El Índice de Precios al Consumidor registró en noviembre un incremento del 3,2%, con lo que mostró una desaceleración respecto de la suba de 3,8% verificada en octubre. Así lo informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
En este marco, el organismo liderado por Marco Lavagna, también dio a conocer los ingresos que necesita una familia tipo para no caer en la indigencia o en la pobreza. Según el informe, los precios de los productos que componen la Canasta Básica Alimentaria (CBA) subieron 4,2%, con lo que una pareja con dos hijos de seis y ocho años necesito percibir ingresos por al menos $ 21.573,17 para no caer en situación de indigencia.
En los primeros 11 meses del año la Canasta Básica Total aumentó 32,9% y la Alimentaria el 38,4%.
Por su parte, la Canasta Básica Total (CBT) aumentó 3,7%, por lo que el mismo grupo familiar necesito ingreso por $51.775,61 para no perforar el umbral de la pobreza.
La medición vuelve a mostrar que se acelera más la canasta que se utiliza para medir la indigencia que la de la pobreza, que además de tener alimentos, contiene servicios. Esto es consecuencia de que mientras los alimentos y bebidas nunca frenaron el ajuste de precios, en el caso de los servicios, aún están congelados y no registran aumentos.
En los primeros 11 meses del año la Canasta Básica Total aumentó 32,9% y la Alimentaria el 38,4%. En los últimos doce meses la CBA aumentó 42,9% y la CBT el 37,7 %, informó el organismo.
A su vez, ayer se conoció un informe del Indec sobre el impacto de la pandemia en los ingresos de los hogares de la Ciudad y el Gran Buenos Aires. Esos datos explican, en parte, el indicador de pobreza e indigencia que a principio de mes dio a conocer el Observatorio de la UCA, que estimó el Índice de Pobreza en 44,2%, frente al 40,8% de finales de 2019.
El Estudio sobre el impacto de la Covid-19 en los hogares del Gran Buenos Aires del Indec fue realizado entre agosto y octubre, y señaló que el 49,3% de los hogares de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense sufrió una reducción de sus ingresos en la pandemia. Esto se profundizó aún más en los hogares con jefe o jefa de hogar con menores niveles de instrucción, segmento que experimentó una merma mayor en sus ingresos (57,1%). Por otro lado, la pérdida de ingresos alcanzó al 57,3% de los hogares con al menos un niño, niña o adolescente.
Esto fue consecuencia de que el 40,3% de los hogares registró problemas de empleo de al menos alguno de sus integrantes. Esta proporción se elevó en los hogares en los que reside al menos un niño, niña o adolescente, en donde los problemas laborales alcanzaron el 48,3 por ciento.