Sobre el último trimestre de un año cargado de inflación las proyecciones permiten confirmar que, una vez más, el salario real volverá a retroceder en 2021 como viene sucediendo en los últimos 4 años, y acumulará una caída en torno al 20% de pérdida, como refleja un informe de la consultora Ecolatina.
Entre 2018 y 2020, el salario real de los trabajadores formales retrocedió casi 17%, refleja el informe y explica que fue el resultado, en primer lugar, de paritarias que no anticiparon aceleraciones inflacionarias y corrieron detrás del avance de los precios, y, en segundo lugar, por la irrupción de la pandemia. “La inédita caída de actividad entre abril y agosto del año pasado, junto a un elevado nivel de incertidumbre, implicó que muchos gremios prioricen la preservación de los puestos de trabajo y posterguen las negociaciones paritarias”, señalan desde la consultora fundada por el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna.
En este escenario crítico, “como los precios no desaceleraron su dinámica de forma tan abrupta, la consecuencia en 2020 fue la profundización la pérdida del poder adquisitivo de los salarios”.
Lo anterior muestra las dificultades que marcaron el inicio del 2021 y, aunque durante los primeros cuatro meses los precios (+17,6%) crecieron levemente por debajo de los salarios formales (+18,1%), “esta ganancia fue claramente insuficiente para revertir el deterioro acumulado en el cierre del año pasado”, explica el documento.
La dificultad para encauzar la inflación -que promedió 4% en los primeros 5 meses del año, condicionando la nominalidad del Presupuesto- motivó que, llegada la mitad del año, la pauta salarial del 30% propuesta por el oficialismo resulte exigua para recomponer el poder adquisitivo. De hecho, destacan desde Ecolatina, el salario formal real cerró la primera mitad del año con una caída promedio de casi 7% interanual.
Considerando esta situación y con vistas a las elecciones, el Gobierno, a través de paritarias de trabajadores públicos, validó aumentos del orden del 40-45%, facilitando también la revisión de las paritarias ya firmadas. Sin embargo, “este piso salarial más alto escondía -como es habitual en los últimos años- incrementos escalonados distribuidos a lo largo del segundo semestre del año y comienzos del próximo”, analiza el informe y destaca que “esta dinámica, junto a una lenta desaceleración de la inflación -solo en agosto fue menor al 3%- implicará una magra recuperación, cercana a 1% i.a. del poder adquisitivo en el segundo semestre, pero que no compensará el deterioro acumulado en la primera parte del año”.
Ganadores y perdedores
Tanto sectorial como temporalmente el proceso fue bastante heterogéneo durante el año pasado y el actual a partir de la “esencialidad” de algunos sectores durante 2020, así como las diferentes velocidades de reaperturas durante 2021, que ·incidieron en la capacidad de negociación de los sindicatos a lo largo del período”.
A modo de ejemplo, desde Ecolatina muestran que la mejora en Comercio comenzó a fines del año pasado y se espera que en gastronómicos recién se materialice en el último trimestre del año. Por el contrario, rubros como el metalúrgico, mecánicos, madereros o trabajadores rurales tendrán una trayectoria más “suave” a lo largo de los dos años.
“Entre 2018 y 2019 el desempeño del poder adquisitivo de los trabajadores tendió a ser homogéneo, pero esta dinámica se rompió con la irrupción de la pandemia”, dice el informe y plantea que “la recuperación del salario real de los gremios asociados a los bienes a finales del año pasado y principios del 2021 estuvo en línea con la vuelta a los niveles pre-pandemia de la actividad económica de estos sectores, pero esto no se replicó en los gremios asociados a los servicios, que parecen mejorar en el cierre de este año, también en el momento que la actividad de estos rubros se recupera más fuertemente gracias a las reaperturas”.
Esta tendencia se observa también en los precios: entre inicios de 2020 y junio 2021 los bienes crecieron más de 80% y los servicios privados “apenas” 60% pero, desde el pasado julio, estos últimos se vienen recuperando y esperamos acumulen una suba cercana a 25% en el semestre, 5 puntos porcentuales más que los bienes.
Así, los datos indican que este año el salario real formal cerrará con una caída promedio del orden del 3%, encadenando el cuarto rojo consecutivo, pero con una dinámica que habrá sido de menor a mayor. Paradójicamente los analistas destacan que esto se dará, pese a que, en términos interanuales, el salario real mostrará un crecimiento de casi 4% sobre fin de año, lo que deja un arrastre positivo para la recuperación en 2022.
¿Qué pasará con los salarios en 2022?
Para el 2022, a partir de la dinámica de la inflación -mayor en el primer semestre que en el segundo. y de los salarios -menor en el segundo semestre que en el primero-, el salario real tendrá un efecto arrastre positivo para el año que viene, que además se apuntalará con los ajustes tardíos de la paritaria de este año, confían desde Ecolatina. Además, destacan que las paritarias 2022 -ya sin las restricciones asociadas a la pandemia- tendrán incentivos a fijarse sobre una mayor nominalidad, en función de la dinámica inflacionaria de este año. Estos factores constituyen elementos importantes para sentar las bases para una recomposición del poder adquisitivo en 2022, después de 5 años.
Sin embargo, para que esto ocurra aclaran que deben suceder, a grandes rasgos, dos cosas. La primera es “evitar que la inflación vuelva a acelerarse respecto de los ya elevados niveles actuales, lo cual constituye un desafío no menor, habida cuenta de la presión que habrá sobre inicios del año que viene por el lado cambiario, tarifario y en menor medida consumo masivo (cuando finalice el congelamiento)”. La segunda, asociada a la primera, apunta a que “el Gobierno no utilice de forma aislada la política salarial como ancla inflacionaria si la dinámica de precios vuelve a subir un escalón; esto sólo `desinflaría´ los salarios más rápido que los precios, resultando en una dinámica similar a la de este año”.
En este sentido, advierten que tanto “la continuidad del financiamiento monetario del déficit fiscal” como la “continua acentuación de las restricciones cambiarias -con su impacto en la brecha y las expectativas de devaluación-”, son elementos que deberán considerarse, “para que toda la política antiinflacionaria no recaiga únicamente en el control de los precios relativos -en general, salarios, tipo de cambio y tarifas-”.|