con Alberto e incluso le sumió la mayor derrota política al Gobierno con el fallo favorable de la Corte Suprema sobre las clases presenciales.

El otro “imposible” es el mendocino Rodolfo Suárez, quien adoptó en el último tiempo una oposición frontal hacia las medidas y proyectos del presidente Alberto Fernández, en sintonía a la misma estrategia confrontativa del presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, uno de los dirigentes más críticos a la gestión nacional.|