Dejar todo, apostar por una vida afuera y volver a Argentina para cumplir un sueño. El caso de Victoria Torterola es un ejemplo de perseverancia y convicción, dos valores fundamentales para cualquier emprendedor y emprendedora.
Para explicar la historia de Haulani, la primera marca de helados libres de lácteos que existió en Argentina, hay que remontarse a la infancia de su fundadora, cuando comenzaba a forjarse el amor por los viajes. A los 23 años, luego de un viaje por el mundo sin fecha de vuelta, la joven lanzaba en 2014 una propuesta diferente, con el foco puesto en darle al cliente una excelente experiencia de sabores combinada con aporte nutricional.
Haulani se enmarca dentro de los negocios que nacieron con la tendencia saludable que reina desde hace algunos años en el sector gastronómico. Hoy venden 10.000 kilos mensuales de helados y yogures, tienen más de 100 clientes directos y más de 10 distribuidores en todo el país.
-¿Cuándo y cómo surgió la idea de crear el emprendimiento?
-Haulani nace en Hawaii. Un día decidí subalquilar mi monoambiente en San Fernando y viajar a la isla de Maui a gastarme todos mis ahorros para quedarme sin plata y enfrentarme al fantasma de no tener plata, fantasma que creía estaba comandando todas las decisiones que tomaba en mi vida hasta ese momento. La necesidad de ganar plata para vivir era la que determinaba mis acciones y elecciones. Fue entonces que decidí quedarme sin plata para ver qué pasaba, y hacerlo en el paraíso, disfrutando. Un día, en medio del disfrute y el pánico que sentía por estar saltando al abismo así, me di cuenta de que ese vacío que tanto miedo me daba al final era un espacio para que surgieran cosas nuevas. Una tarde en la playa me encontré con una persona con quien empecé una charla. Él me contó que hacía helados a base de leche de coco y los vendía en la playa. Ahí mismo pensé que helados a base de leche de coco y endulzados con endulzantes orgánicos y nobles era una forma de transformar al "enemigo de la dieta" en un aliado saludable. Pensé en la incorporación de superalimentos como la cúrcuma a las recetas. El entusiasmo nunca más frenó.
-¿Y después de esa experiencia regresaste a Buenos Aires?
-Volví a Buenos aires sin un centavo y sin saber cómo hacer helado pero con un impulso creativo muy fuerte que me permitió atravesar los desafíos para lograrlo. Después de varios meses de prueba y error, logré una crema de coco espectacular y al poco tiempo abrí una cuenta de Facebook y empecé a entregar helados en mi 147 a gas en potes de kilo a las personas que me encargaban por Facebook. Poco a poco iba ahorrando para poder comprar envases de polipapel para poner los productos en góndolas de dietéticas y almacenes naturales. Así pasé la primera temporada del 2014/2015.
-¿El nombre tiene algún significado?
-Haulani significa 'hielo celestial' en Hawaiiano y elegí un nombre así para que fuera único y con un sentido acorde a su historia y al producto.
-¿Cómo conociste a tus socios? ¿Comenzaron el emprendimiento con vos?
-Mis socios actuales ingresaron en noviembre del 2019. A uno de ellos lo conocí en un viaje donde, casualmente, terminé cenando en su casa en Suiza. Durante la cena me preguntó a qué me dedicaba y terminó queriendo saber la historia completa del proyecto. Luego de mi retorno a la Argentina me vino a ver y, luego de un par de reuniones para revisar el plan de negocios, decidió asociarse de la mano de una colega suya que reside en Argentina. Además, mi padre y mi madrina son accionistas que colaboraron conmigo durante el proceso inicial de Haulani una vez que logré imponer la marca y el producto en las góndolas de locales gastronómicos.
-¿Cuál fue la inversión inicial y cómo fue la evolución económica del proyecto?
-Arranqué con una máquina de $600 que compré por Mercado Libre en julio del 2014, una cuenta de Facebook, una bolsa de coco rallado que me salió en aquel momento $900 y un 147 a gas para hacer mis entregas. Hoy vendemos 10.000 kilos mensuales. Tenemos los productos en las góndolas de Jumbo, Disco y Carrefour, además de más de 100 clientes directos y más de 10 distribuidores en todo el país. Nuestro plan de negocios 2021 incluye una mayor presencia fuera de de AMBA, la apertura de un par de heladerías propias a la calle, exportación dentro del Mercosur y ampliación de nuestra cartera de productos.
-¿Cuáles son las principales claves que permitieron el crecimiento del negocio?
-Haulani fue la primera marca de helados libres de lácteos que existió en Argentina. Creo que el time to market y la calidad del producto, como así también la coherencia en su comunicación ('walk the talk') permitieron que Haulani penetrara en el mercado de manera profunda y consolidada. La perseverancia y el entusiasmo frente a los mil desafíos, tanto dentro del negocio como del país, permitieron que Haulani sea reconocida como una marca vanguardista.
-Cómo fue la experiencia de animarse a dar el salto y emprender: qué momentos tuviste que pasar, qué miedos tuviste que superar y quién te ayudó a transitar esas dudas.
-Creo que los principales miedos tuvieron que ver con no saber y con fracasar. Lo que me di cuenta es que no saber es siempre el punto de partida cuando uno se anima a zambullirse en algo nuevo. El poder reconocerlo como punto de partida y no como un impedimento es la clave para empezar a aprender. En mi caso, me gusta aprender haciendo, así que me di varios golpes al andar pero cada uno de esos golpes representó un aprendizaje muy valioso que le dio cimientos fuertes tanto a Haulani como a mí, como emprendedora y como persona.
-¿Cuáles fueron esos golpes que te diste por ir aprendiendo sobre la marcha?
-Uno de esos golpes y aprendizajes tuvo que ver con el fracaso. Muchas veces me encontré con más problemas de los que podía resolver y muy estresada (deudas, reclamos, juicios laborales, estafas, capacidad productiva limitada y deficiente). Cuando frenaba y me preguntaba qué era lo que me tenía tan angustiada o estresada, me daba cuenta de que era el miedo a no poder o a fracasar.
-¿Y qué te ayudó a sobreponerte a esos obstáculos y dudas?
-En una de esas conversaciones conmigo misma, me di cuenta de que si miraba objetivamente mi negocio, en mil aspectos, ya estaba "fracasando" pero que en la medida en la que me siguiera levantando todos los días y siguiera encontrando soluciones creativas a cada uno de esos desafíos o fracasos aparentes, entonces Haulani seguiría vivo. Ahí me di cuenta de que el éxito estaba en seguir adelante a pesar de todas las adversidades. Revisar objetivos, flexibilizarse, reinventarse y ante todo, volver a encontrar la motivación y el entusiasmo eran tareas de todos los días.
-¿Alguna lección de vida y profesional que hayas aprendido en este recorrido?
-Desde los inicios del emprendimiento estuve siempre con el problema de que mi capacidad productiva era muy limitada y deficiente para la demanda que tenía y que iba construyendo. Eso hizo que siempre estuviera buscando inversión para incrementar esa capacidad productiva en lugar de buscar inversión o destinar recursos a armar un equipo estratégico. Cuando conocí a mis socios actuales, la fábrica que tenía armada estaba a tope y Haulani estaba entrando en Cencosud. Yo además estaba embarazada con fecha de parto en noviembre, plena temporada. Estaba convencida de que si no conseguía la inversión necesaria para armar una planta nueva y más grande, Haulani no sobreviviría a esa temporada, sobre todo porque ya había competencia y, por ende, un mercado más exigente. En el proceso de negociación con mis socios actuales, me preguntaron cómo haría para sobrevivir esa temporada si no juntaba la inversión necesaria para acompañar la demanda de manera competitiva. En ese momento pensé que podía aprovechar el recurso de mi planta para elaborar las mezclas de los helados y la leche de coco, para lo cual tenía buena capacidad productiva, y tercerizar el procesado y envasado de las mezclas con alguien que ya fabricara helados y tuviera la maquinaria necesaria. Esa idea que salió como "parche" para un aparente problema sin solución se volvió la semilla de un nuevo modelo de negocios. Al final conseguí inversión, pero en lugar de usarla para comprar máquinas y armar una planta que posiblemente hubiese tenido que pagar en dólares y amortizar en pesos, y además se volvería obsoleta en materia de capacidad productiva y ampliación de la cartera de productos que hoy tenemos planteada, se invirtió en armar un equipo estratégico y poner foco en la parte comercial y de desarrollo de producto. Fue así como tercerizamos la producción, lo cual nos permitió dar un salto productivo y de calidad de manera inmediata. El incremento de costos variables de este modelo de negocios lo amortizamos con volumen y diversificación de la propuesta de la marca.
-¿Cómo los afectó la pandemia y cómo lidiaron con ella?
-La pandemia impulsó bastante el consumo de productos saludables. En nuestro caso, aprovechamos esa demanda e implementamos la venta directa, que antes no hacíamos. Esto nos dio la posibilidad de conocer más a nuestros consumidores y fidelizarlos a través de la tienda online, ofreciendo descuentos, promociones y contenido a través de un newsletter.
-En la pandemia también nació nuestra heladería digital: la VEGAN CREAMERY BY HAULANI. Aprovechamos la situación actual de muchos locales gastronómicos, con capacidad ociosa física y de recursos humanos para ponerles freezers con 11 sabores exclusivos de la heladería, envases de telgopor, una balanza, algunas cucharas y llegar a los consumidores a través de Rappi y Pedidos Ya. La VEGAN CREAMERY BY HAULANI fue un éxito total, abriendo la posibilidad de consumir Haulani en otro formato, otros sabores y, por sobre todo, de conseguirlo en una ventana horaria en la que antes no era posible debido a los horarios de apertura de supermercados y almacenes naturales.
-¿Cómo ves el presente y el futuro de la industria heladera en Argentina?
-Hoy hay una gran tendencia marcada hacia lo natural y lo alternativo. El peligro de esto es que, por falta de información, el público elija alternativas que proclaman ser saludables pero que simplemente están aprovechando la tendencia para subirse a la ola de lo que supuestamente hay que hacer y consumir. Mi mirada es que lo que necesitamos cambiar es la forma en la que hacemos y consumimos. No necesariamente qué consumimos sino saber de dónde viene, por qué lo consumimos y para qué. Creemos que la industria actual necesita capitalizar lo conquistado hasta hoy en avances tecnológicos, sin dejar de lado la sabiduría ancestral sobre la nutrición y respetando más la integridad de la naturaleza, que es generosa y nos brinda, en su estado orgánico, todo lo que nuestro cuerpo necesita.
-¿Cuáles son las proyecciones para este año?
-Nuestro plan de negocios 2021 incluye una mayor presencia fuera de AMBA, la apertura de un par de heladerías propias a la calle, exportación dentro del Mercosur y ampliación de nuestra cartera de productos.