La delicada y sensible obligación del Estado de transformar eficazmente la situación de la seguridad pública – Negocios & Política
 

Consultoria estratégica |La delicada y sensible obligación del Estado de transformar eficazmente la situación de la seguridad pública

Una cuestión de Estado que excede el horizonte de los partidos políticos, la seguridad es uno de los asuntos que implican un desarrollo profesional de los organismos encargados de las acciones diarias para proteger a los ciudadanos y el modo de vida expresado en la constitución.
Carlos Argentino López
Opinión
Carlos Argentino López
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Desde la asunción de Raúl Alfonsín al presente gobierno, la deformación persistente empujada por las gestiones dispares en materia de seguridad pública es una constante que expone a modo de “caretas de una ópera fantasmagórica” el deterioro y pérdida de capacidad de respuesta. Hay instalado un circulo para nada virtuoso de respuestas y simplificaciones tales como: “vamos a poner más policías en la calle”.

No pasa únicamente con la seguridad otros rubros muy relacionados y relativos también son víctimas del manoseo y el desbarajuste que alienta el reclamo constante por parte de los ciudadanos y para colmo de males las respuestas políticas se han transformado en una caja para financiar corrupción estructural.

Compras de equipos sin criterio, sin plan, malgastando y disfrazando la realidad de fuerzas despistadas en el rumbo profesional, que muchas veces son comandadas por personas cuyo atributo es la resultante de una acción de RRPP fundada en contactos amigueros que garantizan una noble lealtad al de turno, simplemente eso de garantizar discreción, la cualidad más preciada y desequilibrante de cualquier legajo personal.

Un recorrido de imágenes patéticas que atentan contra cualquier autoestima profesional, desde ampulosos despliegues fotográficos escenografía de un final de telenovela caribeña a la continuación de carnaval y la comparsa de funcionarios disfrazados de milicia irregular que parafrasean operaciones militares que nada tienen que ver con la temática.

No son responsables solamente los elegidos públicos, también hay mucha responsabilidad en los cuadros superiores, quienes se dejan doblegar por la fantasía de que los laureles en las solapas de sus uniformes los transformaran en una categoría superior y les otorgara el preciado ascenso social, es eso o entrar en vía muerta.

La mística profesional es tal vez el principal valor que sostiene a quien encara una vida profesional al cuidado de sus semejantes, pero no el único; el prestigio profesional y la dignidad de su familia y suya personal está presente cada mañana al traspasar el umbral de su hogar rumbo a cumplir con el deber y no son pocos quienes eligen como mal menor taparse los oídos y cerrar los ojos para poder seguir adelante con la vocación.

Nadie tiene calibrado el sin número de actitudes heroicas y las cuantiosas gestas personales de quienes aparentemente en su mayoría le ponen el pecho al asunto en la primera línea de contacto con el delito, situación de amplio riesgo sobre lo físico y en mucha mayor medida contra la integridad moral del sujeto exposición a riesgo permanente en la pulseada contra el crimen.

La pérdida de rumbo no es un accidente, hay mucho empeño en confundir desde la deformación folclórica de los militantes políticos a quienes se les pretende asignar categoría de soldados solo por actuar acorde a la actividad política en la calle.

Ser una herramienta eficaz requiere también de cuestiones materiales siendo en este aspecto de rigor la buena o mala administración de los recursos, fundamentada en el conocimiento de la problemática y despojando preconceptos ideológicos o fundamentos con perspectiva de la ciencia social lo que transforma la cuestión en un debate sin rumbo.

Las acciones responden a un método y ese método apunta a un resultado, la mitigación del riesgo, para lo cual es imprescindible contar con una cadena de recursos cuyo factor clave es el eslabón humano, paradójicamente el más débil de la cadena, al que se debe mayor atención, supervisión y control entre otras cuestiones.

Un aspecto para desarrollar detalladamente y tener en cuenta es el trabajar en relación con los recursos humanos su bienestar y el de sus familias, siendo la base para el sostenimiento del individuo cuando se enfrenta cara a cara con el flagelo del crimen. 

No se trata de superhombres, hablamos de personas con vivencias similares a la de cualquier ciudadano a quienes en muchas oportunidades se les reclama inmolarse como parte de su tarea y a veces opiniones descuidadas marcan un profundo desprecio categorizando la pérdida de vidas en situaciones de trabajo como “gajes del oficio”.  |

*Carlos Argentino López es consultor especialista en seguridad e inteligencia.

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