- Alberto Vitalio: ¿Cómo lo vio a Guzmán con los anuncios? ¿Estamos ante un superministro?
- Informante: Eso no lo sé. Pero le aseguro que lo de hoy cayó muy bien entre industriales pero muy mal en el campo. Aunque no lo digan, Guzmán es el primero de los ministros que le baja los impuestos. En algunos rubros, más de lo que le bajó Cambiemos. Y eso que Macri era "uno de nosotros". Pero como yo le dije, me parece Vitalio que usted lo tiene que pensar siempre "trimestre a trimestre". Una especie de la famosa frase de Mostaza Merlo: un paso a paso con 90 días de intervalo. Como yo le dije hace una semana, esto es un parche, busca alentar la venta de soja retenida (que algunos dicen que podría llegar a los 30.000 millones de toneladas) y movilizar la liquidación de dólares hasta diciembre. El esquema es simple: del 33% actual se va al 30 % en octubre, 31% en noviembre y 32% en diciembre. Para los aceites la reducción en el mes de octubre llegará al 27% y también convergerá en enero al 30%. Mientras que para el biodiésel la baja llegará al 26% y terminará en el 29%. Pero igual es un vuelto ya que la baja de 3 puntos porcentuales en derechos de exportación con una mayor devaluación del dólar q anuncio el BCRA hoy le sube el dólar a 55 pesos. El Contado con liquidación está a 146 pesos. Mucha brecha para tantas ilusiones. En los hechos, sin acceso a un peso barato vía tasa de interés (las tasas le empatan a la inflación) y con un productor con una brecha que supera el 100% de acuerdo a lo que siembre, la realidad es que eso hace que tenga que autofinanciarse con la oleaginosa: o lo vende o usan los dólares del canuto. Es un mecanismo de pinzas bien diseñado. Por eso el faltazo de las entidades del campo hoy al anuncio de Guzmán. Ya hicieron los cálculos. Lo cierto es que entusiasma y mucho a los industriales el proyecto de Ley para desgravar del impuesto a las Ganancias a los activos financieros en pesos, como por ejemplo las Obligaciones Negociables. Eso reabre un mercado de financiamiento gigante para las industrias. Por una razón simple: nadie en su sano juicio elegiría pagar un impuesto, si a cambio puede con eso invertir en una empresa. Eso cayo muy bien en la industria. Igual se reaviva como en cada gobierno peronista la dicotomía industria-campo. La verdadera grieta.
- A.V.: ¿Entonces devaluamos más? ¿Qué pasa con el dólar?
- I: Mire, lo que busca el BCRA es terminar en los hechos con lo que venía llevando a cabo hasta hace unas horas. El central lo que usaba es que el tipo de cambio funcionara a modo de "semi-ancla nominal" a través del crawling-peg (es decir, una devaluación gradual, previsible, cercana al 2,6% mensual). La idea era cerrar el año con un dólar promedio de 81 pesos para 2020 y 102 pesos para 2021, lo que significaba una variación anual de 25,8%, un poco menos que la inflación para 2021. Eso quizás cambio a partir de ayer desde que el titular del Central, Miguel Pesce, le comunicó al directorio que desde este viernes el Banco Central pondrá en la apertura de mercado una postura de venta de divisas a 76,95 pesos por dólar, lo que representa una variación de 70 centavos (0,918%) respecto del cierre del jueves. El Central abandona así la política del "dólar quieto". En los hechos, que la política del Central se centre en el sostenimiento del tipo de cambio real multilateral (es decir, que el peso no se hunda frente a otras monedas, en especial el dólar) hace pensar que el BCRA devaluará más rápido y más fuerte para hacerse de dólares primero, para luego revaluar. En realidad, sigue en línea con lo planteado por el Presupuesto armado por Guzmán, que preveía para 2022 y 2023 el de una apreciación real de +1,7% y +2,1%, respectivamente. Habrá que ver si la jugada sale bien.
- A.V: ¿Y qué pasa con los autos brasileños que las terminales importante cada vez más?
- I: Bueno, eso se llama "por las dudas". Las automotrices piensan que en 2021 van a vender más autos y que habrá un cepo más duro para empresas, lo cual reducirá la posibilidad de compra de dólares para importar. Eso o una devaluación. También especulan con la posibilidad de que se les ponga un impuesto a los vehículos "de lujo". Sea lo que sea, la realidad es que la balanza comercial de bienes con Brasil arrojó un déficit de u$s105 millones, cuando en igual mes del año pasado, el rojo había sido solo por u$s11 millones. Y aunque es verdad que este retroceso obedeció no solo al deterioro de las exportaciones (se redujeron un -8,6%, a cerca de 710 millones dólares), lo que hace la diferencia es el aumento de las importaciones en el año (+3,4%, unos u$s 815 millones). Fueron casi todos vehículos de media y alta gama. Una muestra más que donde hay un problema, siempre hay un negocio.