"Nadie en el gobierno duda de la profundidad de la crisis que dejara el Coronavirus, pero si se discute, y fuerte, como hacer que la Argentina crezca en 2021: solo imprimiendo billetes seguro que no se sale" le dijo a Negocios & Política un funcionario que depende del Palacio de Hacienda y que recuerda siempre a su interlocutor que "antes de político, soy economista".
La cuestión de como se saldrá de una caída del 11,6% del PBI (es lo que avizora para 2020 el consenso del mercado de acuerdo a la encuesta de expectativas del REM que publico el BCRA esta semana) no es menor. Como siempre en la política argentina, la división es binaria. De un lado se ubican los "expansivos", quienes por su visión de la política monetaria no le tiene miedo a imprimir billetes y usarlas en transferencias de ingresos como los bonos a jubilados y pensionados, AUH, Tarjeta Alimentar, Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Es el ala más militante, que cree más en la economía política que en la política económica, cobijados formalmente en el Instituto Patria y con mucha territorio en la Provincia de Buenos Aires, se dividen en dos subgrupos: los "kicillovers" de la Universidad de Jose C Paz (Unpaz) y los "Cristinus Maximus" de la Universidad de Avellaneda (UNDAV).
Del otro lado se ubican los albertistas de paladar negro, todos profesores y egresados de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Ellos rodean al presidente y concentran sus tareas en la Jefatura de Gabinete. Y aunque no les gusta ser llamados "fiscalistas" ("nos corren por izquierda porque cuidamos las cuentas publicas" dicen un poco molestos) suelen poner de manifiesto dos cosas para tratar de "aplanar la curva del gasto público": la primera es la negociación con el FMI ("como no queremos bajar el gasto publico y en el Presupuesto 2021 le mantuvimos un déficit primario elevado (-4,5% del PBI), el Fondo Monetario nos piden que cobremos mas impuestos. Estamos negociando eso") y la segunda es la inflación. "Con el fuerte aumento de la base monetaria por el IFE, el ATP y otras transferencias, los empresarios precisan una señal clara de que el desequilibrio fiscal y monetario excepcional producto de la cuarentena no continuará el año entrante y que no lo pagaran ellos con mas impuestos".
Pero entre los expansivos dicen que si se quieren ganar las elecciones de 2021, no hay que fijarse tanto en el déficit fiscal, Y afirman que en un país en por la crisis causada por la pandemia cayeron bajo la línea de la pobreza casi 5,6 millones de personas, llegando a un total de 21,3 millones de personas pobres, no se puede pensar en dejar de invertir en esos sectores. "Hay casi 1,7 millones de personas que cayeron bajo la línea de indigencia este año. No les podemos hablar de balances y cuestiones fiscales cuando no comen. Son los que nos votaron" repite preocupado un funcionario de La Campora que trabaja en la provincia de Buenos Aires.
Los fiscalistas dicen que si siguen imprimiendo los precios se van a recalentar cada vez mas . Y recuerdan al pasar que aun sin pagar mas IFE, ATP y los otros programas, el gasto público llevaría a que el déficit fiscal de 2020 llegará a ubicarse por encima del 10% del PBI, el mayor registro de 1985 a la fecha. Un año que fue el prologo de la caída del gobierno de Raúl Alfonsín y las posterior hiperinflación.
Como arbitro de esta disputa, el presidente Alberto Fernández ha elegido a Martin Guzman como mediador. El ministro de Economía, por ahora bendice a todos y toma sus propias decisiones. Acaso influenciado por la frase de Juan Peron en su exilio en Puerta de Hierro, cuando le solía repetir a sus entrevistados "Yo aquí hago de Padre Eterno. Los bendigo a todos Urbi et Orbi. Recibo a todos. A algunos que me gustaría darles una patada tengo que abrazarlos". Pero por ahora Guzmán, dicen en el Palacio de Hacienda, decidió abrazarlos a todos. Quizás porque para las patadas, esta el 2021.