Entre las múltiples lecturas que se pueden hacer de las elecciones que se realizan hoy en los Estados Unidos se encuentra la de la influencia del gigante norteamericano en la arena internacional, de la que Argentina no está exenta. Vaca Muerta y la industria manufacturera son las mayores áreas de influjo comercial que tiene el país del norte en nuestro territorio, según señala un informe de la consultora Abeceb.
Más del 22% del stock de inversión extranjera directa en Argentina está conformado por capitales estadounidenses, con casi U$S 17.000 millones. Como se desprende de lo anteriormente mencionado, el sector petrolero es el de mayor relevancia en cuanto a inversiones.
Le siguen el suministro de energía -con la compañía AES-, la industria manufacturera -General Motors, Ford, Goodyear, BASF, DuPont, Whirpool-, los seguros -con Metlife y Prudential-, los servicios financieros -American Express, Visa, JP Morgan-, los servicios profesionales -Accenture, Manpower Group- y los servicios de información y comunicaciones -IBM, Cisco Systems, Google-.
El shale oil y gas fue el rubro que más inversiones recibió en los últimos años, con eje central en la explotación del yacimiento de Vaca Muerta, ubicado en Neuquén. U$S 450 millones fueron destinados por las empresas especializadas en el fracking Vista Oil y Aleph Midstream.
Aunque el brutal derrumbe que tuvieron los precios del petróleo desde la irrupción de la pandemia desatada por el COVID-19 puso en pausa todo tipo de nueva inversión. Es por ello que el último mayor anuncio de inversión entre las empresas norteamericanas con capitales en la Argentina corresponde a Ford, que se comprometió a invertir U$S 700 millones.
En cuanto al comercio bilateral, Estados Unidos se encuentra en el último lugar del podio entre los socios comerciales del país, detrás de China y Brasil. El año pasado el intercambio comercial superó los U$S 10.000 millones y en los primeros meses de 2020 acumula más de U$S 5.700 millones -U$S 2.526 millones de exportaciones por U$S 3.206 millones de importaciones-.
Aunque el saldo comercial sigue siendo negativo para Argentina, en los años recientes ha mejorado, gracias a la caída en las importaciones provenientes del país del norte: en 2019 tuvieron un descenso del 18,3% interanual, mientras que desde enero hasta septiembre de este año bajaron más del 35%, indica el reporta de Abeceb.
Estados Unidos y la región
Las instituciones internacionales, el orden occidental, están diseñadas por Estados Unidos: la ONU, el FMI y la OMS, en el plano global. La OTAN, la OEA y el BID en ámbitos regionales. Donald Trump hizo crujir algunas grietas que venían desde hace tiempo en esas y otras organizaciones. Joe Biden, de larga trayectoria en la burocracia estadounidense, parece ser el candidato perfecto para volver a la “normalidad” en ese aspecto.
La característica que se mantendrá inalterada es la relación con China, que fue la única que tuvo amplio apoyo bipartidista durante el mandato trumpista. Como mucho, pueden modificarse las formas, pero la disputa continuará: la economía asiática proyecta superar a la estadounidense en menos de una década; compite de igual a igual en inteligencia artificial, biotecnología y energías limpias y superó en cantidad de empresas multinacionales a su par occidental. Aunque es cierto que también existen elementos de cooperación, es preciso destacar que ambos países conforman el 40% del PIB global.
Esta breve síntesis de las esferas de poder de los Estados Unidos, así como otras no mencionadas en esta columna, se replica en toda Sudamérica y no se modificará en demasía si el vencedor es republicano o demócrata. China se transformó en el principal destino de las exportaciones regionales, mientras que EEUU impera en el apartado financiero y militar, es por ello que la forma en que se lleve a cabo esta disputa es relevante para la región.
Si gana Trump la imposición de sanciones y aranceles es una estrategia previsible para interferir sobre el comercio o las inversiones chinas. Del mismo modo, la institucionalidad regional fue totalmente cooptada por los intereses estadounidenses; como antecedentes recientes se encuentra la designación de Mauricio Claver Carone como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, que rompió con una tradición de 60 años de funcionarios latinoamericanos; o esa oficina yankee llamada OEA, comandada por un defensor de los intereses de Washington en Latinoamérica: el uruguayo -expulsado del Frente Amplio- Luis Almagro. Este accionar va en línea con la política desplegada por la administración Trump, America First, cuyo objetivo es que las instituciones se subordinen al interés nacional norteamericano.
Por su parte, un triunfo de Joseph Biden promovería formas más suaves de intervención en la región. El abordaje hacia Venezuela seguiría siendo el mismo, con el cambio de gobierno como único propósito, las instituciones tal vez no sean tan grotescas, pero no recuperarán grados de autonomía política -CELAC, Unasur- rápidamente. El peso de China seguirá siendo gravitante, es muy difícil que algún país sudamericano corte lazos económicos con el gigante asiático, por más promesas que lleguen desde el norte.
Son muchos los motivos para sentarse y prestar atención a los comicios estadounidenses hasta bien entrado el miércoles en la República Argentina y uno de ellos es, justamente, como será tratada la región y el país durante los próximos cuatro años.