La conclusión se incluyó en un informe elaborado por el Departamento para el Hemisferio Occidental que fue presentado este miércoles en Santiago de Chile por el director de en funciones de esa sección, Nigel Chalk; el jefe de División de Estudios Regionales, Gustavo Adler, y la jefa de Misión para Chile, Ana Corbacho.
El organismo consideró que "en Argentina, las vulnerabilidades internas y la incertidumbre en torno a las políticas, sumadas a un empeoramiento del entorno externo, están agravando las perspectivas", por lo que indicó que "la adopción de políticas más restrictivas en el marco del programa respaldado por el FMI será fundamental para apuntalar la estabilidad y contener la inflación, que ahora se proyecta que ascenderá a 95 por ciento a finales de 2022″.
En el documento denominado "Las Américas: Navegando condiciones financieras más restrictivas", el FMI redujo las previsiones de crecimiento para América Latina y el Caribe, que pasaría de crecer 3,5% este año a 1,7% el próximo, en tanto que para Argentina proyecta una expansión del 4%, que en el 2023 se reduciría al 2 por ciento.
También pronóstico la inflación, que apoyándose en las estimaciones del Gobierno, la ubicó en el 60%, y el déficit fiscal primario, que lo situó en un 1,9% del PBI para este año y en un 1,4% para 2023.
El informe remarcó que "la evolución económica reciente en las Américas, Estados Unidos, Canadá, y América Latina y el Caribe (ALC), ha estado dominada por el impacto de dos shocks mundiales distintos: la pandemia de COVID‑19 y luego la invasión de Rusia a Ucrania", a lo que agregó "un tercer shock" que se trata del "endurecimiento de las condiciones financieras, que está ahora incidiendo en las perspectivas".
En cuanto al alza generalizada de precios que se observa en la región, el documento señaló que "las presiones inflacionarias se acumularon debido a perturbaciones relacionadas con la pandemia, la adopción de políticas expansivas, el repunte de la demanda y el efecto que la guerra en Ucrania ha tenido sobre los precios de la energía y los alimentos".
En ese sentido, sostuvo que "la rápida respuesta de las autoridades monetarias de América latina frente al aumento de la inflación (mucho antes que en otras economías), ayudó a contener las presiones en los precios y a mantener ancladas las expectativas inflacionarias a largo plazo, pero la inflación sigue siendo elevada".
A su vez, estimó que "en medio del endurecimiento monetario y financiero mundial, y la consiguiente ralentización del crecimiento mundial y la moderación de los precios de las materias primas, se prevé que la actividad se desacelere en toda la región de las Américas a finales de 2022 y en 2023, al tiempo que se espera que las presiones inflacionarias cedan gradualmente".
Al respecto, reveló que "los riesgos a la baja predominan en las perspectivas, y se vinculan con las condiciones financieras más restrictivas, una desaceleración mundial más pronunciada y el arraigamiento de la inflación".
En este contexto, el organismo conducido por Kristalina Georgieva expresó que "una drástica caída de los precios de las materias primas y el malestar social son riesgos importantes. Dado que la inflación aún no cede, y que la mayoría de las economías siguen operando a su nivel potencial o cerca de este, debe evitarse un relajamiento prematuro de la política monetaria, la cual debe mantener su curso".