El 46° aniversario del golpe de Estado del año 1976, encontró al Gobierno de los Fernández – Fernández, distanciado. El reciente acuerdo que la Argentina selló con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es una de las razones que divide al albertismo del cristinismo y fue también una de las consignas que sumó el frente de izquierda otras de las fuerzas políticas que dice presente cada 24 de marzo.
Aunque se manifestaron en espacios bien diferenciados, en la Plaza de las Madres y las Abuelas, la izquierda coincidió con el núcleo duro del kirchnerismo al recordar el rol -cómplice- que jugó el organismo de crédito internacional durante la última dictadura militar.
Indiferente a las críticas que tensionan las relaciones económicas, al otro día de las masivas manifestaciones el staff del FMI aprobó el nuevo acuerdo con la Argentina y de inmediato envió un primer desembolso de US$ 9.600 que, naturalmente, fortalecieron la posición del Banco Central.
Aunque fue legitimado por gran parte de la mayoría opositora el acuerdo de Facilidades Extendidas, fue criticado por sus propios economistas, aún así, el organismo lo consideró como “realista, pragmático y creíble”.
En el plano internacional el ministro Martín Guzmán, logró ingresar a la Argentina como miembro de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), que depende de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En una visita a París, Guzmán firmó la adhesión a la entidad que reúne a las máximas autoridades de los países líderes para discutir acciones en el contexto de crisis mundial y, en ese marco, destacó el potencial del país como fuente de energías alternativas, más allá de las convencionales.
Aunque el pronóstico es prematura, distintos especialistas reconocen que el mercado financiero reaccionó con disparidad al acuerdo entre Argentina y el FMI. Mientras los bonos continuaron deprimidos y el riesgo país se mantuvo en la zona de los 1.800 puntos, las acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street presentaron abultadas mejoras en torno al 10%.
En el plano local, al margen de los pésimos resultados que evidencia “la micro” producto de una inflación incontrolable, “la macro” dio algunos buenos resultados. La balanza comercial registró en febrero un saldo positivo de 809 millones de dólares, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). El intercambio comercial (exportaciones más importaciones) aumentó 42,3%, en relación con igual mes del año anterior, y alcanzó un monto de 12.077 millones de dólares. Las exportaciones sumaron 6.443 millones de dólares, mientras que las importaciones fueron por 5.634 millones de dólares.
Además, según datos oficiales, la Argentina alcanzó un nuevo récord en la tasa de empleo y logró la menor desocupación de los últimos 6 años. Aunque aún con mucho por mejorar en términos de calidad, el indicador marcó 7% en el cuarto trimestre de 2021, lo que representa a 0,9 millones de argentinos. Se trata de un descenso de 1,2 puntos porcentuales (p.p) frente al tercer trimestre del año pasado y 4,0 p.p. en la comparación interanual, ubicándose en su nivel más bajo desde 2016.
Por último, el organismo nacional confirmó que el PBI trepó un 10,3% durante último año luego del desplome de 2020. Además, las inversiones tuvieron un crecimiento promedio anual de 32,9%, lo que representó la suba de mayor magnitud desde 2004.
Los datos, evidentemente positivos, son abrumados por el ruido político que, en este nuevo capítulo, tiene al mismísimo oficialismo y sus fracciones como protagonista.
Claro esta que las señales políticas están afectando los resultados de la economía y más aún de las finanzas que se nutren de expectativas y no comulgan con las incertidumbres.
Al mirar la película, parece que uno de los graves errores de la argentina y de sus políticos es creer que muchas de las soluciones a los problemas pasa por si el déficit bajará medio punto, un punto o un cuarto de punto mientras lo que realmente mira el mundo – los inversores de la economía real- son los acuerdos políticos de base, el rumbo, más allá de las internas que llenan de ruido el horizonte.
Para crecer, la Argentina necesita atraer inversiones, algo que va de la mano con perspectivas y confianza; un punto que se alcanza con consenso inter e intra gobierno para definir reglas que no cambien cuando cambia una gestión de Gobierno.|