En los últimos 19 años estos números se multiplicaron prácticamente por dos. Hoy la pobreza y los beneficiarios de planes sociales llegan a 22 millones de compatriotas, en otras palabras, un 45% de nuestro país vive actualmente con 141 planes y programas sociales.
El panorama en esta condición no es alentador, no se avizoran por parte del gobierno políticas relacionadas con la educación financiera, la creación de estrategias de capacitación personal, temáticas de motivación para emprendedores ni creación de marcas personales.
Hace muchos años que se convive con niveles de inflación insostenibles, tanto para los consumidores como para los productores, en un escenario cambiante, de poca certidumbre y con débiles o nulas estrategias de crecimiento en el plano de formación y capacitación de los ciudadanos que están excluidos social y económicamente del sistema.
El desafío debería ser medido por la cantidad de planes sociales que un gobierno logra convertir en empleos de alta calidad
Una salida rápida, más digna y conveniente, es la capacitación laboral y la educación financiera. Que el receptor de un plan social pueda tener un fácil y rápido acceso a un trabajo es vital para recuperar la cultura laboral. Esto es posible y podría no ser a tan largo plazo como podría parecerle algunos analistas. Somos un pueblo de gente buena e históricamente trabajadora. Lamentablemente, se los han utilizado como premios o beneficios cuando en verdad son todo lo contrario.
El receptor de un plan social psicológicamente está recibiendo la idea que él no puede abastecer a su familia o autoabastecerse con un trabajo digno y eso no es verdad, mientras haya voluntad y ganas, siempre se va a poder llevar dignamente el pan a la mesa.
La verdadera transformación no debería venir de la mano de crear más asalariados, debería ser una mucho más ambiciosa. En una primera fase se buscaría la inclusión laboral y social de las personas que actualmente reciben planes, pero ese trabajador debe tener muy claro que tiene que sentirse un pasante y no un trabajador de planta permanente, ya que su trabajo también es aprender un oficio y poner todo de si.
En otras palabras, debe aprender a ser dueño de su propia marca y entender que el intercambio de horas por un sueldo tendrá que ser por corto plazo. La transformación del ser humano a ser empresario y dueño de una marca personal también es accesible mediante planes de educación financiera, mentoría y motivación.
La educación financiera debería ser una política de estado y la inclusión social una bandera y una realidad no sólo dichos. |
*Daniel Adler es especialista en Educación Financiera y Mentoría.
Más información: