Cerbero es el vigilante de la puerta que conecta el plano de los seres vivos con el Inframundo, una región tenebrosa donde reinan Perséfone y Hades, los gobernantes de la ultratumba. Allí van a parar las almas de los muertos. En la mitología griega, está representado por la figura de un perro de tres cabezas y una cola con serpientes. Los ojos son rojos y están iluminados por una luz sobrenatural. De sus colmillos se desprende un veneno negro y mortal. El can-cerbero se encarga de que ningún mortal pase al plano de los muertos y de que ningún espectro pase al plano de los vivos.
En la democracia argentina, el Inframundo está representado por los servicios de inteligencia, a los que el mismísimo Alberto Fernández, cuando asumió la Presidencia, llamó "los sótanos de la democracia". El Guardián de estas tinieblas ha sido siempre Comodoro Py que, como una suerte de custodio tricefálico de la frontera entre la vida y la muerte, impide que cualquier investigación judicial que involucre el accionar de los espías vernáculos llegue a buen puerto.
Por eso todos aquellos funcionarios que pasaron por el quinto piso de aquel edificio donde alguna vez estuvo el hotel en el que José Hernández escribió el "Martín Fierro", ven peligrar sus destinos cada vez que otro juzgado federal osa investigar su accionar. Durante la gestión macrista, hubo un Hércules que se animó a enfrentar al monstruo. Se trata del juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, quien osó meter sus narices en las fétidas aguas del río donde abreva el mitológico y endemoniado can y resistió sus embates cada vez que intentaron arrebatarle la causa.
Hoy ese rol lo encarna la fiscal Cecilia Incardona quien, desde la humilde y conurbanesca Lomas de Zamora, intenta evitar que la fiera se devore a tarascones el proceso judicial que investiga el espionaje ilegal instrumentado desde la Agencia Federal de Inteligencia macrista, encabezada por Gustavo Arribas y Silvia Majdalani. Para lograr su objetivo de absorber todas las investigaciones que involucran a los espías, Comodoro Py se vale de los trucos que los acusados (y sus hábiles abogados) despliegan con idéntica destreza a la de René Lavand cuando manejaba la baraja con su única mano.
Y ese truco se perpetró fuera de la vista de todos (y todas) y de un modo casi imperceptible. En la foja 4682 del Cuerpo XXIV del expediente correspondiente a la causa 14.149/2020 que tramita en el Juzgado de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal N° 2 de Lomas de Zamora, el doctor Andrés Coronato, defensor de Arribas, solicitó "en función de la situación de emergencia y la proximidad de la fecha fijada para la declaración indagatoria de Arribas, que se digitalicen y suban en el sistema de Gestión Integral de Expedientes Judiciales (Lex 100) la totalidad de los legajos de investigación y prueba que se hubieren formado".
Ese acto de prestidigitación fue el inicio de un escándalo que terminaría por enfrentar a dos funcionarias que deberían haber actuado como aliadas en la lucha contra las tinieblas y que, sin embargo, terminaron enfrentadas gracias a la habilidosa jugada de catenaccio de la defensa del ex Señor 5 macrista: de un lado, la mencionada fiscal de Lomas de Zamora, del otro la interventora actual de la AFI Cristina Caamaño.
El episodio estalló cuando el viernes 25 de septiembre se conoció la "filtración" de 272 páginas del Libro de Protocolos de Resoluciones de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) donde quedaron expuestos los títulos de 3859 resoluciones del organismo con datos de unos cien espías y personal diplomático. El material había sido solicitado desde la fiscalía en el marco de la investigación por el espionaje ilegal durante el macrismo, con el objetivo de corroborar información recabada en las testimoniales e indagatorias.
Tras el cotejo y a pedido de la defensa de Arribas, desde la fiscalía subieron esas resoluciones al sistema informático donde tenían acceso todos los abogados de la causa judicial, sin tomar los debidos recaudos de protección de los datos del personal de la AFI allí mencionados. "La interventora de la AFI y la fiscal se echan la culpa pero lo cierto es que terminó en internet una información clave para la seguridad de los agentes, que figuran en esos listados por razones administrativas", dijo un ex funcionario con vasta experiencia en asuntos de inteligencia y seguridad.
La agencia no debió haber mandado ese libro bajo ningún punto de vista, no es información que se pueda compartir porque expone a personal que basa su labor justamente en la confidencialidad. Aunque ambas funcionarias se equivocaron, hay una diferencia fundamental entre Caamaño e Incardona. La responsabilidad primaria de la AFI es custodiar los secretos de Estado, mientras que la de la fiscal lomense es garantizar los derechos de defensa en juicio. Caamaño no cumplió con su función. Incardona sí.
Mientras tanto, en Comodoro Py el cancerbero espera ansioso como perro al que le muestran el Dogui que prosperen los pedidos de la defensa del ex director de la AFI para separar al juzgado de Lomas de Zamora de la causa que investiga el espionaje M. Según el manual de cómo garantizar la impunidad, todo viene saliendo según lo planeado. Y en esta jugada, los únicos perjudicados fueron los agentes cuyas identidades quedaron expuestas. Y la búsqueda de la verdad. Arribas 1- Justicia de Lomas 0.