Sin dudas Horacio Rosatti fue la figura que convocó las mayores miradas durante el encuentro que se desarrolló en la Universidad de Rosario, al cual asistieron más de un centenar de jueces y magistrados de todo el país.

El presidente de la Corte y también presidente del Consejo de la Magistratura (por decisión propia), inició su participación pidiendo un minuto de silencio por el fiscal paraguayo Marcelo Pecci, recientemente asesinado por sicarios en Colombia durante su luna de miel. 

Al igual que el resto de los disertantes –los que hablaron antes que él y los que lo harían después–, Rosatti se esmeró en hablar del abordaje integral que demanda el narcotráfico, y no desaprovechó oportunidad, al igual que todo el resto, para apuntar hacia los otros dos poderes del Estado. “Es necesaria una decisión política. Clara y contundente”, dijo el magistrado, aclarando que la acción no debe ser “sólo cuando el delito ya está consumado, sino antes”.

En su discurso recorrió un trayecto bastante previsible sobre el cual el resto de los disertantes volvieron varias veces. La necesidad de un Estado cohesionado, que no duplique esfuerzos, que tenga comunicación. La importancia de que se instaure en todo el país el sistema acusatorio, hoy sólo en una instancia casi de laboratorio en la Justicia de Salta, y con una aplicación ocho años demorada. 

Dijo que “la falta de coordinación termina siendo funcional al crecimiento del delito”, y propuso que el Poder Judicial participara del rediseño de un nuevo mapa judicial, señalando que el actual “poco tiene que ver con el desarrollo del delito”.

Pidió que la Justicia sea dotada de “herramientas tecnológicas” para combatir el delito organizado, “al menos en igualdad de condiciones”. Y en el mismo pasaje ofreció las oficinas técnicas de la Corte para asesorar al resto de los jueces.

Lógicamente, Rosatti también habló de la necesidad de cubrir vacantes en existentes tanto en los juzgados como en las fiscalías, y así avanzó por los carriles –podríamos decir– habituales.

No debe ser subestimada

Donde sí generó sorpresa el hombre que es cabeza de uno de los poderes del Estado fue cuando se refirió a los servicios de inteligencia. “Es necesaria una inteligencia inteligente, si se me permite la expresión”, graficó. “¡Y democrática!”, agregó, pareciendo tener bien en claro que semejante obviedad es necesaria en Argentina luego de lo que se vivió durante la gestión de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani al frente de la AFI.

Sobre los servicios de inteligencia, el presidente de la Corte sostuvo que “su importancia no debe ser subestimada”. 

El planteo no dejó de ser llamativo, en momentos en que se está instruyendo una investigación feroz en la llamada “Causa Gestapo” que instruye el juez Ernesto Kreplak, donde hay evidencias firmes de que Justicia, miembros del gabinete de María Eugenia Vidal, empresarios, medios, legisladores, y fiscales operaron junto a elementos de inteligencia para encarcelar a líderes sindicales a partir de causas manifiestamente armadas, y además con serias irregularidades en la asignación de la jurisdicción y en la iniciación de la propia instrucción.

Igual de escandalosa fue la causa que inicialmente se instruyó en Lomas de Zamora, donde se probaron acabadamente las labores de inteligencia ilegal que se desplegó desde grupo de la AFI, el autodenominado Súper Mario Bross, con el objetivo de espiar opositores y también miembros del entonces gobierno (además de jueces, dirigentes sociales y políticos, periodistas, empresarios, líderes barriales, organizaciones y un bochornoso etcétera).

“Si la inteligencia trabajó fuera de los parámetros democráticos, eso debe corregirse. Pero esto no invalida la herramienta”, remató Rosatti sin inmutarse, y ante una audiencia que tampoco se inmutó.

Los sótanos de la democracia

En este sentido es importante recordar que, por decreto del Gobierno, se prohibió el accionar de los organismos de inteligencia como colaboradores auxiliares de la justicia.

Con ello se buscó poner fin a las tropelías cometidas entre 2015 y 2019, cuando la AFI se convirtió prácticamente en un grupo de choque, tanto para perseguir a políticos opositores como para disciplinar a los propios. Fernández denominó esas prácticas como “los sótanos de la democracia”, y con ello restringió casi al mínimo las labores de esta fuerza que estaba verdaderamente desbocada.

Negocios & Política logró consultar luego a Rosatti sobre los alcances de su expresión. Si bien el magistrado no quiso hacer declaraciones abiertamente, sí explicó la necesidad de recuperar esta herramienta, pero no supo profundizar más sobre cómo debería ser ese “regreso” como auxiliar de la Justicia, ni si sería necesaria una nueva legislación para que se pueda normalizar la situación de una agencia que hoy se halla bajo la intervención de Graciela Caamaño.

“La gente quiere saber de qué lado está cada uno”, dijo Rosatti casi al final de su exposición. “Queremos que se note quiénes están de este lado, y quienes aparentando también estarlo, en realidad, por acción o por omisión están del otro”, cerró el presidente de la Corte. El aplauso de los presentes, por supuesto, fue largo y tendido.  |